Cap 20 Siete años después

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Me siento nerviosa, las manos me sudan

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Me siento nerviosa, las manos me sudan. Intento controlar mi respiración pero realmente ¡ESTOY A PUNTO DE ESTALLAR! Las maquillistas siguen poniendo en mi rostro millones de polvos que no se para que sirven, mi pelo es jalado varias veces, yo solamente quiero que este día termine.

—Camila

Llega Ámbar mi mejor amiga luciendo un vestido aqua que la hace verse fenomenal, bueno ella es una chica maravillosa. Nos conocimos en un mes de mayo donde las hojas de los arboles ya estaban floreciendo, yo iba como siempre bien despistada cuando chocamos, le derrame café en su blusa que  para colmo era blanca, y bueno hasta el sol de hoy somos mejores amigas. Es de piel quemada y su pelo afro es la envidia de la Editorial donde trabajamos.

Pues sí, soy editora en una empresa bastante famosa y pronto voy a sacar mi primer libro.

—Ese vestido de novia es muy hermoso, aún no creo que te cases con Leandro. —Hace una pausa para mirarse en el espejo y retocarse con su labial de Kylie Jenner y vuelve a mirarme fijamente— Hablándote sinceramente ese chico no te pega, no veo que sean tan compatibles en cambio aquel chico de Fairfax que no logras olvidar…

La interrumpí rápidamente

—Eso ya es pasado, ya está superado— Me miento a mí misma y juego con mis manos

—Si lo hubieras superado no te hubieras tatuado la fecha 25 de octubre en tus costillas.

Un golpe fuerte me da en el corazón, el 25 de octubre fue el día en que decide irme de su lado. Fue duro dejarlo, una parte de mí se quedó en Fairfax aquel día pero simplemente creo que no valió la pena a verme ido.

Iba a comentar algo cuando mi suegra nos interrumpe.

Leandro, me gusta muchísimo. Es el prototipo de chico bueno y de casa que no se mete en nada, aunque claro como lectora al fin no es algo que nos guste mucho. 

Me dan la señal que debo ir camino hacia el altar y mis nervios aumentan aún más, es como si se amplificará mis sentidos. El vestido que traigo puesto es algo sencillo, al igual que mi peinado, no quise nada exagerado, aunque mi querida suegra no estuviera de acuerdo y me obligo a realizar una mega fiesta. Mi madre estaba allí con Israel pero ninguno de los dos estaba de acuerdo con lo que hacía pero ¿Por qué? Ese no es el sueño de toda madre ver a su hija casarse.

Hago una mueca cuando la decoración de la Iglesia, sin chiste todo es de color blanco ¡Hasta las flores por la diosa de los unicornios! No pudieran ponerle unas flores rojas o unos globos. Veo a todas mis amistades con una cara de funeraria ¿¡Vamos, ni que me fuera a morir hoy!?

—Camila que bellas estas amor.

Sonreí con los cachetes inflados y algo rojos. Me beso la mano y miramos juntos al cura para iniciar la boda. Mientras este hablaba buscaba con la mirada a una persona que estaba esperando y mi madre simplemente me negó, mi padre se había complicado y no puede asistir.

—Camila Alejandra García aceptas a Leandro Calvino, en la salud y enfermedad, en la tristeza y en la alegría, en la pobreza y riqueza hasta que la muerte los separe.

Iba a contestar cuando Ámbar y mi madre me interrumpen.

—Cariño, Danna acaba de llamar. Tu padre tuvo un accidente y está muy mal en el hospital. —Mi corazón latía desenfrenadamente ¿Qué hago ahora? —Me llamo desesperada porque Roberto pregunta demasiado por ti y ella teme que no alcance sobrevivir para mañana.

Miro a Leandro con pena, pero mi padre es muy sagrado, no podía dejarlo en esta situación y menos ahora que tiene poco tiempo de vida.

—Amor, ve para Fairfax y disfruta las últimas horas de tu padre. Nuestro compromiso puede esperar.

— ¿Serio? —lo miro a los ojos algo apenada— Muchas gracias, no sé cómo agradecerte, te quiero Lea.

Toda la iglesia se volvió un gallinero y salí corriendo en busca de ropa nueva además de poder preparar mi maleta. Ámbar me preparo el pasaje para ambas, si ella va a ir conmigo a Fairfax, según ella porque no puede perderse la oportunidad de ver a los mangones. Por suerte conseguimos un pasaje de clase media lo más rápido posible, mi corazón andaba afligido, temía no poder ver a mi padre.

— ¿Cuándo fue la última vez que viste a tu padre?

—El 24 de octubre, el día antes de irme de Fairfax.

En ese mismo momento recordé que volvería a verlo, volvería a sentir su perfume, su aroma, ver sus tatuajes, la forma en que decía mi nombre y claro nunca olvidare las noches en ambos fuimos uno solo.

Puedo decir que lo sigo stalkeando en Instagram y ahora tiene novia se llama Gema. El continúa con la música pero nada que ver con Vizcaya. Al final, siguió mi consejo sobre vivir su vida y olvidarme.

— ¿Nerviosa? —mire a Ámbar que lucía ansiosa por conocer a los dioses griegos de Vizcaya.

Volvería a ver a Lauren, la cual mantengo contacto y nos hemos visto varias veces, Jack, Sam y finalmente Josh, el cual me duele que me haya utilizado cuando existía una buena amistad

—Ámbar va a ser un viaje rápido, no tengo intenciones de quedarme mucho.

Ella asintió con la cabeza y se colocó sus audífonos, yo simplemente me quede mirando como cada vez nos encontrábamos más al lugar donde jure no volver jamás.

Nada más que salimos del aeropuerto, mis recuerdos vinieron como cascadas sin fin.  Me sentía culpable de todo lo que sucedió entre Vizcaya y mi relación con Lorenzo.

Mi mejor amiga parecía una niña ansiosa por conocer todo, pedimos un taxi que fuera directo al Hospital Principal. Entre los recuerdos que me acosaban y la necesidad de ver a mi padre, el viaje se hizo eterno. Cuando logramos llegar llego a la recepción con todos los pelos erizados, vamos algo normal en mí.

— Hola señorita busca a mi padre, se llama Roberto García Méndez.

La muchacha tecleo un poco en su ordenador y me miro seriamente.

— ¿Estas segura que vienes a buscar este nombre?

Mi corazón estaba ya acelerado, no puede ser que se halla muerto sin despedirse.

—Sí, es ese.

La muchacha que parecía ser buena gente volvió a teclear en su ordenador y me volvió a mirar.

—Lo siento jovencita su padre no ha ingresado en este hospital ¿Estas segura que este hospital?

Asentí y busque rápidamente en mi bolso donde Danna me había mandado la dirección.

—Me dijeron que era este.

La muchacha muy amable llamo a otros hospitales y no había ningún paciente con ese nombre. Tanto Ámbar como yo estábamos sentados en la sala de espera, esperando alguna noticia y con la mala suerte que esa misma tarde venía una tormenta que había cancelado los pasajes hasta dentro de 15 días. Solamente son quince días ¡Que puede ir mal realmente!

Mi mejor amiga da un brinco en su asiento y me toca con el codo rápidamente haciendo que levante mi vista.

—A pesar de todos estos años sigues cayendo en el mismo jueguito, topo.

Era él, mi Lorenzo.

¡Hey tú, idiota! © V1Where stories live. Discover now