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IAN

Bien recordaba donde había comprado aquella manta tan apreciada por Dalia, al llegar a la tienda me doy cuenta de que están promocionando nueva mercancía. Lo que me hace maldecir. Sí, han ingresado nuevos artefactos de temporada... eso quiere decir que los "antiguos" o se encuentran en la sección de descuento o los han enviado a los outlets.

En la canasta que indica un 50 % de descuento es donde comienzo mi búsqueda, no pasa mucho tiempo cuando una vendedora se me acerca, trato de darle todos los detalles posibles que tenía la manta. Color gris, estrellas doradas pequeñas, tamaño individual...

Ella hace su trabajo, busca mantas con diseños similares, pero ninguno es igual al de ella. Si es cierta mi teoría, el mínimo cambio en el diseño o la textura de la manta haría esta situación mucho más complicada. Agradezco dirigiéndome a otra sucursal, el mismo destino me espera. Mi celular suena indicándome la llegada de un mensaje, al abrirlo veo que es de Sean.

«¿Cómo va la búsqueda?»

«Muy Mal»

«¿Cómo va Dalia?»

«No tan bien»

"Ugh" no puedo evitar producir este sonido de frustración. Me rompe el corazón saber que no se encuentra bien, aún más al pensar en la decepción que veré en sus ojos cuando llegué a casa sin la tan condenada manta.

«Está teniendo pesadillas»

«¿Qué tan fuertes?»

«Lo suficiente para mojar la cama»

«Creo que sería prudente comprar pañales»

Mejor tenerlo y no necesitarlo a necesitarlo y no tenerlo, recuerdo el fastidioso eslogan de una propaganda de seguros de autos.

«Voy a eso»

Indico sin más saliendo de la dichosa tienda, sintiéndome mal, la primera promesa que le he hecho a Dalia no se la podré cumplir. Mis manos pican al ingresar al área de higiene de una farmacia, emoción se apodera de mi cuerpo al simplemente imaginar a Dalia, en su propio cuarto, acostada en un cambiador hecho a su medida. La ilusión se apodera de mí, era cierto que no eran las circunstancias indicadas para que me pusiera a fantasear de esta forma. Pero el simple pensamiento de la pequeña Dalia, siendo nuestra beba, me llenaba el corazón de una manera que nunca había sentido.

Sabía que Sean se encontraba en un dilema parecido, sin embargo, entre satisfacer nuestro deseo de cuidar de ella de una forma más especifica, a obligarla a ello, era una frontera que no planeaba cruzar. Si tan solo ella nos dijera lo que desea...

Mis pensamientos me entretuvieron lo suficiente para no notar la zona de cuidado infantil, pero retrocedo, tal vez pueda encontrarle algo por acá. Los estantes están llenos de diferentes alimentos, biberones, chupones, juguetes, mantas. Decido que esta es mi última oportunidad, si no puedo llevarle "su manta" le llevaría otra, esperando que me perdonara, aunque yo en realidad no me perdonaría a mí mismo.

Una de color gris llama mi atención, al tenerla en mis manos no puedo evitar sentir alivio, tiene exactamente el mismo diseño que el de su manta. Aunque es más pequeña, sé que algo se me ocurrirá. Un nuevo mensaje de Sean me hace detenerme en el área de medicina a comprar pastillas para el dolor de garganta, la pobre Dalia debía estar adolorida por forzar tanto sus cuerdas vocales. Llegando a la caja con los pañales estilo pull up, la manta y la medicina pago y me dirijo al auto. Tomando mis llaves, destapo la manta, con un rápido movimiento de llaves rasgo un poco la tela.

Amarte, Dalia.Where stories live. Discover now