Capítulo 6

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Aunque Wendy dijera que pasaba toda su vida enfrascado en su trabajo, era una mentira, fue solo una excusa que usó para irse, y él ¿qué podía hacer al respecto? El doctor Contreras la amaba, pero era su decisión y respetó eso. Marcus al principio le preguntó a dónde había ido mamá, culpándole luego por años de su partida. Marcus por ser el mayor estuvo muy unido a su madre, al contrario de Gerson que no tiene siquiera un recuerdo de ella. Allí se notó la clara diferencia, entre el hijo criado por su madre y el que fue criado por su padre.

Gabriel usó todos sus conocimientos psicoanalíticos para darles la mejor crianza posible a sus hijos luego de la partida de Wendy Misle. En su antigua casa en un agradable pueblo en las montañas fundado por alemanes comenzó a instruirles con antelación lo que verían al año siguiente en el colegio, al menos así trató de hacer con Marcus, que ya estaría a punto de empezar el primer grado. Pero su hijo mayor se negaba a pasar más tiempo con él del que fuera estrictamente necesario. Pero con Gerson fue diferente, una hoja en blanco, arcilla tierna para moldear y transformar en lo mejor que pudiese ser.

Se mudaron a la ciudad en la que vivían ahora cuando sus hijos tenían ocho y tres años, respectivamente, el pueblo les quedaba muy lejos ahora y era mejor estar en la "civilización". Inscribió a sus hijos en la mejor escuela, asegurándose de que jamás fueran maltratados por nadie. Las sorpresas empezaron a llegar cuando su hijo menor fue adelantado tres cursos escolares, para llegar al nivel adecuado para él. Los esfuerzos del doctor habían rendido frutos.

Pero luego empezó a temer algo más. Por muy brillante que fuera su hijo era menor que todos sus compañeros, no solo por unos cuantos meses, sino una amplia brecha de tres años. Más todo parecía ir bien, tanto con Marcus como con Gerson... hasta que le llamaron del colegio.

─Buen día. ─saludó el pelinegro a la mujer que estaba del otro lado del escritorio. Llegó lo más rápido que pudo, estaba seguro de que había dejado las luces de su consultorio encendidas.

─Buen día, señor Contreras. Voy a decirle de una vez porqué está aquí. ─ella arregló una pila de papeles.

─Si Marcus se peleó con algún estudiante, en serio lo siento, siempre ha tenido esos problemas para controlar su carácter. ─la mujer negó.

─No es de su hijo Marcus de quien tengo que hablarle, sino de Gerson. Hoy agredió a un compañero, fracturándole la nariz. Ya hablamos con ambos niños y también llamamos a los padres del afectado, ya deben de venir en camino ─Gabriel se acomodó las solapas de su saco─. Teníamos que notificarle de este incidente, señor y también preguntarle si su hijo ha sido tan inestable antes.

─No. Nunca, es tranquilo y prefiere hablar antes de irse a los golpes, justo lo contrario a su hermano mayor ¿Les preguntó a la maestra y a los niños qué sucedió? ─su interlocutora asintió con pesadez.

─Sí. Y todos nos cuentan lo mismo (menos el herido, cabe aclarar). Todos dicen que la víctima estaba siendo muy insistente respecto a que su hijo le diese ese asiento. Relatan que Gerson le explicó tres veces que no podía porque de ahora en adelante tenían puestos fijos. Luego le susurró algo y lo golpeó. Lo alarmante es la fuerza que hubo en el golpe de un niño de cinco años, que logró facturar la del otro, de ocho años.

─Al parecer no fue sin razón... ¿algo más al respecto? ─ya su mente le estaba dando vueltas al asunto. Debía de haber un motivo más allá.

─No, señor. Teníamos que notificarle nada más. En cualquier otro momento se le volverá a llamar para hablar con los padres del otro estudiante, si ellos quieren, claro.

─Está bien. Yo hablaré con Gerson ─se levantó de la silla y estrechó la mano de la mujer─. Gracias por notificarme, que tenga un buen día.

No Estamos Locos, Somos Más Que EsoWhere stories live. Discover now