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—¿Era? —exclamé haciendo inciso sin terminar de creer que fuera verdad lo que decía.

—Tu sistema inmunológico podría cambiarlo todo —mencionó cambiando el tono y aclarándose la voz —. Sinceramente no lo creía, pensé que de algún modo habías conseguido la marca y que todo resultó una estratagema para sacar dinero a mi familia además de encontrar el modo de que accediera a trabajar para vosotros, pero no contabais con que yo te raptaría y te llevaría conmigo, solo esperaste al momento adecuado para escapar, ya tenías la información que deseabas al saber que existía Lisa...

Ni siquiera me dio tiempo a asumir como podía haber supuesto todo aquello, pero era evidente que había pensado mucho en ello.

—No voy a perder el tiempo en tratar de convencerte de lo contrario, es evidente que no me creerías —contesté sin entrar en detalles—. Tú mismo has dicho que no creías que fuera inmune, que de algún modo poseía la marca sin que me hubieran puesto el azambar y has comprobado que no es así, tal vez el resto de tu teoría también sea errónea...

Sabía que trataría de inventar cualquier cosa con tal de no admitir la verdad, pero de un modo u otro, seguía siendo culpable por el hecho de que ambos estuvieran allí y quizá de exponerles a un peligro que desconocía, así que quizá por eso no trataba de insistir en hacerle entender que todo fue fruto de la casualidad.

Declan se acercó hasta mi y eso me hizo instintivamente retroceder a pesar de estar sentada, siguió acercándose y tuve que colocar mis manos apoyadas en la camilla tras mi espalda para no caerme.

—Color de ojos; azul —dijo para después anotarlo en su agenda. ¿Es que no sabía de que color tenía mis ojos hasta ahora? —Complexión delgada, estatura aproximada un metro sesenta y cinco, caucásica, piel ligeramente bronceada; significativamente expuesta al sol, cabello negro intenso, pecho moderado, ¿Sabes tu edad? —al final de aquella lista sobre mis rasgos hubo una pregunta directa.

—Dieciocho años —contesté fijamente y él parecía concentrado en su labor.

—Fértil —añadió él a aquella lista cuyo fin me parecía completamente innecesario—. Bien, quítate la ropa interior.

—No —me negué.

Declan me observó frunciendo el ceño y dejó la agenda en la que había estado anotando todo aquello sobre la mesa más cercana.

—¿No? —exclamó colocándose de nuevo los guantes y ajustándolos adecuadamente—. Te recuerdo que ya he visto lo que luces bajo ellas...

—Eso fue diferente —admití.

—¿Acaso no fingiste todo el tiempo?, ¿Fue real algo de lo que me hiciste creer? —exclamó acercándose de nuevo y a pesar de sentir la intimidación esta vez me mantuve erguida.

—¿Es eso lo que te martiriza? —contesté con otra pregunta—. ¿Saber si fingí cada vez que me tocabas?, ¿Si mis gemidos fueron reales? —pregunté contemplando sus ojos grises desde mi posición.

Allí estaba de nuevo el brillo, intenso, lúcido y arrebatadamente cautivador. Me mordí el labio instintivamente, quizá porque sentía la sequedad en mi garganta ante la ferocidad de sus ojos observándome. El silencio era inquietante y a pesar de que Josh o Ryan podrían entrar en cualquier momento, lo cierto es que aquello no importaba, nada lo hacía en ese instante salvo el hecho de que estaba perdida en su mirada.

Y sucedió.

Los labios de Declan apresaron los míos con tanta fuerza que sentí como me mareaba entre sus manos acogiendo mi rostro. Podía notar la intensidad de sus labios demandando los míos y respondiendo antes de que pudiera darle la orden a mi cerebro de hacerlo. Era pura magia, era fantasía, lo era todo y más de cuanto podía imaginar e incluso sabían mejor que como los recordaba.

Mis manos se instalaron en su cuello mientras su lengua jugaba con la mía alzándose al mismo compás de la melodía, bailando una sinfonía compuesta únicamente por nosotros y festejando con fuegos artificiales dicho reencuentro.

El roce de sus labios se desprendió de los míos y comenzó a formar un camino de suaves besos por mi cuello que iban descendiendo hasta mi pecho, en un simple gesto los tenía fuera de la prenda interior y los masajeo con firmeza, con fuerza con frenesí mientras acogía uno de ellos con su boca y lo chupaba fuertemente.

Gemí. ¿Cómo no hacerlo cuando la sensación era absolutamente maravillosa?

Sus manos siguieron descendiendo y y se colaron bajo la prenda interior sus dedos mordaces masajearon suavemente y entonces busqué de nuevo sus labios apretándome contra él, necesitando saciar esa intensidad que él me hacía sentir a través de sus besos.

Me respondió con la misma intensidad mientras notaba como aquellos dedos se adentraban en mi interior y gritaba ante la emoción a pesar de que su boca acallara deliciosamente la mía.

—¡No he encontrado.... —La voz de Josh nos hizo separarnos rápidamente y vi como Declan pasaba el dorso de su mano por la boca disimuladamente antes de dirigirse hacia él—. Igual debería regresar luego...

—No —negó Declan—. Tranquilo. Solo estaba reconociendo al sujeto —añadió recuperando su libreta—. Exploración finalizada; ningún bulto presente que pueda significar una alteración en el ADN, nula presencia de anomalías cancerosas —concretó mientras tomaba nota y mi estupefacción fue fehaciente.

¿Me había manoseado para explorarme?, ¿Lo había hecho realmente como estudio médico o porque lo deseaba realmente?

Con Josh allí presente era incapaz de mencionar nada y aunque no me importaba que supiera lo que existía entre Declan y yo, el punto es que no sabía si realmente existía algo o no.

«Recuerda que él se quería deshacer de ti Andra, tenía toda la intención de enviarte junto a otra familia» Recordó mi subconsciente.

Debía estar enfadada por ello, de hecho esa había sido la motivación final para irme de aquella casa y buscar a Amara.

—¿Alguna enfermedad relevante? —inquirió Declan como si no hubiera sucedido nada, como si no me hubiera besado, manoseado y metido sus dedos hasta lo más profundo de mi alma.

Le miré y observé que él tenía la vista fija en su libreta, no me miraba ¿Tal vez porque ya no le interesaba? No era lo que decían sus besos, ni tampoco el brillo fugaz de sus ojos que había podido ver justo antes de que me tocara con sus labios.

—Jamás he estado enferma —dije con voz seria, casi enfadad.

—¿Nunca? —Esta vez era la voz de Josh el que hablaba—. Supongo que no habrás tenido enfermedades graves o algo más complicadas que un resfriado, pero habrás tenido algún tipo de gripe, malestar o dolor —sugirió para ser específico.

—No —negué—. Jamás he tenido nada —contesté mirándole a él.

—Eso es imposible —dijo ahora Declan dejando a un lado su libreta—. No puedes haber vivido a la intemperie todos estos años y expuesta sin padecer nada.

—También era imposible que fuera inmune al azambar y lo soy —tercié enfadada y mirándole directamente a los ojos para que se diera cuenta de que estaba molesta.

C O H I B I D AWhere stories live. Discover now