Capítulo II

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"La muerte es la que le da sentido a la vida"

-Enmascarado-

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El reino de Mondtau se caracteriza por sus innumerables callejones y algunas calles estrechas. Además de tener muchos puestos de ventas en la calle principal. Pues ahí se encontraba un chico con máscara corriendo por la calle, empujando personas.

Estaba siendo perseguido por unos cuantos delincuentes que no le agradaban mucho. Corrió por las calle mientras apartaba a las personas de su alrededor que le estorbaban. Se escuchaban los gritos e insultos de los comerciantes cada vez que destruía alguna mercancía. Pero eso a él no le importó. Solo debía correr y no ser atrapado.

Él había ido con esos hombres por un veneno sumamente extraño y difícil de conseguir. Pero claro, él no quería gastar una gran suma de dinero por eso, solo lo robó frente a sus narices y ahora lo persiguen por toda la calle como un gato al ratón.

Aprovechó en un momento donde todas las personas de aglomeraron en un lugar, y entró en el montón para pasar desapercibido. Aunque con la máscara y el atuendo oscuro, es difícil que nadie lo reconozca. Los hombres no se rindieron y lo siguieron de entre la gente. El chico vio su única oportunidad de escapar en un callejón cercano. Apartando con sus brazos a la gente pudo llegar al lugar. Se volteó y vio a los delincuentes pasar entre la gente siguiéndolo sin darse cuenta que ya no estaba en esa calle. Se tomó un tiempo para respirar y calmarse.

Espero que esta cosa sirva de algo, pensó.

Justo cuando miró al frente había una persona allí con un cuchillo. Pensó en regresar por el mismo camino pero sintió la presencia de alguien más también con un arma. No tenía escape.

—Devuélvenos ese objeto.—dijo el del cuchillo.

—¿O qué?—preguntó el enmascarado con voz burlona.

—No te hagas el listo, nosotros estamos armados y tú no.

Miró discretamente los alrededores y no había mucho. Siguió la pared y vió una posibilidad de escape. Así que, solo tenía dos vías, o escapar por el muro a sabe Dios qué lugar, o pelear con ellos y matarlos a golpes. Pero como prometió que no iba a matar esta vez tuvo que ir por la primera opción.

Corrió en dirección al hombre del cuchillo. Éste se asombró y también corrió con las manos al frente para clavarle el objeto. Pero el chico aprovechó que estaba un poco inclinado hacia adelante para impulsarse con sus manos en la espalda del hombre. Lo usó como objeto para saltar hacia el muro, dejando al hombre tirado en el suelo por el impulso. Se agarró de algunas piedras sobresalientes y llegó hasta la cima. Miró en dirección a los hombres y éstos solo se fueron furiosos de allí. El chico se rió internamente.

Nadie puede vencerme.

Miró hacia el interior que cubrían los muros por si podía ir y atravesarlo. Pero se sorprendió al ver que no debía ni trepar el muro. Reconoció enseguida las altas torres y estructuras antiguas. Había un jardín al bajar.

¿Un palacio?

Cuando trató de moverse, su pie resbaló por unas rocas inestables y cayó en el jardín. Al golpearse la cabeza tan fuerte con el suelo, se desmayó.

Abrió los ojos y se encontraba en un lugar oscuro, frío, lúgubre. Quiso dar un paso y apareció frente a él una casa de madera un poco gastada. El paisaje era de un campo, pero aunque estaba soleado, él podía sentir aún esa oscuridad. Escuchó la risa de un niño. Pasó a su lado corriendo y lo reconoció al instante. Era él mismo hace unos años.

Castigo Eterno Where stories live. Discover now