Cubriendo una muerte

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Conduje tratando de mantenerme serio, mientras Emma estaba en el asiento del copiloto cantando canciones del Mago de Oz casi a gritos, ya el atardecer se había acabado y las estrellas empezaban a aparecer más brillantes, mientras el cielo era cada vez más oscuro.

—Esa es mi casa —dijo señalando al lado izquierdo de la calle.

—Listo, es una casa bonita —dije mientras miraba por la ventana.

—Gracias. Nicolás lamento mucho lo de tu auto de verdad —agachó la mirada como una niña cuando hace una travesura.

—No te preocupes, el seguro lo cubre.

— ¿Seguro?

—Claro, aunque tal vez puedo venir en la noche y grafitear una pared de tu casa y quedamos a mano, ¿Te parece? —dije sonriéndole.

—Muy chistoso, mira acá está mi número de teléfono, llámame y cuéntame si el seguro cubrió el daño.

—Está bien —tomé un papel con su número escrito en el.

—O si sólo quieres hablar —abrió la puerta y sonrió mientras se iba.

Pasó frente al auto y se despidió moviendo su mano, respondí a la despedida y luego di la vuelta para ir a mi casa. No estaba lejos, me sentía cansado, agotado como si necesitara dormir un día completo. Llegué temprano a mi casa y pude acostarme a descansar, sabiendo que al día siguiente tendría que ir a trabajar con una chica en la cabeza, de la cual sabía muy poco, tendría que ver a Sarah y en realidad no tenía deseos de escribir sobre famosos.

A las 5:45 a.m. mi alarma sonó como todos los días. Busqué mi ropa y empecé a alistarme, dejé un café haciéndose y un pan con mantequilla en la tostadora mientras me bañaba. Empezaba a crecer mi barba y a hacerse más espesa, así que solo la arreglé un poco, me gustaba como se veía, era rubio y mi barba también lo era. A las 6:30 a.m. después de peinar mi cabello y tener todo listo, tomaba mi café y entró una llamada a mi celular.

— ¿Aló?

¡Nicolás! —era mi jefe y parecía algo apurado— necesito que vayas a la avenida 5, calle 2, hubo accidente, necesito que lo cubras, fotos entrevistas y de más, luego ven a la oficina y escribe el artículo del accidente, será primera plana.

— ¡Claro!

Me sentía emocionado, después de años de trabajar en el periódico por fin tenía una noticia seria y de importancia para la gente. Tomé mis cosas y fui a mi auto, conduje hasta donde mi jefe me dijo. Al acercarme pude ver luces de ambulancia y policía, estacioné mi auto a unos metros y me acerqué caminando, había unas cuantas personas y la típica cinta amarilla de "precaución" de la policía ya estaba puesta.

Cuando estuve frente a aquella cinta me llevé la sorpresa de mi vida. Un cuerpo femenino yacía desnudo sobre la acera. Su pierna derecha estaba fracturada y doblada hacía el costado de su cuerpo, sus manos también estaban fracturadas y en una posición extraña, en su cuerpo se dejaban ver algunos moretones, su cráneo estaba prácticamente abierto y un gran charco de sangre se formaba alrededor de su cuerpo, en sus labios había algunas muestras de sangre y sus brazos llenos de rapones.

Sentí unas fuertes náuseas y me quede congelado ante aquello, no pude sacar mi cámara además si hubiese podido, jamás hubiese tomado fotos de aquello, era una escena desgarradora. Me acerqué a uno de los oficiales y le hice algunas preguntas, luego tomé algunas fotos del cuerpo ya cubierto por una manta blanca. Me fui a mi auto, me tomó algunos minutos poder arrancarlo e irme y a pesar de poder hacerlo todo el camino fui pensando en aquella escena, en lo verdaderamente difícil de aquello, aun se me revolvía el estómago.

Llegué a la oficina e inmediatamente le di las fotos a mi jefe y empecé a escribir el artículo.

— ¿Qué clase de accidente fue? —Mario me hablaba desde su escritorio.

—Era un suicidio —respondí mirando la computadora.

—Eso es fuerte, ¿Estás bien?

—Sí, tranquilo, estoy bien.

Estaba pensando en eso y en muchas cosas más y es probable que se me notara.

— ¿Nicolás? —el jefe me hablaba desde el otro lado de mi escritorio.

— ¿Sí?

—Ya revisé las fotos, puedes irte temprano hoy, termina el artículo en casa y envíamelo por correo.

— ¿Me veo mal jefe?

—No mal, sino trastornado. Ve a tu casa y descansa un poco.

Obedecí y recogí mi cámara y mi computadora, ordené mi escritorio y fui a buscar mi auto para irme a casa. Cuando llegué a mi casa seguí el consejo de mi jefe y me fui a descansar pero cada vez que cerraba los ojos veía aquel escenario con aquella chica fallecida. En ese momento recordé las palabras de Emma "O si sólo quieres hablar" busqué el papel con el número y de inmediato la llame. Timbró un par de veces y después del cuarto timbrazo contestó.

— ¿Hola?

—Hola, Emma, soy Nicolás.

—Hola, tramposo, ¿Hubo problemas con el seguro del auto?

—No, es que dijiste que podía llamarte si quería hablarte.

— ¡Ah claro!

— ¿Podemos vernos?

—Sí, cerca de mi casa hay un pequeño parque ¿Quieres venir?

— ¡Claro, llego en un rato!

El camino se me pasó como un sueño, como si de repente hubiese abierto los ojos y estuviera ahí frente a su casa esperándola para ir a ese pequeño parque.

— ¿Dejarás el auto ahí?

—Es solo algo material —dije sonriendo.

Caminamos al parque contándole sobre mi día y sobre cómo me sentía. Ella me escuchaba atenta y mirándome en ocasiones como cuidando que mi rostro no expresara algún sentimiento de tristeza, era como si supiera que yo en el fondo estaba triste, y muy desconcertado.

— ¿Entonces viste su cuerpo?

—Sí, aun no lo habían tapado, y se veía como si le hubiera dolido tanto, pero sabes, lo dudo en realidad, creo que solo quedó inconsciente por el impacto.

—Tal vez así fue, oye tranquilo, son cosas que pasan —tomó mi mano y me miró a los ojos de una forma muy comprensiva.

— ¿Te da miedo morir?

—No, lo que me da miedo es pensar en el dolor que le causaría a la poca familia que tengo, pero creo que la muerte es solo un paso a algo más.

—Entiendo —estábamos sentados en una banca y me quede mirando el suelo— ¿Poca familia?

—Sí.

—Cuéntame tu historia, Emma.

—Oye, te afectó mucho la muerte de esa chica y no la conocías, a mí tampoco me conoces demasiado pero ya compartimos un café. ¿Estás listo para algo como mi historia? —la miré a los ojos y me di cuenta de que estaba haciendo esa pregunta de forma muy seria y con un cierto matiz triste en sus ojos, lo pensé un segundo y me armé de valor para contestar.

—Sí, estoy listo para tu historia.

La última gotaWhere stories live. Discover now