Cap 35: Ni un segundo más sin vos

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Me agarró de los brazos y beso mi cuello, la desesperación que sentía en ese momento me daba de verdad muchas ganas de llorar.

Sin soltar mis brazos sus labios empezaron a bajar hasta llegar a mi abdomen. Un liquido salado empezó a salir de mi ojo.

Narra Iván:

 Llegué al departamento tambaleando, no podía ni pararme bien, estaba re en pedo, pero no podía olvidarla.

Me acerqué a su departamento, necesitaba verla. Caminé y llegué a la puerta del departamento, me quedé quieto ahí.

Por un momento intenté razonar y venir a hablarle en un estado más consiente. No podía ir a molestarla más.

Mis pies me hicieron cambiar de dirección y me fui para mi departamento, me tiré en la cama y cerré mis ojos.

Narró yo:

Me sentía frustrada. En un momento, no sé de donde, pero saqué fuerza, alcé mi pierna y lo golpeé en las bolas.

Con mi otra pierna, cuando él se retorció, lo empuje haciendo que se caiga de la cama, arreglé mi ropa y salí corriendo del cuarto.

El miedo redujo cuando el celular que estaba en su bolsillo empezó a sonar, él paró, estaba a unos cuantos metros míos.

-Te acercás y te lo clavo en la garganta, no me da cagaso pelotudo.- Dije cuando cortó la llamada.

-No te voy a hacer nada.- Dijo secó.

Me sorprendí porque parece que algo había pasado.

-Mi mamá se puso mal.- Me dijo y empezó a caminar hacía mí.

-Con lo que acaba de pasar, seguro pensás que te quiero lastimar, pero yo solamente quería hacer lo que cualquier pareja normal hace, linda.- Siguió caminando. 

-Esto lo continuamos otro día. No digás nada ___, cerra la linda boquita que tenés, nos conviene.- Acarició mi cachete.

-Te amo.- Me agarró de la mandíbula y me besó con fuerza, yo lo rechacé con asco.

Se fue rápidamente de mi casa, yo me quedé pasmada, me arrepiento eternamente de haberlo conocido.

Su mamá era una genia que no merecía el hijo enfermito que le tocó. 

Ella estaba re enferma, nos llevábamos re bien, nos teníamos mucho cariño, por eso es que la noticia no me alegro.

Agradezco esa llamada, no sé que mierda hubiera pasado si él no contestaba.

Estaba tan sorprendida, la mezcla del alcohol, la adrenalina y el miedo me hicieron mierda, le seguí por rato los pasos a Iván.

Tenía unas birras que habían quedado de una joda pasada, me puse a escabiar intentando tranquilizarme.

Había quedado medio traumada, ¿qué iba a hacer ahora? Contarle a Matías es asegurar la muerte del enfermito ese.

Contarle a Mateo no era lo indicado, decirle a Mia? ¿A Carre? ¿O guardármelo para mí? Denunciarlo podía ser mi última opción.

Me volví a poner en pedo, tenía ganas de llorar por lo que recién pasó, pero me lo guardé.

Escuché que tocaron la puerta y me puse nerviosa. ¿Y si ya había vuelto? Decidí no abrir y grité preguntando quién era.

Narra Iván:

No podía quedarme dormido, daba vueltas en mi cama con su recuerdo en mi cabeza. Con el recuerdo de sus ojos, de sus labios, de su piel.

Me levanté y fui hasta la cocina, de ahí me saqué de la heladera una botella de vodka que me había quedado.

Escabié un rato y me puse re sentimental, me los imaginé a ellos dos besándose, felices, andaba re melancólico.

Deje la botella en la mesa y casi muerto me fui para la puerta, eran como las 3:00 de la mañana. Nada más pensaba en ella, me tenía re mal.

Necesitaba verla, aunque la tuviera que molestar. Cuando llegué toqué su puerta, y me quedé ahí esperándola un rato.

-Andate. No quiero hablar con vos, andate a la mierda.- Gritó ella del otro lado.

No sabía que estaba así de resentida conmigo, pero eso me ponía todavía peor.

-___ por favor, dejame pasar.- Supliqué y tiré todo mi cuerpo a la puerta.

Narró yo:

Dioss, al final no era el chanta de Nicolas, era Iván, apenas escuché su voz que me suplicaba que le abriera, fui y abrí la puerta.

-Iván.- Dije su nombre cuando lo vi.

-¿Qué hacés acá?- Pregunté.

-Quería verte.- Estaba más en pedo de lo que lo había visto antes de irme. Seguro siguió tomando con los amigos.

-Entrá, yo voy a... hacernos un café.- Lo hice pasar para que dejara de tomar.

-¿Por qué todo está así?- Preguntó por el quilombo que había en el depa.

-Mati no limpió, yo hoy andaba re ocupada.- Mi voz reflejaba lo escabiada que estaba, igual que a Iván.

 -Ya vuelvo.- Sobé mi frente (empezaba a tener dolor de cabeza), y fui a preparar el café.

-Para, hablemos.- Me dijo.

-¿De qué?- Pregunté.

-Por favor ya no te hagas, no puedo vivir un segundo más sin vos.- Dijo.

-Iván, no... Voy a preparar el café, esperame.- Evité esa conversación.

-No. Dame bolilla tarada, me tenés hecho mierda, directamente decime que ya no me querés, pero no me des vueltas.- Dijo.

-¿Iván vos sos estúpido? ¿Cómo mierda voy a dejar de amarte? ¿Ah? Lo que siento por vos ni en pedo da para que lo dudés.- Le respondí.

-¿Entonces por qué me hacés esto?- Veía en sus ojos cuanto le dolía esto.

-Mateo está en recuperación. ¿Sos consiente vos?- Le dije de mala manera.

-Como desearía que no le hayas creído a tu amiguita, así nunca hubiéramos metido a Mateo en esto.- Me reprochó.

-Vos fuiste el pelotudo que le creyó las boludeces esas también, no te hagas el boludo.- Dije.

-Vos nunca amaste a Mateo, ni lo vas a amar como a mí.- Dijo con la voz entrecortada por el exceso de alcohol.

-¿Sabés qué? Andate Iván, estás tan en pedo que decís boludeces.- Caminé enojada.

-Sabés que lo que te acabo de decir es verdad.- Me siguió.

-Puedo aprender a amarlo.- Le respondí.

-Capaz, pero como a mí no.- Aseguró.

Lo miré a los ojos, indicándole que él no mentía.

-Mirame a los ojos y decime que no amás, que no me extrañás, que no extrañás que te besé, o que estemos juntos.- Me retó.

-Dale, decime que vos no estrañás que nuestros besos siempre terminen en algo... más.- Ambos nos miramos a los labios con deseo.

Estábamos tan cerca que sentíamos nuestra respiración y nuestros latidos, que se sincronizaban y aceleraban.

-Ves? No sé porque te gusta mentirte.- Respondió a mi silenció, sonrió y me besó.

Yo no me resistí, en ese momento el alcohol y el sentimiento me invadían, no jodo, la calentura también.

Me cargó en sus brazos agarrando mis muslos y yo su linda nuca. Me subió rápidamente a la primera mesa que encontró.

-Sos un tarado Iván, pero te amo.- Me separé de él y lo volví a besar.

En ese momento me deje llevar, yo lo amaba y no podía estar un segundo más sin él, aunque, sabía que al siguiente día me iba a arrepentir.

Amantes enemigosWhere stories live. Discover now