Capítulo XI

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El paisaje de los bosques y las praderas pasaban continuamente por la ventana. El día era fresco y muy sereno. Las montañas se recortan en la lejanía, cubiertas de un manto verde intenso. Un río serpentea a través del valle, reflejando los destellos del sol. El aire está lleno de sonidos de la naturaleza: el canto de los pájaros, el susurro del viento entre los árboles y el murmullo del agua corriente. El olor a tierra húmeda y vegetación fresca impregna el ambiente.

Seguramente se preguntarán, ¿De qué hablo?

Pues, estoy en el carruaje real con mi hermano en dirección al imperio de Australis. Mi hermano me informó de que tenía que ir para unas negociaciones y lo convencí para que me dejara ir. Accedió y por eso estamos en esta situación. Me alegra tener la habilidad de convencimiento y que funcione tan bien en él. Ya le había contado a Arkan de que iría y me deseó un buen viaje con una sonrisa. Han pasado tres días y ya quiero verlo.

—Mira, ya llegamos.

Me indicó mi hermano mirando a la ventana. Me asomé y efectivamente pude visualizar las grandes puertas del imperio. Nos dejaron pasar y era como si hubiera entrado a otro mundo. Había abundantes personas por todos lados y algunos observaban curiosos el carruaje. Puestos de comida y casas donde mirara y gran variedad de productos. Me sorprende cuantas cosas hay aquí comparadas con nuestro reino.

El carruaje siguió su curso hasta llegar a las puertas del palacio imperial. Nos cedieron el paso y me asombré por el gran tamaño que tenía el lugar, era incluso más grande que nuestro castillo. Nos detuvimos justo ante las puertas de la entrada y ya había una corte para recibirnos. Mi hermano fue el primero en salir y me ofreció su mano para bajar.

Entramos siendo guiados por la corte y admiré cada detalle del interior. Todo era majestuoso y elegante, con mucho brillo y poder. Me quedé asombrada al ver cada cosa que allí estaba decorada. Techos altos y decoración opulenta. Las paredes están revestidas de pesadas cortinas de terciopelo rojo y tapices ricamente bordados con escenas de batallas y hazañas heroicas. Grandes candelabros de oro cuelgan del techo, iluminando la estancia con una luz cálida y parpadeante.

El suelo está cubierto con una alfombra persa tejida a mano, con intrincados diseños florales y geométricos que añaden un toque de elegancia al salón. El ambiente está impregnado de un aroma a incienso y madera antigua, creando una atmósfera de historia y tradición en este impresionante salón.

Nos separaron a mi hermano y a mí. Él se fue a hablar con el nuevo emperador que era solo unos pocos años mayor que Raiden. Me llevaron a un salón donde esperaría a que terminaran. Pero luego de unos largos minutos en silencio me aburrí y decidí pasear por los pasillos. No pasaba nada, había guardias en cada rincón vigilando. Pasé por un gran pasillo donde se encontraban los retratos de los grandes generales y manos derechas de antiguos emperadores.

No le tomé mucha importancia hasta que veo ese retrato. No podía creerlo. Incluso lo observé más de cerca para estar segura.

Era él. Cada detalle, la expresión.

Era Arkan.

Es imposible. En la parte de abajo del retrato decía unas palabras.

Arkan Nerville, mayor general de las fuerzas reales.

Sin duda era él pero no sabía que estaba involucrado con la realeza. Incluso lleva el apellido de la familia del emperador. Estaba muy sorprendida al descubrir este dato que me estuvo ocultando. ¿Por qué no me dijo antes esto? ¿Cuántas cosas me estará ocultando?

—Hermoso ¿Cierto?

Una voz femenina me sacó de mi trance. Me volteó de inmediato y veo a una chica con un vestido majestuoso color olivo, su pelo castaño perfectamente recogido en un peinado sosteniendo sobre su cabeza una corona, piel blanca y ojos negros. Era simplemente hermosa. Entonces comprendí quién era. Me incliné tomando los extremos de mi vestido e hice una reverencia.

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