Epílogo

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Un pequeño peliverde y un regordete pelirrojo corrían a rededor de la hermosa mesa del centro de la sala de estar, jugando con sus pequeños coches de carreras a ver quien era el primero en llegar a la meta.

-Degel corazón por favor, no corran en la casa.

La suave voz de su padre lo hizo detenerse y el delicioso aroma acaramelado de la Tarte tatín que estaba en el horno los llamó a la cocina.

-Papi... tenemos hambre.- El copito de nieve sobó su pancita seguido por su hermanito que estaba detrás de él.

-Esperen unos minutitos más amores, ya casi está lista la cena- Krest se quitó el delantal y siguió a sus hijos hasta el cuarto de baño para asearlos y prepararlos para la cena.

Habían pasado ya diez años de todo ese mágico viaje en el que ambos se habían embarcado, terminaron viajando en carretera por todo el continente europeo, recorrieron los hermosos lagos de Albania, las catedrales e iglesias de Croacia, el imponente coliseo Romano, la belleza de la Torre Eiffel, las escalofriantes ruinas de la segunda guerra mundial y que decir de el Barrio Gótico en Barcelona.

Había sido la experiencia más hermosa que alguna vez habría tenido y tendría la dicha de compartirselo a sus pequeños retoños.

Con certeza, había sido toda una odisea poder formar la familia que tenían ahora, primero habían terminado sus estudios: Krest con su maestría en literatura y Zaphiri como un ingeniero en mecatrónica, Iron Man había tenido que ver en su desición para ser sinceros.

Y aunque en su viaje habían tenido una espontánea y hermosa boda con únicamente ellos, un chico al que le dieron un aventón y un mapache que terminó robando los votos que Krest había escrito en un papel, tuvieron la extraordinaria oportunidad de casarse legalmente cuando aprobaron el matrimonio igualitario, cabe mencionar que fue una ceremonia reservada únicamente para sus conocidos: sus nuevos amigos, Calvera, Aeras, la madre de Krest y el padre de Zaphiri.

Ambos adultos llegaron a la recepción, sorprendiendo a sus hijos por la aparición de sus progenitores sin embargo cada uno les ofrecio una sincera disculpa, un fuerte abrazo y los mejores deseos en su nueva etapa, algo que no los terminaba de convencer.

Tuvieron que luchar contra toda la adversidad que trataba de separarlos o menospreciarlos por sus preferencias mas nunca se dieron por vencidos y siendo guiados por el inmenso amor que se proclamaban cada día y a cada hora con simples gestos o caricias que les transmitía todo lo que sentían lograron llegar hasta la posición donde estaban.

Krest trabajaba medio tiempo en una editorial en el área de redacción y Zaphiri en una importante empresa de robótica, tenían una hermosa casa cerca de la costa y un par de pequeños que eran la adoración de sus padres.

Había sido muy difícil convencer a Zaphiri de tener hijos pues el bicho no deseaba compartir con nadie a su cubo y menos con un par de mocosos apestosos que los interrumpirían en sus asuntos importantes.

Pero después de ver a una hermosa familia de cuatro intengrantes con un hermoso bebé regordete de cabellos rubios y preciosa sonrisa que pasaban un día de campo en la playa y terminaron tomando un café en la casa de los chicos, cambió su parecer les ofrecieron la oportunidad de rentar un útero, para ser más exactos el de Calvera que estaba encantada con la idea de poder llevar a su pequeño retoño en su vientre mas se llevaron la sorpresa de que eran una pareja de mellizos tan hermosos como los copos de la nieve.

Ambos pidieron nombrar a uno, Krest se inspiró en el famoso filósofo francés Albert Camus para nombrar al pelirrojo y Zaphiri no pensó en otra cosa cuando vio al pequeño peliverde que la palabra deshielo, en honor a eso llamaron al pequeño: Degel.

Carretera (ZaphirixKrest)Where stories live. Discover now