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En aquel instante sentí todo mi cuerpo temblar cuando aquel hombre se incorporaba mirándome detenidamente, observándome y estudiándome como si verdaderamente valorase esa posibilidad

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En aquel instante sentí todo mi cuerpo temblar cuando aquel hombre se incorporaba mirándome detenidamente, observándome y estudiándome como si verdaderamente valorase esa posibilidad.

—¿Estás segura de eso, Lisa? —preguntó devolviendo la mirada a la pequeña—. ¿No será que lo has imaginado? —insistió.

—No. Ella lo hizo ayer —volvió a repetir la pequeña y maldije en mi interior porque me hubiera salido aquel reflejo natural sin siquiera pensarlo.

Para mi absoluto desconcierto sentí como la mano de aquel hombre llamado Declan se cernía sobre mi muñeca y de improviso era arrastrada por aquel angosto pasillo hacia el final donde había una puerta. En cuanto entramos él la cerró con calma y me miró fijamente.

Me había arrastrado hasta la que era su habitación, algo parecida a la que a mi me había designado, solo que aquel hombre tenía muchos libros por todas partes y una mesa con demasiados cacharros extraños sobre ella que había indicado que no tocase el día que llegamos.

—¿Es cierto que ayer sonreíste a Lisa? —preguntó mirándome fijamente como si aquello fuera verdaderamente importante.

¿Qué se supone que contesto yo ahora? Digo que si... digo que no. La negación siempre es la mejor opción en estos casos.

—No —negué tratando de ser convincente.

Sentía sus ojos tan fijos en los míos que por un momento sentí que iba a darse cuenta, que finalmente lograría descubrirme y mi tapadera se iría al infierno. No quería hacerle daño, después de todo me había tratado bastante bien hasta el momento, pero sabía lo que me ocurriría si me descubría y no podía permitir que interrumpiera mis planes.

Noté como sus dedos se acercaron suavemente a mi cuello y rozaron levemente la zona donde había recibido el pinchazo, acariciándolo suavemente. Después sentí que cogía mi mano derecha y suavemente la giró donde se apreciaba claramente la marca de la flor, esa marca del azambar que indicaba que había sido marcada por la droga.

—Por supuesto que no... —gimió finalmente—. Eso sería absolutamente imposible —añadió mientras seguía rozando con aquel dedo la marca.

Sentí como todo el peso de la tensión que había acumulado se desvanecía comenzando a poseerme una tranquilidad inaudita e incluso pude dejar de contener la respiración para hacerlo con calma. Al menos hasta que me di cuenta de que aún no me había soltado la mano, de que todavía seguía acariciándome de una forma extraña y entonces contra todo pronostico mi pulso comenzó a acelerarse en un sin sentido a causa de esa caricia que él me hacía.

—Me habría gustado verte sonreír... —susurró con una voz ronca que casi me hizo cerrar los ojos por la suavidad que con la que aquel tono acariciaba mis oídos.

¿Por qué sentía ese cúmulo de sensaciones tan extrañas?, ¿Qué era lo que me estaba pasando?, ¿Sería a causa de la droga? Probablemente era eso, debía tener algún efecto en mi que me causaba ese efecto cuando él se acercaba.

C O H I B I D ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora