Sempiterno || °Carlisle Cullen°

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Justo cuando estaba por abrir la puerta esta se abrió de sopetón. Alcé la mirada disgustada, pues ese aroma dulce ya me decía quién era.

Carlisle estaba aguantando la puerta con las cejas alzadas y los labios apretados, me miraba en silencio aguantando mi mirada.

─ Gala...

Fruncí el dueño inconforme con lo que estaba sintiendo en mi interior.

No era justo que mi cuerpo y mi corazón siguiera reaccionando ante su voz y su presencia.

No era para nada justo.

No le dije nada, apreté mis labios queriendo asegurarme de que no comenzaría a gritarle o decir cualquier cosa, y empujándole por el hombro entré a la casa.

Dejé de caminar en cuanto vi que la familia al completo y su nuevo miembro estaban mirándome sorprendidos, menos Alice, quién tenia un gesto preocupado.

Antes de que nadie dijera nada Edward se colocó a mi lado posando su mano en mi hombro, mano que aparté rápida y bruscamente de mi. El Cullen suspiró y dio la explicación a lo que todos se preguntaban en sus cabezas.

¿Qué hacia yo allí?

─ Un vampiro ha estado en la casa de Bella, Gala ha ido para ver si Charlie estaba bien y la he convencido para venir.

─ No me has convencido, me has prometido una cosa que espero cumplas ─ dije mirándole de reojo.

─ ¿Qué podrías prometerle tú? ─ preguntó Rosalía sonando brusca.

En ese momento puse una sonrisa jocosa.

─ Vamos Edward, díselo a la familia. Al fin y al cabo...todos tienen que cumplirlo ─ dije sabiendo lo que causaría.

Edward me miró con los ojos entrecerrados, estando inconforme, pero todos tenían que saber su promesa.

─ Le he prometido que la dejaríamos en paz.

Nada más decirlo Rosalie saltó molesta, caminó hacia su hermano y le dio un empujón

─ ¿¡Por qué prometes eso!? ─ le recriminó

─ Quería que estuviera presente por si podía ayudar, estaba negada. Lo único que he hecho ha sido darle lo que quería. ─ le respondió

─ ¡¿Pero tú no lo entiendes o qué?! ─ preguntó en un grito ─ ¡Todos nosotros queremos arreglar la situación! ¡¡Esa promesa no nos dejará hacerlo!!

─ Pero Gala puede ayudarnos ─ volvió a decir Edward, ahora también molesto.

─ ¿¡Ayudar en qué!? ¿En proteger a tu humana? ¡Ya estoy harta de vosotros dos! ─ gritó la rubia ─ ¡No quiero volver a poner por delante de Gala a Isabella!

Sus palabras me molestaron.

Y no lo oculté.

─ Rosalie, cariño ─ la llamé con una falsa tranquilidad ─ Tu seguiste a Edward lejos de Forks, tu y todos. Si no estabas contenta con la decisión haberte quedado.

>>Haberos puesto en vuestro lugar y haber dejado que Edward quisiera hacer lo que quisiera, pero solo, no arrastrando a la familia. Pero lo aceptaste, me dejaste aquí. Así que tienes tanta culpa como Edward. No te hagas la víctima.

En el rostro de Rosalie se pudo ver con claridad como pasaba de estar molesta a avergonzada, incluso triste.

Me estaba hartando de que estuvieran tristes.

─ Todo esto solo es una reacción a vuestras acciones. Acción-reacción, fácil de entender ¿Verdad? ─ dije irónica ─ Ahora escuchemos a la pareja problemática, que me quiero largar de aquí.