Castigo Eterno

Capítulo VI

"Solamente un demonio sería capaz de destruir lo que más ama. ¿Seré yo uno?"

-Enmascarado-

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La oscuridad en el bosque era más notoria por la abundancia de los árboles. El bosque de Tau no era la excepción. Apenas si podías ver alguna claridad que transmitía la Luna. En lo profundo se encontraba la casa del enmascarado, y afuera, sentado en uno de los escalones estaba su sirviente mirando en dirección a la entrada del bosque.

—¿Qué haces aquí?—preguntó su padre con una linterna en la mano. La colocó en una de las columnas para iluminar la entrada.

—Aún no llega—respondió sin mirarlo.

—Tenía algo urgente que hacer.

—Pero, ¿qué cosa podría hacer que se despierte en medio de su siesta sin fin y lo haría correr como un loco? Incluso olvidó su máscara.

—Veo que te preocupas por él—dijo su padre con una sonrisa y el chico lo fulminó con la mirada—Dijo que iba a ayudar a alguien.

—¿Quién?—preguntó curioso.

—Alguien que creo será muy especial para él.

Con eso el hombre entró a la casa y el chico se quedó con la duda. Arthur se mantuvo en su posición en silencio. A veces quisiera entender toda la situación pero aún no puede. Debe convertirse primero en mayordomo para acceder a los registros de la familia y comprender el porqué están viviendo solos en un bosque encantado y el misterio de la muerte de su madre.

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En ese mismo momento, se encontraban ya el príncipe Raiden, Rosmane y el enmascarado en el castillo. Los dos Reyes los esperaban en el gran salón preocupados. Cuando vieron a Rosmane en ese estado, llamaron de inmediato al médico real para examinarla. Desde ese momento, Rosmane y el chico se separaron. Él se quedó quieto mientras veía como se llevaban a la princesa a su habitación. Raiden lo observó por un tiempo con la curiosidad de quién era él. Se le acercó para hablarle.

—Disculpa, ya cumpliste lo que sea que querías ¿verdad?—el enmascarado se mantuvo callado aún mirando la dirección en la que se llevaron a Rosmane. El príncipe se molestó por su actitud—Te agradezco enormemente lo que hiciste por nosotros, el Reino estará en deuda contigo. Si quieres una recompensa yo...

—Le prometí que no la apartaría de mi lado, que la acompañaría hasta el final—observó a Raiden y éste se quedó confuso por lo que dijo—Príncipe, le ruego que me deje estar junto a la princesa.

—No—su respuesta fue inmediata con total seriedad—Como dije anteriormente, te agradezco que nos hayas salvado, pero no puedo permitir que un desconocido esté cerca de mi hermana en ese estado.

—Ella me pidió que me quedara a su lado, y no pienso irme sin cumplir su pedido—los dos se miraron serios pero la tensión era bastante notoria entre ellos.

—Ya te dije que...

—Hijo, ¿qué ocurre?—preguntó la reina mientras bajaba las escaleras—Por todo el revuelo que se formó ni siquiera pregunté quién es él—mencionó refiriéndose al enmascarado.

—Él fue el que nos salvó, madre—respondió disimulando una sonrisa para que no notara que se estaban peleando.

—¿Enserio? ¿Cómo supiste de lo del secuestro?

—Pasaba por las calles y escuché de unos hombres sospechosos que habían secuestrado al príncipe.

—¿Y por que no lo informaste de inmediato? —preguntó enojado Raiden.