Capítulo 12

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Venus quedó atónita, y de inmediato le propinó una cachetada

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Venus quedó atónita, y de inmediato le propinó una cachetada.

—Esto no está bien, y lo sabes.

—Yo lo encuentro muy bien.

—¿Engañando a tu esposa, conmigo? Ya te he dicho que no soy tu segunda opción.

—Begoña me abandonó. Así que, no la estoy engañando.

—Si quieres algo conmigo, tendrás que divorciarte de ella, de lo contrario no habrá nada.

—Ah, veo que tú también sientes algo por mí.

—¿No es obvio acaso? Siempre me gustaste, siempre he estado enamorada de ti, tú eras el idiota que no se daba cuenta. Claro que no, porque era muy poca cosa para ti, la mejor era Begoña y a Venus que la parta un rayo —le gritó enfurecida y él la calló con un beso—. ¿Otra vez? No puedes besarme, y tú lo sabes.

—No veo a nadie que me impida besarte. Estamos solos, aquí nadie nos conoce.

—Y aunque fuera eso, yo no me siento cómoda. Ponte en mi lugar por un momento.

Él, sorprendido por su actitud, cayó en la cuenta que tenía razón, aunque le costaba admitir la verdad.

—Ven, vamos adentro, la tormenta es cada vez más fuerte, y necesitamos refugio.

La hizo pasar primero al interior de la casa, y luego él entró detrás. Venus, giró para ver hacia la ventana que daba al mar, el panorama no pintaba bien. El cielo estaba cubierto de nubes grises plomo, y el mar brillaba tan plateado que era irreal.

—La vista es de terror —le comentó ella y él cerró las ventanas con una gruesa cortina.

—Listo —le dijo y encendió las luces principales de la amplia sala.

—Es preciosa por dentro.

—Muchas gracias.

—Antes que se me olvide, llamará a mis padres.

Sacó su teléfono móvil de su bolso, y marcó el número de la casa. La señal estaba fuera de la cobertura y las cinco veces que intentó no pudo comunicarse con ellos.

—No puedo comunicarme con ninguno de los dos.

—Usa el teléfono de línea, habla tranquila, yo iré a revisar unas cosas.

—De acuerdo, y muchas gracias.

—No hay de qué.

Venus, tomó el teléfono inalámbrico que yacía en la mesa individual cerca del televisor de última tecnología que estaba colgado de la pared blanca, y marcó de inmediato a la casa de sus padres.

—Hola, mamá, ¿cómo están?

—Hola, Venus, nosotros muy bien, ¿y tú?

—Muy bien, también.

La Secretaria ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora