Fiesta

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El mundo es muy grande, hay lugares a los que las personas no podemos llegar, lugares mágicos y llenos de colores e historia. Sin duda alguna, nuestro mundo es un lugar lleno de misterios y de hermosas vistas aún sin explorar.

Pero a veces también puede parecer un lugar muy pequeño, cuando te topas con gente que no pensabas ver más o que nunca planeaste encontrar.

Y exactamente eso fue lo que le pasó a Zaphiri.

Habían llegado ya a la cuidad, al rededor de las 6 de la tarde y en todo ese tiempo Krest no le dirigió la palabra, algo que lo tenía muy desconcertado ¿por qué se enfadaba? Ni siquiera eran tan cercanos para decir que tuviera razón en hacerlo además de que se conocían en persona desde hace dos semanas, no tenía derecho a enfadarse.

Por otro lado, Krest pensaba lo mismo pero ¡no podía evitarlo! Le hervía la sangre solamente de ver como la rosa y el bicho se la llevaban tan bien, detestaba las risillas que los dos soltaban cuando hacían un chiste que nadie más entendía ¿Cómo pudieron congeniar tanto en un solo día? A él le costó un poco poder comprender del todo a Zaphiri pues el bicho no era muy parlanchin así que tenía que sacarle la información de poco a poco para no parecer un loco.

Cuando bajaron de la combi, Krest miró a Zaphiri y este asintió, agradecieron el transporte y la comida que les habían brindado ese día pero antes de que pudieran retirarse Francisca los tomó de los hombros.

—¡Hey! ¿No les gustaría quedarse un rato? Hay comida y bebida para mucha gente.

Ambos se miraron a los ojos tratando de llegar a un acuerdo sin emitir una palabra pero todo se arruinó cuando Lugonis se acercó al bicho.

—Vamos Zaphiri, no sean así, por lo menos quedense un poco.

Los puños de Krest se apretaron, su saliva se volvió amarga y sintió su sangre burbujear, tenía la ligera sospecha de que ese maldito guachinango lo estaba haciendo a propósito.

—Bueno, supongo que no nos hará daño un rato ¿no crees, enano?— se giró a ver al cubo que ya iba caminando a media cuadra de ahí. —Mierda, ahora volvemos.

Corrió para alcanzarlo a pesar de ser pequeño si que caminaba bastante rápido, lo tomó del brazo y lo giró quedando los dos de frente.

—Hey ¿Qué pasa? ¿no quieres entrar?

—Siéndote sincero... no.— se soltó del agarre y caminó un poco para alejarse de él.

—¿Por qué? ¿Pasó algo? ¿Alguien te dijo algo malo? Dime quien fue y ahorita mismo le rompo los dientes.

—No pasó nada calma tus instintos, fiera.— rodó los ojos con burla, definitivamente no podía enojarse con él.

La tensión que había entre los dos poco a poco se esfumó con el chiste del cubo. Zaphiri se acercó a él para tenderle la mano pero fue interrumpido... por el sonido fuerte del claxon.

—¡HEY, HOLA KREST!

Conocía esa voz. Le daba mala espina con toda la intención consideraba él. Poco a poco se giró para confirmar lo que ya sabía. Ese puto Ford 2000 verde brillante y esa cabellera castaña sin duda era Itia. El cubo sonrió y le saludó con la mano al mismo tiempo de que sus mejillas se teñían de un suave carmín.

Krest sonrió, parece que los papeles se invirtieron.

—¿Qué tal Itia? ¿Qué haces por aquí?

—Mis amigos hicieron una fiesta y vine a pasarla un rato ¿y ustedes?— sonrió mostrando sus brillantes y incandescentes dientes.

—Espera... ¿eres amigo de Francisca?

Carretera (ZaphirixKrest)Where stories live. Discover now