Zombie Hoon [Sungsun]

15

Ambos chicos sintieron como todo el romance secreto se iba lejos luego de oír al menor hablar y decir su teoría cierta.

—¿D-de qué hablas Sun?

—Vamos, yo lo sé, Jungwon hyung me dijo como se comportaba una pareja, ustedes lo son entonces pero bueno... No diré nada. —lamió su paleta como si nada.

—Fiuf, pensé que debería comprarte paletas a diario. —dijo Jay.

—No hace falta hyung, Hoonie me compra chocolate seguido.

Jungwon abrió su boca sorprendido, chismes así no siempre. Jay solo sonrió orgulloso del pequeño pelinegro, aprendía rápido después de todo. Tenía que enseñarle más.

—Wow, tienes a un zombie enamorado.

—Nooo hyung, sólo es un zombie y es mi amigo.

—¿Quién más te da chocolate? —le preguntó Jungwon.

—Jay hyung.

—Bueno, aparte. —miró al mencionado algo molesto.

—Ay, que cosas. —Jay vió hacia otro lado.

—Mmm, nadie.

—Le gustas a Sunghoon.

Para un adolescente o puberto sería muy obvio, pero Sunoo era un niño pequeño que no sabía con exactitud todo eso sobre el amor. Gustar, a el le gustaban los chocolates y las paletas, no por eso las besaria y les daría todo su amor como su primo lo hacía con Jay.

Además Sunghoon seguía comportándose como siempre, como su mejor amigo, sólo que teniendo precaución por el hecho de que era más frágil. De ahí en fuera nada.

[...]

Sunghoon estaba frente a su hermana con un cuaderno y lápiz en sus manos, suspiró ondo y la miró a los ojos, Yoonha estaba atenta, no sabía que quería ese pequeño ahora, pero no tenía nada que hacer.

—Entonces tu veredicto es...

—Después de varias investigaciones de campo, noona he decidio que... Sunoo me gusta.

De hecho había pensado que era algo de su tarea o un nuevo juego, pero eso le sorprendió mucho, no cualquiera admitía eso frente a la familia, pero era un pequeño niño y su deber como hermana mayor, debía de grabar para molestarlo en la adolescencia.

—Umh, Hoonie, querido, me lo puedes decir de nuevo.

—¿Porqué con el celular en tu cara noona?

—Ah, ignoralo sólo habla.

Negó. Yoonha pauso la cámara.

—¿Porqué no?

—Ahora que lo pienso, me da pena. —tapó su carita con el cuaderno.

—Ooow, hermanito. Ven acá. —lo cargó y sentó en sus piernas. —Es normal que te dé pena. —quitó el cuaderno de su rostro, estaba rojo. —A mi también me da pena admitir que alguien me gusta, a todos nos da pena, bueno... Casi a todos. —recordó a un compañero de la escuela.

—¿A quién no le da pena? —preguntó curioso.

—Bueno, que yo conosca a Chanyeol, es un poste que dijo a media clase de matemáticas que le gustaba Baekhyun quien estaba a dos bancas.

Sunghoon intentó imaginarlo, pero su mente no le dio para más que un poste parlante diciendole eso a una banca.

—Wow.

Suspiró. —Sí, wow... El punto es que no debes decirle si no te sientes seguro, tal vez más adelante. —aconsejó.

—¿Qué pasa si yo no le gusto?

Ahí se congeló, hasta ahí siempre llegaba ella, ¿qué podía hacer? Podía decirle la cruda realidad pos-rechazo, o le podía dar su plan nunca probado por pena que tenía guardado.

—Sigue intentándolo, síguelo, espíalo hasta que diga que sí.

Ambos Park sintieron como el aroma a mar se hacía presente en la habitación de Yoonha. Ésta sonrió palpando varias veces la cabeza del pelinegro viendo a la mujer frente a ambos.

—Y por eso, debes dejarlo ir si no te quiere.

—Pero noona tú dijiste que... —le tapó la boca aún viendo a su progenitora.

—Park Sunghoon ni pienses por un momento en hacer esas cosas. —su madre le negó con el dedo.

—¿Porqué no mami?

—Porque de seguro irás a un lugar muy feo como al que van los malos en las películas.

—¿La cárcel?

—Esa misma.

Sacudió su cabecita muchas veces, no quería ir a ese lugar.

—Tú lo que debes de hacer, bebé, es estar seguro de que Sunoo te va a decir que sí, pero aún no es tiempo.

—¿Porqué?

—Aún les faltan cosas por hacer como mejores amigos.

Pensó un poco, aún no jugaban con todos los bloques de la caja del salón, les faltaba hacer un reino diferente en esa caja de arena, definitivamente debía jugar mucho más tiempo con él para iniciar otra etapa.

—Tienes razón mami.

El pequeño se bajó de las piernas de su hermana y salió de la habitación lila rumbo a la suya felíz y más tranquilo de sus emociones. Había tiempo de sobra para estar con su amado.