Redención

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Zaphiri:

No encuentro palabras para expresar todo mi sentir en este momento. Es como si me abrieran el pecho y a corazón abierto miles de avispas se encajaran en mi sistema.

A pesar de esto, los poemas épicos y canciones de amor me son irrelevantes a la hora de pensar en tí, éstas no contienen las palabras adecuadas para expresar todo lo que eres para mí.

Pero si tengo que elegir una palabra en especifico creo que sería TODO.

Eres mi TODO.

Mi aire, mi oxígeno y mi corazón.

Eres esa parte escencial que me da lo que necesito para ser más que un objeto terrenal viviendo solo por gastar el tiempo.

Voy a decirte algo que tal vez en algún futuro me arrepienta de hacer.

Te amo Zaphiri.

Te amo con todo mi amor y mi alma.

Espero que jamás te olvides de mí...

Porque yo no podré hacerlo.

Siempre tuyo, Krest.

Las lágrimas corrían por su rostro, la peor parte de haber iniciado ese maldito viaje era haber caído sin retorno enamorado de su acompañante.

—Maldición.

Cerró con tristeza el libro que Krest le había regalado, terminó por tomarse su café como si fuera un zombie se levantó a pagar la comida que le supo tan amarga como si le hubieran servido un plato de jugo de limón.

Al salir, le golpeó el aire fresco de la mañana y al parecer el clima reflejaba justamente como se sentía en ese momento:

Como si un huracán lo hubiera arrastrado hasta el ojo.

Soltó un suspiro de resignación y fue directamente al auto para volver a encerrarse en el muro de lágrimas y dolor en el que se había envuelto desde esa misma mañana.

*^*^*^*^*^*^*

Había sido la peor semana de todas.

El nuevo ciclo escolar estaba a la vuelta de la esquina y toda esa semana había sido de revisión de exámenes de admisión de la primera tanda de aspirantes, además de que tenía que revisar los test psicológicos de cada uno de ellos por lo que estaba atestada de trabajo por suerte pudo escaparse un momento para ir por su almuerzo: un latte de calabaza y un insípido sándwich con ensalada fue lo mejor que pudo conseguir, deseaba acabar rápido con su trabajo para volver a su apartamente y poder escribir más de su libro, ya llevaba al rededor de 200 páginas con suerte podía terminarlo antes de terminar el año. Se acercó al escritorio de su recién contratado secretario. Una ironía si lo poniamos a revisión porque era el secretario de la secretaria (subdirectora pero en la institución a la que yo voy se le llaman secretarios).

-Buenos días, Atla ¿alguna novedad?

-Oh, Buenos días señorita Sasha bueno por ahora no hay ningún recado...

Las palabras del pelilila murieron en su boca al escuchar un fuerte estruendo en la puerta de la recepción ambos giraron la cabeza para captar lo que era la escena más triste en la historia de esa institución.

Un chico castaño de piel blanca se encontraba sentado con la cabeza gacha sosteniendo una desgastada maleta, los fuertes sollozos e hipeos hacían la escena mucho más conmovedora.

-Santo cielo, jovencito ¿estás bien?

Sasha se acercó para poder consolarlo un poco y que se calmara un poco mas el muchacho no parecía tener interés en hacerlo.

-¿Podemos ayudarte en algo?

Atla había salido de su puesto y se acercó temeroso a la magdalena que no paraba de hiperventilar, les costó demasiado tranquilizarlo pero al fin lograron que de calmara el delicioso latte de Sasha terminó en las manos del galo que tenía los ojos enrojecidos e hinchados.

Krest se sentía muy avergonzado.

Sabía que no fue correcto romperse en la entrada de la que sería su próxima estancia pues creerían que no tendría la madurez necesaria para estudiar ahí pero no pudo evitarlo.

Le desgarró el alma completamente separarse de su amado bicho, no mirar su suave y alborotado cabello que portaba en las mañanas y el saber que no podría burlarse de sus extraños hábitos o que no habría más conversaciones hasta la madrugada lo quebró totalmente... pero así debía ser. Debía cumplir su sueño y después buscar al amor de su vida hasta debajo de las piedras.

-Muchas gracias... perdonen el repentino episodio del que fueron testigos, no me suelen pasar estas cosas pero acabo de pasar por una situación muy complicada.

-Tal vez pueda ayudarte en eso, cariño. Mi nombre es Sasha y soy la secretaria oficial de esta universidad aparte de eso soy psicológa así que... cuéntame, tal vez pueda ayudarte.

—En realidad estoy muy avergonzado por mi comportamiento y no quiero darle más problemas.

—No es ningún problema para mí, con todo gusto te ayudaré.

La tranquilidad que le influía esa chica fue lo que le inspiró a confiarle lo que tal vez sería la mejor cosa que le pasó en la vida.

—Creo que toda esta fijación comenzó desde que era un niño...

Le contó todo, desde su infancia problemática hasta la devastadora separación de su bicho de algún modo terminaron todos bebiendo de el latte de calabaza que Sasha había estado soñando desde su despertar.

Cuando Krest terminó, Atla estaba en una esquina tratando de evitar que vieran las lágrimas de tristeza que se habían escapado de sus hermosos ojos esmeraldas.

-Bueno, Krest... no me parece que tomaras la decisión correcta en cuanto a abandonar algún objetivo.

-¿A qué se refiere?- la pelimorada bufó.

-Mira, me has planteado tu infancia y adolescencia con un timbre muy opaco en tu voz casi como si esa era te mantuviera en una ola de miseria cada vez que hablas de ella pero... cuando llegas a la parte de este chico de carácter férreo y orgulloso tus ojos y tu voz cambian a un tono de felicidad absoluta.- lo tomó de ambas manos y le acarició con seguridad. -No tuve que hacer un diagnóstico psicológico para algo que es bastante obvio.

-Pero... no puedo abandonar mi sueño ahora que estoy tan cerca.

-Escucha bien Krest- lo obligó a mirarla a los ojos -Esta universidad ha estado aquí desde hace 100 años y dudo mucho que vaya a irse a algún otro lugar porque es algo inanimado y sin alma sin embargo ese chico y todos nosotros tenemos un futuro incierto y no sabemos si mañana viviremos así que... ¡¿Qué diablos estás haciendo aquí?! ¡Corre! Persigue a la persona que vino a iluminar tu vida.

Krest se limitó a sonreirle con ilusión, le dio un fuerte abrazo y tomó sus cosas para correr a la entrada, justo antes de salir giró la cabeza con una sonrisa geniuna de ilusión.

—Muchísimas gracias.

Ambos pelililas se quedaron en la entrada mirando al cubo como se internaba entre las extensas calles que rodeaban a la institución.

-Atla, quiero que apartes un lugar en el programa de becas... ese chico se lo merece.

El chico solo dijo un ligero: claro, con mucho trabajo a causa de las lágrimas que derramó.


Corrió y corrió por calles y aceras buscando aquél Ford 2000 color verde brillante o alguna mata de cabello azabache sin fijarse ni siquiera cuando atravesaba las calles o avenidas.

En un cruce, corrió tan rápido que ni siquiera reparó en el auto que venía por la acera de enfrente hasta que lo tuvo en frente.

Carretera (ZaphirixKrest)Där berättelser lever. Upptäck nu