Treinta y cinco. (*)

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ANNA

Mi corazón late con furia dentro de mi pecho, late con tanta fuerza que temo que pueda salirse. Camino con prisa dirigiéndome a la entrada de la casa de mi mejor amiga, no logro ver los coches de sus padres por lo que deduzco que Montserrat se encuentra sola.

Abro la puerta agradeciendo que esta no se encuentre cerrada con seguro ya que con los nervios y ansias que me cargo no creo soportar una espera.

Subo con prisa las escaleras mientras siento mi respiración volverse irregular mientras recorro el pasillo que muchas veces antes ya he recorrido pero que ahora se me hace demasiado eterno.

Me apresuro a empujar la puerta de la habitación de Montse, ella se sobresalta en cuando escucha el sonido de la puerta pero su gesto se relaja ligeramente cuando nota que se trata de mí.

—¿Estás segura? —Articulo mientras camino hasta donde mi mejor amiga se encuentra. Asiente mientras ahoga un sollozo. Lo único que puedo hacer en envolverla entre mis brazos mientras ella solloza.

—Mis padres van a matarme Anna —Masculla. — ¿Cómo pude ser tan estúpida?

—No creo que tus padres hagan eso Montse, ellos son las personas más buenas que he conocido —aseguro —Además...creo que podrán entenderte.

— ¿Entender que Anna? ¿Qué su hija se acostó con el primero que se le puso enfrente en una noche de borrachera?

Arqueo una de mis cejas, ante la confusión que su respuesta me provoca. Es decir, esperaba que lo que había ocurrido fuese por un descuido, pero no de ese tipo. Montserrat era buena manteniendo el control, que algo como esto haya sucedido era...sorprendente.

— ¿Noche de borrachera? ¿Cuándo pasó eso? —Inquiero mientras me alejo unos cuantos centímetros de ella para poder mirarla a los ojos.

Su maquillaje se encuentra algo corrido, las manos le tiemblan y no es capaz de hablar, así que me limito a envolverla de nuevo en mis brazos para conseguir que se calme.

—Fue un par de semanas antes de que se mudaran a su nueva casa, no tenía nada mejor que hacer, así que decidí aceptar la invitación de unas compañeras de trabajo para salir a divertirnos una noche. —Comienza a relatar una vez que parece haber recuperado el control —No tenía nada mejor que hacer así que acepté.

—Todo parecía ir excelente —continúa —Estábamos juntas, bailando y bebiendo, pero de un momento a otro desaparecieron, cuando estaba por llamar a mis hermanos, un chico se me acercó en la barra, ofreció pagar mis bebidas, y acepté —su voz tiembla —para cuando me di cuenta estaba demasiado ebria para poder tomar una decisión razonable y cuando desperté, estaba en una habitación desconocida sin nadie a mi lado —su voz se rompe —¿Cómo es que pude ser tan estúpida?

Se inclina, escondiendo su rostro entre sus manos y lo único que puedo hacer, es abrazarla de nuevo.

—Shht, tranquila —pronuncio con suavidad mientras paso una de mis manos por su espalda, intentando calmarla —¿has pensado que es lo que harás? —inquiero —Sabes que te apoyo, sea cual sea la decisión.

Ella no responde de inmediato, parece considerar las posibilidades que tiene antes de elevar la mirada.

—Primero tengo que decirle al padre —pronuncia cerrando los ojos. —Estoy tan asustada...

—Saldrás de esta ¿Entiendes? Y yo estaré contigo, por algo soy tu mejor amiga, estaré aquí para todo lo que necesites. —Aseguro —no hagas nada hasta que estés lista ¿de acuerdo? no te presiones.

Mi mejor amiga asiente, me abraza con fuerza mientras más sollozos salen de ella y yo me limito a quedarme con ella intentando tranquilizarla.

(...)

Amor por Contrato[SAV #3]  ©Where stories live. Discover now