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SEAN

"Nena, vamos a sentarnos mientras Ian mete las cosas" pido, permitiéndole entrar a la casa con los zapatos puestos. Ella camina raro, su frente se arruga en cada paso que da hasta que se sienta, así que tomo esto como una señal y no aguardo más. Ella me ve con sus ojos miel muy abiertos. "¿D-e que hablas?", pregunta vagamente escondiendo sus dedos en sus puños.

"Quiero saber qué te ocurre" pido de forma directa. "Algo te pasa" afirmo.

"Y-o" Dalia esquiva mi cara, suspiro, ha estado actuando así desde la visita a la casa de Charlotte. Su cara se suaviza un poco al yo mencionar su forma extraña de caminar, parece aliviada. Aliviada de que no pregunte por otra cosa. Un pequeño nudo se forma en mi pecho, le pasa algo más... algo más de lo que le he dicho. Suspiro.

Una cosa a la vez, trato de no ser necio y empujarla más de lo que ella puede sobrellevar. "¿Algo te molesta?" Pregunto como sí tratase con un infante. Ella tarda en responder, pero lo hace afirmativamente. "¿Es dolor en tu cuerpo o..." no termino de preguntar cuando ella suelta un "sí" pequeño, pero firme y muy rápido. Achicó mis ojos, algo más le pasa y está tratando de evadir el tema.

Así que planifico rápidamente mis opciones, primero: saber qué le está ocurriendo físicamente; segundo: terminar mi pregunta anterior.

"¿Me puedes decir en donde duele?" Pido más gentil de lo que suelo ser, todo lo que hago por esta nena hermosa que no se comunica.

"Ehm..." suelta nerviosa "es... este... hm... en el cuerpo" divaga. No quiero asustarla, pero tengo que empujarla un poco más para que encuentre el valor de decirme exactamente que le ocurre.

"Nena, me gustaría que fueras directa" pido tratando de hacer que no suene tan a regaño "pero sí no crees poder hacerlo, puedo hacerte preguntas de sí y no hasta que adivine"

Definitivamente, esa segunda opción no me gustaba en nada, existían mil y un síntomas para mil y un cosas distintas, adivinar lo que le estuviera ocurriendo tardaría mucho tiempo y tomaría más paciencia de la que tengo, la incertidumbre y yo no somos buenos amigos, y mucho menos cuando se trata de Dalia.

Dalia se toma un tiempo para responder, pero al final lo hace. "Es... atrás" frunzo el ceño.

"¿Es tu espalda?" Pregunto tratando de adivinar. Las cicatrices que había visto no eran recientes, pero la conversación que tuvimos de las mías y sí me dolían me hacía pensar en que tal vez eso era lo que la estaba incomodando. Tal vez una mala cicatrización le produce dolor. Ella niega. Yo continuo.

"¿Tu tobillo?" Indago. Aunque el tobillo no se encontrase en la parte posterior de su cuerpo, no podía dejar pasar la pequeña lesión que había tenido. Las radiografías que habían tomado no mostraba que el hueso de su tobillo estuviera lesionado. Así que...

"¿Es tu cabeza?" Me asusto, me asusto más por mis pensamientos que por su respuesta negativa que no veo "Dalia, ¿te golpeaste la cabeza?" Esta vez la adrenalina corre por mis venas. Tal vez cuando la encontré tirada afuera tuvo una contusión... una contusión no se puede ver en radiografías. Necesitaríamos ir al hospital. Me acerco a ella, a su bonito cabello secado y liso, mis manos pasan por la parte trasera de su cabeza, en búsqueda de una zona abultada.

"Noo" Dalia suelta una ahogada negativa encogiéndose más en el sofá. Permanezco inmóvil "Es mi trasero"

"¿Qué le pasa a tu trasero?" Pregunto confundido. ¿Tendrá alguna fisura? ¿Hemorroides? ¿Algún absceso?

"Duele" su respuesta es directo, concisa, pero no me da la información necesaria.

"¿Te caíste?" Cuestiono.

Amarte, Dalia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora