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DALIA

El escozor entre mis piernas durante la caminata fue detestable, el tener que caminar persiguiendo a Bethany no ayudaba en nada. Sean me salvó cuando ella quiso que corriéramos, y luego me volvió a rescatar de tener que caminar todo el regreso a la casa.

No sé cuánto tiempo había pasado de eso. Bethany había traído a la sala un gran saco repleto de cosas que chocaban entre sí. El sonido que habían hecho todas las cosas dentro de él cuándo las tiró de golpe me había asustado. Pero Sean estaba a mi lado, lo que me hizo tranquilizarme un poco.

Ahora que estábamos fuera de nuestra casa, sentía seguridad al permanecer cerca de ellos. Me gustaba esa sensación, pero me asustaba el pensar que llegará el momento en el que no los tendré a mi lado para sentirme segura.

Me extrañó la petición de Bethany, algo de que jugáramos. Sentía esto extraño, como si alguna vez yo hubiera jugado ya con las cosas que Bethany tiró al suelo. Eran bloques de construcción. Al principio no quise hacer mucho, solo apilé unos cuantos mientras que ella hacía todo el trabajo. Luego dijo algo de hacer un castillo, no sabía de qué hablaba o cómo pensaba hacer eso con estos bloques, así que solo copió lo que ella hacía.

Observaba de vez en cuando hacia donde estaban los demás, no quería que se fueran sin mí. No era que odiara este lugar, pero prefería estar con ellos que acá. Todo se mantiene igual, hasta que escucho a Bethany anunciar algo extraño. Paul se levanta mientras los demás siguen hablando. Algunas risas se escuchan, pero no presto atención.

Finjo que sigo ocupada, distraída con los bloques que trajo Bethany, pero mis ojos se deslizan a la esquina donde la llevó Paul. Ella ríe mientras él la acuesta en este artefacto acolchado, obligo a mis ojos a desviarse cuando notó que está desabotonando su overol, un vistazo rápido hace que mis orejas empiecen a sentirse calientes. Paul le ha bajado el overol, dejándolo en sus tobillos, Bethany no parece asustada o enojada... más bien actúa como si lo que estuviera pasando no le importara o ya estuviera muy acostumbrada. Está feliz. Paul ha tomado un paquete de plástico donde empieza a sacar paños húmedos, trato que mis manos se mueven apilando cualquier bloque, no quiero que me descubran viéndola... mi corazón se acelera un poco, pero no dejo de ver por el costado de mis ojos cuando saca de algún cajón algo mullido y limpio. Un pañal, lo reconozco al instante. Bethany ríe mientras él le sopla el ombligo, mi frente se arruga al sentir un torbellino de emociones... ¿De dónde vienen?

Una sensación de electrocución pasa por mis manos al mismo tiempo que llegan estas emociones, sin preverlo, tiro la torre que ha hecho Beth. No me importa.

"Ohh no" Bethany suelta, haciéndome volver por un instante, tiene su frente arrugada al ver el desastre que he hecho. Paul le indica que no pasa nada mientras la vuelve a vestir, pero yo sé que si pasa algo... me pasa algo a mí.

Me quedo congelada, en mi lugar, sin entender qué me está ocurriendo, no estoy atenta a lo que dice Bethany, pero mis manos se mueven complaciéndola, mi cuerpo toma control de la situación mientras mi mente es un desastre. Yo también uso eso, pero trato de esconderlo...

No me doy cuenta de que está anocheciendo hasta que Sean me llama, no logro tomar todo el líquido que me da en un vaso. Bethany ahora está recostada con Charlotte en uno de los muebles, sostiene un biberón, fragmentos de mi mente reproducen momentos con Ian y Sean que no recordaba haber vivido, me veo desde arriba, ellos están a mi alrededor en su habitación, parezco haber llorado, alguien sostiene un biberón parecido al de Bethany, me encuentro tomando mientras unos labios tocan mi frente. La imagen no me atormenta, me llena de paz. Se siente bien.

Mi vista se vuelve a enfocar, quitando mis ojos de la pared, observo rápidamente a Bethany, toma del biberón mientras Charlotte lo sostiene, como a mi hace segundos, luego observo lo que tengo en las manos, un vaso, yo sola lo sostengo, mi pecho se siente atrapado ante emociones que no logro distinguir. Trato de tragar todo el contenido, pero ya no quiero más.

Amarte, Dalia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora