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IAN

"¡Chef! Venga acá" Francis, el nuevo en la cocina me llama.

"¿Qué necesitas ahora, Francis? Te dije qu..." detengo mi sermón al notar como sus manos me hacen señas de bajar la voz.

"¿Qué sucede?" Esta vez susurro. No tengo ni la menor idea de porque lo hago.

"He encontrado al carroñero" suelta. Hace días se había percatado de que las bolsas de basuras estaban rotas, lo cual solo podía indicar una cosa, algún animal se estaba alimentando de las sobras del restaurante.

"Bien" suelto, un problema menos. "Por hoy solo ahuyéntalo, mañana compraré trampas para deshacernos de él" hablo girándome devuelta a la cocina.

"¡Espere!" Su petición me detiene "No es un animal" relata.

"¿Cómo que no es un animal?" Frunzo el ceño.

"Venga a ver, señor" Esta vez no rechisto. ¿De que está hablando este muchacho?.
Mis piernas se mueven solas conmovidas por la curiosidad. Si no es ningún animal ¿que será?. Saliendo por la puerta trasera suspiro, la cocina es un ambiente que ciertamente siempre está a una temperatura elevada, en verano eso es una completa odisea, pero ahora, en finales de otoño y comienzos de invierno es un lugar agradable.

"Vea señor" sus dedos señalan un lugar en específico, detrás del basurero se encuentran cajas de cartón apiladas. Aún no nos hemos deshecho de ellas y no se por que. El camión debió de haber pasado el miércoles.

Mis pies me dirigen ante el camino que Francis me señaló. Repentinamente detengo mi andado. Mi respiración se detiene por unos micro segundos. ¿Es esto lo que estoy viendo o es solo imaginación mía?. Al acercarme un poco más logró visualizar mejor un cuerpo acurrucado en el fondo de la endeble caja de cartón.

No puede ser. Una jovencita.

"Francis" Llamo al muchacho. "Toma las llaves de mi auto, en el asiento trasero están unas bolsas, busca en ellas una manta"

Mientras escucho como sus pasos se van alejando decido acercarme un poco más a  la pequeña muchacha. Sus pies están descalzos y sus dedos rojos me llaman la atención.

Se está congelando.

Su largo y enmarañado cabello no me permite ver su cara, por lo que mis sospechas pueden ser equivocadas y ella puede ser un el, aunque su género es lo que menos me importa en este momento.

Sin importarme si es ella o el aprieto un poco más de la cuenta mi mandíbula. Debe entrar en calor antes de que entre en hipotermia.

"Oye" mi absurda forma de llamar su atención funciona, sus ojos están entre cerrados, por lo que no logro distinguir el tono de estos, la forma de su cara y sus facciones delicadas me indican finalmente que si es una jovencita. Cuando su frente se arruga y el temor se apodera de su cuerpo trata de alejarse más en la caja, aunque no logra ya que, de por si ella está hasta el fondo de la caja. El pecho se me estruja al ver sus ojos vidriosos. ¿Qué te hicieron? ¿Quien te hizo esto?.

"Hola, bonita" Trato de ser lo más suave y lento posible al ponerme en cuclillas . No quiero asustarla más de lo que ya está. No quiero hacer las preguntas que rondan por mi mente, no ahora que no confía en mi.

"Hey... se que tienes frío" Lo primero es lo primero, y hacer que entre en calor es mi prioridad en este momento.

"¡Señor!" El grito de Francis hace que la chica se haga bolita dentro de la caja, asustada, incluso más de lo que estuvo conmigo hace unos pocos segundos.

Con un leve gruñido me levanto, tomando la manta nueva que compre y que le mande a traer a muchacho, vuelvo a dirigir mi atención a la asustadiza jovencita.

"Francis, entra a la cocina y prepara un spaghetti con albóndigas" Como chef, aveces mis ordenes salen mucho más estrictas de lo que en un principio planeo y por la rapidez que se necesita en la preparación de los alimentos nunca termino pidiendo las cosas como de verdad se deben de pedir. "Por favor" Los sonidos de sus zapatos chocando contra el asfalto me indica que se está alejando. Aún con mi vista en la jovencita trato de convencerla de salir de su escondite.

"Hola bonita" vuelvo a empezar mi discurso. "Me llamo Ian" mi presentación la hace verme curiosa.

"¿Cuál es tu nombre?" Me atrevo a preguntarle, pero ella no responde.

"Eres un poco tímida ¿eh?" Suelto.

"Esta bien corazón, no hay nada de que avergonzarse" Al parecer mi corto diálogo le brinda un poco más de comodidad. Aún sigue abrazada a su cuerpo pero ya no tan fuertemente. Parece que lentamente se va relajando. Las palabras son la clave.

"¿Ves está manta?" Vuelvo a preguntar. Definitivamente ella no hablará conmigo, al menos por el momento, por lo que hacer preguntas evidentes y que sus respuestas fueran simples, la ayudaría a responderme aunque sea con un movimiento de cabeza. "Es muy suave y afelpada" continuo divagando, la piel de mis brazos se estremece ante una ráfaga de viento. Deberas necesito sacarla de aquí.

"¿Quieres esta manta?" Me atrevo a preguntar. Aunque sea una respuesta negativa igual planeo dejársela. Ella por su parte ni se inmuta. Esta muy asustada para hacerlo.

"Bien" suspiro. Esto no está funcionando. "Toma, aquí está" dejó la manta cerca de la caja donde está. "Es tuya, no dejes que el viento se la lleve" es lo último que digo antes de levantarme y caminar devuelta a la puerta de la cocina.

No planeo rendirme, pero la estrategia de la manta parece no funcionar como espere que lo hiciera. Ingresando a la cocina, rápidamente me percato de Carl, el segundo chef a tomado mi puesto mientras no estaba.

Aunque ese sea su trabajo, procuro agradecerle al pasar a su lado. Ahora caminando por los pasillos de la cocina mi dirección está en Francis y el plato que le mande a preparar.

"Chef" habla al verme "Ya estoy finalizando el platillo que me mando a preparar, solo falta rallar un poco de queso en el"

"Recuerda que el queso es un extra, el cliente es quien decide si lo quiere con queso o no"

"¡Oh! Si, lo siento mucho" Su disculpa me hace reír. "Si, bueno. Todos estamos aquí para aprender" Era entendible su pequeña equivocación, puesto que era nuevo y aún no se le permitía cocinar los pedidos de los clientes. Francis se esforzaba bastante y eso, a pesar de estar siempre ocupado lo notaba.

Tomando el plato de espaguetis con albóndigas, le doy las gracias por encargarse de prepararlo, tomando un tenedor limpio del lavaplatos lo dejo reposar en el plato de comida.

Mi plan con la manta no había transcurrido como me hubiera gustado, no había logrado sacarla del frío y eso definitivamente me frustraba bastante.

Espero que la comida le ayude a soltarse un poco más. Al menos me gustaría saber su nombre, escuchar su voz. 

¡Sorpresaa!

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¡Sorpresaa!

En estos instantes me encuentro editando cada capítulo anteriormente publicado con esperanzas de refrescar un poco las ideas que deje abandonadas hacer más de dos años. Y si así me lo permite la vida, poder continuar con esta historia que parece gustarles a pesar de tanto tiempo pasado.

Amarte, Dalia.Where stories live. Discover now