Capítulo 08

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Un mes y medio después, el matrimonio de Caden se vino abajo, Begoña lo abandonó, llevándose consigo parte de un dinero que él había recaudado, para unas próximas obras a realizarse, y días posteriores a ese episodio, su madre le aconsejó distraer...

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Un mes y medio después, el matrimonio de Caden se vino abajo, Begoña lo abandonó, llevándose consigo parte de un dinero que él había recaudado, para unas próximas obras a realizarse, y días posteriores a ese episodio, su madre le aconsejó distraerse por completo.

—¿Por qué no te tomas unas vacaciones? Las necesitas y mucho, y con respecto a Begoña, siempre he sabido que tarde o temprano te haría algo así, pero tú y tu padre siempre estuvieron de acuerdo en realizar cosas dictadas por sus mentes y no por sus corazones, y le pedí encarecidamente a tu padre que te dijera que cancelaras esa boda, pero jamás me ha escuchado.

—Como yo tampoco escuché a Hutson cuando me decía que me iba a arrepentir de haberle dicho todas esas palabras a Venus.

—¿Qué clase de palabras le has dicho Caden?

—Le dije a Hutson que jamás me fijaría en ella como mujer, y que la señorita Avner era demasiado sencilla también.

—En cambio yo la encontraba encantadora para ti, hijo, Begoña jamás me había gustado para ti, pero cuando conocí por primera vez a Venus, sus ojos me indicaron que era una mujer de confianza, íntegra, segura de si misma y llena de dulzura e inocencia.

—Siempre la había visto como una mujer recatada, no soportaba los piropos subidos de tono de Hutson, tal es así, que una mañana terminó echándole aerosol de pimienta en sus ojos porque le dijo que tenía un muy buen trasero con la falda que llevaba puesta esa mañana, tan apretada a su cuerpo, siempre trabajaba y hacia las cosas con profesionalidad, y parecía muy aburrida por todo.

—Las mujeres más recatadas, serias, y aburridas son las que mejor escondidos tienen sus secretos, esconden una pasión innata y un amor sincero también, y Venus no es la excepción a esas reglas tampoco, Caden, jamás quisiste acercarte más de la cuenta a ella por miedo a que te quemaras, y es por eso mismo que el que no arriesga no gana, querido, y esa frase sí que la tendrías que saber al pie de la letra, así qué, ¿por qué no te vas de vacaciones? Te despejarás del todo.

—Tienes toda la razón, mamá, me iré de vacaciones, es más, me iré a Newport, donde está la casa cerca de la playa.

—Me parece perfecto, has tomado una excelente decisión, ¿y cuándo piensas irte?

—Si consigo pasaje para hoy, pues hoy me iré, así qué, si papá pregunta por mí, dile que no se preocupe por el estudio, le pediré a Hutson que me reemplace por tiempo indeterminado.

—Está bien.

Tres horas después, Caden estaba volando hacia Newport. Pasadas las horas, cuando llegó se instaló en la casa que había diseñado, cerca de la playa. Y acomodó todas sus cosas dentro de la habitación.

Su esposa jamás lo había tratado con cariño, pero sí, con un cariño tan fingido que daba asco. Los meses y medio de matrimonio había sido un completo caos, con gritos y peleas, y él siempre terminando por acceder a que todo se haga como ella lo quería siempre. Él comprándole algo, y ella sonriendo por obtener lo que quería. No había salidas al cine, ni cenas en la casa de vez en cuando. Siempre era estar cenando fuera, o en la casa de algunos amigos de ella, porque así lo quería y así se debía de hacer. No había nada que un matrimonio normal haría, y eso en parte, Caden lo deseaba. Deseaba tener el mismo matrimonio que el de sus padres, que aunque tenían peleas, siempre salían adelante, y pasaban el tiempo juntos, en cualquier parte, cenaban juntos sin otras personas a su alrededor, se divertían juntos, viajaban juntos, y paseaban también. Eran amigos, y se notaba que había mutua confianza, una amistad y una confianza que jamás había tenido con Begoña. Pero que en parte, la confianza sí la había tenido con una mujer, con Venus.

Se recostó sobre la cama, y terminó por quedarse dormido, lo necesitaba y necesitaba también despejarse y sobre todo, relajarse. Begoña había resultado ser un caso perdido y una mujer que solamente lo había querido por conveniencia y ambición. Y reiteradas veces, había terminado por pensar que quería más su dinero que a él mismo.

 Y reiteradas veces, había terminado por pensar que quería más su dinero que a él mismo

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La Secretaria ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora