Narradora
— ¡Esto es genial! Ese anciano nos dejará hacer todo lo que queramos.
Dijo Peter a Susan, Edmund y Lucy.
— Yo pienso que es un anciano encantador.
Comentó Susan.
—¡Vamos, anda!
Exclamó Edmund, que estaba cansado aunque fingía no estarlo, algo que siempre lo ponía de malhumor.
— No empieces a hablar así.
— ¿Cómo?
Inquirió ella.
— Y además, ¡tendrías que estar ya en la
cama!—Intentas hablar como mamá.
Replicó Edmund.
— Y ¿quién eres tú para decir cuándo tengo que irme a la cama?, ¿Por qué no vas a dormir tú?
Ambos se miraron retadora mente.
— ¿No sería mejor que nos fuéramos todos a dormir?, Seguro que se armará un buen alboroto si nos oyen hablando.
Dijo Lucy preocupada.
— No, ¡nada de eso!
Afirmó Peter.
— Les digo que ésta es la clase de casa donde a nadie le va a importar lo que hagamos, de todos modos, no nos oirán, es necesario andar al menos diez minutos para ir desde aquí al comedor, y también hay una buena cantidad de escaleras y pasillos entre un sitio y el otro.
Los tres no estaban muy seguros de las palabras de Peter pero si estaban seguros de que había muchas escaleras y habitaciones.
— ¿Qué es ese ruido?
Dijo Lucy de repente.
Era una casa mucho más grande que cualquier otra en la que los menores hubiera estado jamás, y pensar en todos aquellos pasillos largos e hileras de puertas que conducían a habitaciones vacías empezaba a inquietarlos un poco.
— No es más que un pájaro, boba.
Contestó Edmund claramente molesto por haberlo asustado, aunque nadie se dió cuenta de ello.
—Es un búho.
Afirmó Peter.
A la mañana siguiente caía una lluvia persistente, tan torrencial que al mirar por la ventana no se veían ni las montañas ni los bosques, ni siquiera el arroyo del jardín.
— ¡Vaya, tenía que llover!
Se quejó Edmund.
Acababan de terminar de desayunar con el profesor y estaban arriba en la habitación que éste les había reservado: una larga y estrecha habitación con dos ventanas que daban en una dirección y dos en otra.
— Deja de refunfuñar, Ed.
Dijo Susan para luego añadir.
— Diez a uno a que despeja en una hora más o menos... Mientras, no creo que nos aburramos, hay una radio y cantidad de libros.
—No me interesan.
Declaró Peter levantandose.
— Voy a explorar la casa.
A todos les pareció muy buena idea y así fue como empezaron las aventuras.
Era una de esas casas que parecen no tener final, y estaba llena de lugares inesperados.
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El Rey De Occidente
FanfictionLa fría nieve recorría su piel, el frío se había vuelto parte de él y su reinado igual... Jadis había conseguido su propósito, aunque no como ella esperaba, contaminó el corazón de un niño inocente que solo buscaba amor y al final se encerró en su p...