De anclas, timones y brújulas

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Hace tiempo llegué a la conclusión de que existen tres tipos de personas en mi vida.

Algunas son anclas. Te ayudan a aferrarte a la realidad, te mantienen cuerdos sea como sea. Tienes la certeza de que van a estar ahí, a tu lado, siendo tu salvación si te encuentras en la marejada. El problema solo llega cuando quieres partir, cuando tu único sueño es que el viento acaricie tus velas y te lleve lejos. Las anclas te mantendrán sujeto al suelo, impidiéndote avanzar. Únicamente saben tocar fondo y cuando lo hacen, no lo dejan fácilmente. Quizás te ahogues en acciones que no son tuyas, te ancles en la arena que antes ansiabas pisar con libertad. He conocido a muchas. Es lo que necesitas pero no es lo que quieres.

Hay personas que son timones. En el mar me he encontrado decenas. Parece que son parte de ti, algo de lo que no te puedes deshacer y que te hace falta para seguir adelante. Pero créeme, tienen aires de grandeza. Te manejan y te llevan hacia donde ellos desean, solo por amor propio. Nunca se preocuparán por tus sentimientos o intenciones. No saben cuáles son los sueños que rompen contra la proa de este buque ni la cantidad de estrellas que has contado para llegar aquí. Unicamente quieren arrastrarte a un mar que no te pertenece, aunque tú creas lo contrario. Es lo que quieres pero no lo que necesitas.

Y las últimas, las brújulas. Son mis favoritas. Te ayudan a llegar al lugar indicado. No es fácil encontrarlas y tampoco entenderlas. Tienen códigos secretos, muestras que te permiten apreciar que están contigo aunque no lo aparenten, hasta en los días más nublados. Nunca te obligan, nunca te lo dan todo por supuesto. Te inspirar a trabajar, a dejarte las manos y la vida si hace falta para luchar contra las tempestades, siempre con la mirada puesta en el cielo azul. Te derrumban de golpe todos tus miedos y te ayudan a reconstruirte poco a poco, seleccionando las mejores partes para tu navío. No lo hacen por su propio beneficio. A diferencia de las anclas y los timones, su único sueño es verte partir, mejor si ya no necesitas de su mano para continuar. Quieren verte mientras trazas tu camino, con los ojos ansiosos que gritan a viva voz lo asustados que estás. Quieren apreciar el viento en tu cara y una carcajada en el aire.  Quieren acompañarte mientras encuentras tu camino. Aunque las pierdas de vista, aunque las olvides y las guardes en el cajón del ayer. Ellas ya saben lo que les espera cuando comienzan su viaje y no por ello se echan atrás. Porque aunque hayas encontrado tu isla del tesoro, siempre necesitarás una brújula para llegar de vuelta a tu hogar.

Y tú, persona de un pueblo pequeño que quizás se sienta un punto insignificante en un mapa gigante, tú has sido nuestra brújula. Y nunca podré agradecértelo lo suficiente

AleatorioWhere stories live. Discover now