Treinta (*)

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Anna.

Los días siguientes al salir del hospital trascurrieron con demasiada rapidez, tanta que todo lo que había pasado en ese tiempo, era prácticamente difícil de procesas. Joan había sido detenido por la policía, ahora estaba enfrentando cargos por intento de secuestro, y probablemente obtendría una condena que lo mantendría alejado de nosotros por largo tiempo.

La relación con la familia de William, especialmente con su padre y abuelo, se había tornado algo complicada. Los señores Blake no parecían creer que Joan en realidad fuese capaz de hacer algo como eso. Sin embargo, las pruebas no mentían.

Su rostro estaba grabado en las cámaras de seguridad afuera del edificio en el que vivíamos, y los mensajes de texto que William recibió provenían de un celular con una factura que estaba a su nombre.

¿Qué más necesitaban para creer en nuestra palabra?

Un suspiro aburrido brota de mis labios mientras tomo asiento en el borde del colchón, llevaba cerca de media hora en la que fue la habitación de William, el lugar parecía estar demasiado conservado para ser una habitación que había dejado de usarse muchos años atrás, incluso podría decirse que lucía como si alguien aún la ocupase.

El silencio de la casa solo aumenta mi estado de aburrimiento, así que me incorporo para observar a detalle la habitación en la que me encuentro. Un estante repleto de libros, en su mayoría universitarios, se encuentra frente a mí. En la parte superior, me llama la atención una fila de varios libros clásicos, embozo una sonrisa al mirarlos, William no parecía la clase de chico que amara la literatura clásica, sin embargo, el hecho de que leyera lo hacía un poco más interesante.

El escritorio a un par de metros se encuentra perfectamente limpio, sin un solo rastro de polvo, bolígrafos de todos los colores se encuentran guardados en algunos botes en las esquinas y varios pisapapeles con figuras graciosas se encuentran alineados junto a la pared.

Luego, estaba una pared repleta de fotografías, en ella un William con varios años menos sonríe a la cámara, en algunas porta un uniforme deportivo, en otras solamente sonríe abrazado a sus amigos, consigo reconocer a Dann y John quienes salen en casi todas las imágenes, y, por último, una fotografía un poco más grande que las demás se encuentra justo en medio, con un Will portando el uniforme de graduado.

Suelto un suspiro y me dejo caer nuevamente en la cama ¿Por qué tardaban tanto?

Me quito los zapatos con un movimiento antes de cerrar los ojos. Mi mente comienza a crear todos los escenarios posibles que pudieron surgir de la conversación que William estaba manteniendo con su padre y abuelo ahora mismo.

—La cama es verdaderamente cómoda ¿no es cierto? —un sobresalto me hace abrir los ojos al escuchar la voz a mi costado. Lanzo un grito agudo al ver el rostro de Will demasiado cerca del mío.

—¡Por Dios, no me asustes de esa manera! —reclamo incorporándome.

Una carcajada brota de él, antes de recostarse justo a mi costado.

—Lo siento ¿te aburriste mucho aquí? —inquiere con curiosidad.

—Pudo ser peor —él sonríe, apoya uno de sus codos sobre el colchón y sostiene su cabeza con una de sus manos.

—¿Qué te han dicho? —su semblante cambia. Se incorpora, quedando ahora sentado sobre el sillón.

—Ambos se niegan a creer que Joan haya podido hacer algo así. Aun cuando las pruebas son claras, no quieren creerlo —susurra —Mi abuelo dice que debe de haber una explicación, le han contratado al mejor abogado de la ciudad ¿puedes creerlo? Quieren que ese hijo de perra quede libre, Ann. Sabiendo lo que te hizo, quieren que no obtenga ningún castigo.

Amor por Contrato[SAV #3]  ©Where stories live. Discover now