Capítulo 3

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3rd Person POV -


"¡Última llamada para el vuelo D7, repito última llamada para el vuelo D7!" Una voz fuerte llega a través de los altavoces del aeropuerto mientras Ángel se apresura hacia su puerta de embarque.

"¡Ya estoy aquí! Estoy aquí!" Grita exasperada cuando finalmente llega a la puerta de embarque, apresurándose a entregar su billete de avión a la azafata. Ve cómo la azafata le dedica una sonrisa de oreja a oreja antes de decirle que entre.

A su vez, Ángel se apresura a entrar en el avión y a sentarse justo a tiempo. Se sienta en su asiento y deja su equipaje de mano a su lado, sacando su teléfono y un par de auriculares. Se pone los auriculares en los oídos y pulsa el play de la música, quedándose dormida con la melódica voz de la cantante.

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"¡Disculpa, cariño!" Una voz la despierta de un salto. Calmando su corazón palpitante, Ángel se quita los auriculares dándose cuenta de que la música había dejado de sonar hacía tiempo.

"¿Sí, señor?" La pequeña pregunta amablemente esperando no haber hecho nada malo. Al percibir su preocupación, el hombre suelta una pequeña risa moviendo ligeramente la cabeza.

"Sólo quería avisarte de que estábamos a punto de aterrizar". La tranquiliza levantando las manos burlonamente. Frotándose el sueño de los ojos, mira bien al hombre que la ha despertado y se da cuenta de que es bastante atractivo. Piel oscura, ojos marrones oscuros, una ligera barba en la cara y una gran sonrisa amable.

"Gracias, señor". Dice en voz baja, todavía nerviosa con los extraños, aunque sentía que podía confiar en él.

"Marcel", dice él extendiendo su mano para que ella la estreche, "Marcel Gerard". Continúa mientras ella pone su mano en la suya ligeramente, viendo cómo la lleva a sus labios y la besa ligeramente antes de soltarla.

"Encantada de conocerle señor Gerard, me llamo Ángel". Susurra un brillante rubor cubriendo su rostro ante la ligera intimidad.

"Llámame Marcel", añade el hombre regalándole otra deslumbrante sonrisa moviéndose hacia el asiento de al lado preguntando en silencio si estaba bien, lo cual era.

"¿A dónde vas?" El hombre, que ahora conocía como Marcel, preguntó girando la cabeza para mirarla.

"A Mystic Falls", responde la joven salvadora esperando no haberle contado demasiada información al extraño hombre. Al mencionar la ciudad, el hombre parece animarse, pareciendo más interesado que antes.

"¿Mystic Falls? Debes tener cuidado allí, he oído las cosas horribles que han sucedido allí. No es lugar para una joven como tú". El hombre le dice, de alguna manera se siente preocupado a pesar de que se acaban de conocer.

"¡Tendré cuidado, señor!" Asegura ella sin querer preocupar a nadie, aunque se acaben de conocer hace apenas unos minutos.

El hombre, aún preocupado, rebusca en su bolsillo un momento antes de entregarle una tarjeta con su nombre y número.

"Toma", le dice tendiéndosela para que la coja, "por si acaso pasa algo, puedes llamarme". El hombre dice tratando de tranquilizarla para que la coja. Después de debatirlo durante unos segundos, Ángel extiende la mano tímidamente, tomando la tarjeta en su pequeña y delicada mano.

"Gracias". Le dice justo cuando el piloto entra en el altavoz informando a los pasajeros de que han aterrizado y son libres de abandonar el avión. Cogiendo su bolsa, la joven sale corriendo del avión no sin antes despedirse de su nuevo amigo prometiendo usar el número.

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Mystic Falls. Ángel estaba de vuelta en la ciudad que juró no volver a pisar. Todavía de pie en el aeropuerto la joven se dio cuenta de que necesitaba un plan, sintiéndose tonta por no haber pensado en uno antes

No tenía ni idea de dónde podía estar su madre, sólo sabía que estaba en Mystic Falls, no sabía dónde. Ahora que lo pensaba, venir aquí podría no haber sido la mejor decisión. No sabía dónde estaba su madre y aún así, estaba sola.

Calmando sus nervios, trató de pensar en algún curso de acción, ¿qué necesitaba? Un hotel", pensó. Antes de hacer nada, necesitaba un lugar donde alojarse. Abriendo su teléfono buscó el hotel más cercano que pudiera encontrar, no había muchos en esta ciudad.

Por fin encontró uno que le pareció lo suficientemente bonito, miró la dirección y salió a buscar un taxi.

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Al salir del taxi mira la ciudad que tiene delante, ha cambiado mucho. Al sentir que el coche se aleja detrás de ella, sube las escaleras del hotel con pasos cortos y temblorosos. Llega a la pequeña puerta y respira profundamente antes de abrirla, escuchando el timbre al entrar.

"¡Hola, querida!" Exclama una anciana nada más entrar, con una brillante y alegre sonrisa en su rostro.

"Hola", le dice Ángel a la mujer en voz baja, dirigiéndose al escritorio tras el que está sentada la mujer.

"Una habitación por favor, sólo me quedaré dos días". Ángel pregunta buscando en su bolso algo de dinero, su mano está vacía.

"Por supuesto querida, son 120". Al darse cuenta de que Ángel no llevaba dinero encima, supo que tenía que hacer lo único que odiaba hacer. Tenía que obligarla, Ángel sólo lo hacía cuando tenía que hacerlo, odiaba quitarle el libre albedrío a la gente.

"Me lo vas a dar gratis", le dice Ángel a la mujer con suavidad mirándola a los ojos y viendo cómo se dilatan las pupilas de la anciana. Asintiendo con la cabeza, la mujer le entrega a la pequeña la llave de su habitación sonriendo como si nada hubiera pasado.

Murmurando un suave agradecimiento Ángel toma la llave subiendo las escaleras para encontrar su habitación, planeando descansar un poco para idear un plan para encontrar a su madre.

The Innocent SalvatoreTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang