Capítulo 22

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      Lunes, 14 de agosto del 2017.

      La vida es buena hasta que empieza a perseguirte la voz de tu cabeza por toda la ciudad. No había lugar donde esconderse, no había a dónde huir; una pequeñísima desventaja de tener que combatir a los demonios que albegas en tu interior, es que cargas siempre con ellos. Dio una vuelta en la esquina, en la búsqueda de una calle tranquila.

     ─¿Sofía pero es que acaso nunca lo entenderás?

      ─¿Qué?

     ─Soy parte de ti, deja de negarlo.

     ─Si fueras útil en algo tal vez dejaría que te quedaras.

     Estaba hablando en voz baja pero coherente. Así que el que pasaba a su lado podía entender perfectamente lo que pareciera ser un monólogo. Una chica de cabello negro que estaba haciendo fila fuera de una tienda sonrió al creer que Sofía estaba practicando para una obra de teatro.

     ─Yo no soy tu enemigo ─podía ver de reojo a la sombra andante. La Voz volvía a tomar forma. Ella no respondió─ ¿Quieres saber quién es verdaderamente el villano de tu historia? Ese muchacho de pelo negro que te gusta.

     ─Primero me instaste a aceptar que me gustaba, ahora me dices es mi enemigo ¿Te drogas o qué? ─la pregunta era estúpida por no estar hablando con alguien real, pero le importó un comino.

     ─Me había dejado cegar por su encanto. Y de seguro que no fui la única. Es peligroso, podría hacerte daño, Sofía. Debes deshacerte de él. Así como te deshiciste de...

     ─No ¿Para qué? ¿Para que también me lo reproches una y otra vez? ¡Ja! No gracias, maldita voz psicótica.

     ─Escúchame, Sofía ─la sombra se materializó frente a ella con los brazos extendidos para evitar su avance─. Él es malo para ti. Te hará daño, no solo sentimental. Por una vez, hazme caso.

     ─¿Y por qué habría de escucharte? ─arqueó una ceja─. No eres más que un producto de mi mente.

     ─¿Acaso eres imbécil? ¡Acabas de darte tú misma la respuesta! Soy parte de ti, sin ti yo no existo.

     La pelirroja sacó su celular y marcó el número de Gerson. Al quinto tono le contestó.

      ─No puedo, estoy en Caracas. ─y colgó. Trató de llamar de nuevo, pero sonaba como si el teléfono estuviera apagado.

     «El número al que usted ha llamado, no puede ser localizado; intente más tarde. El número al que usted ha llamado, no puede ser localizado; intente más tarde» seguido de la voz electrónica de la compañía de servicios sonaba el pitido de desconexión.

     ─¿Lo ves? Te hará daño nada más.

     ─Cállate, de seguro volvió a la universidad y está estudiando. Estará ocupado.

     ─Eso, trata de convencerte. Pero al final del día, veremos quién tiene la razón. ─y desapareció.

***

    Cristian le miraba en silencio desde la sala. No entendía nada de nada.

     ─O sea, no entiendo.

     ─¿Qué cosa no entiendes? ─preguntó su prima crispada.

     ─A ti. Primero dices que te gusta el loco ese y ahora sales con que “tu voz interna” o cómo sea que le llames, te dice que es malo para ti. Loca de mierda, decídete. ─ella sólo le miró con una sonrisa de desquiciada en el rostro.

No Estamos Locos, Somos Más Que EsoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora