14. Mil veces perdón

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—Ya sabes

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—Ya sabes... La terapia es en Nueva York, tendría que irme con Daniel por tiempo indefinido —dijo ella de manera nerviosa, la mire inexpresivo guardando silencio—. ¿Que piensas?—pregunto mirándome

»Que no creo soportar tenerte lejos—pensé, pero no lo dije

—Que mientras tú estés feliz y te sientas lista para dar este paso todo estará bien—ella me miro desconfianda a lo que me obligué a sonreír para tranquilizarla y ella me regreso la sonrisa

Más tarde solo cuando hable con Alex el me confirmó lo que yo ya sabía que era tan inseguro que las mil dudas que me saldrían no nos dejarían avanzar,sin embargo, no podía ser egoísta y detenerla. Después de hablarlo tanto  y definir todo, lo supe, supe que después de esto no quedaría nada de mí y que ni mil perdones dichos serían suficientes.


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Habíamos decidido ir a buscarla todos juntos, pero nunca imaginamos que al llegar lo primero que íbamos a ver era  a Hilary y a su padre salir este último con una maleta.

—¿Te vas de viaje papá? —le pregunto Daniel con recelo su papá

—No, llevaré a tu hermana al aeropuerto—dijo su papá confundido por al situación—. Te esperó en el auto —le dijo a ella saliendo

—¿A dónde vas? —pregunto Daniel en tono firmé

—No te incumbe, quédate con saber que estaré bien —dijo —. Adiós

—Hilary escúchanos…—murmuro un Alex dolido, pero ella lo ignoro

—Bonit…—se giro bruscamente, interrumpiéndome apuntándome con el dedo

—No te atrevas. —dijo con rabia y yo sentí mi corazón romperse aún mas—. Todo esto lo pudieron evitar si no me hubieran mentido, si no me hubieran traicionado. Todo esto pasó porque todos son unos cobardes inmaduros que no supieron manejar la situación—dijo y ninguno de nosotros dijo nada—.  Por una vez en la vida déjenme tomar mis decisiones y respétenlas, quieren explicarse, pero no será ahora, ni mañana, ni pasado, si no hasta que yo quiera.

No hice nada, de nuevo no hice nada. Me quedé como idiota viendo como ella se iba, como se alejaba de nuevo y no hice nada. Vi a la luz que ilumina mi vida irse sin mirar atrás.

Me había quedado parado en aquel lugar de su casa, como si no pudiera despegar los pies del suelo y con la vista fija por dónde se fue, no era consciente de nada todo lo escuchaba como un eco desde los sollozos de Savannah hasta las maldiciones de Daniel.

Sacudí la cabeza viendo como Savannah lloraba entre los brazos de Alex y Daniel hablando por teléfono, les di una última mirada antes de irme, ellos sabían que necesitaba tiempo.

La Hafefobia No Es Un LímiteWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu