Capítulo 2 {EDITADO: 20-11}

566 44 12
                                    


Capítulo 2

11 de septiembre del 2001

17:25

Me despierto cuando oigo un ruido extraño, noto mis labios resecos y tengo mucha sed. El dolor vuelve a paralizarme y no se oye nada ni a nadie. Solo silencio y algún que otro crujido. Miro a Marizza que está tosiendo, veo como se quita el pañuelo del cuello y se lo anuda alrededor de la boca.

—¡Oh Dios mío! —Exclama Marizza— ¿Y si ha muerto...? —Llora.

—Me quedé dormido —digo.

—¡Wal!

—Sería mejor que no os durmáis —dice George—. Nos has dado un susto tremendo, chico.

Marizza sigue llorando.

—¡Eh, tranquila! Saldremos de aquí.

—¿Qué pasa? —Pregunta el inglés con su curioso acento— No vayamos a... perder la cabeza ahora. No pienses en nada más que en salir de aquí, ¿está claro? —Le dice.

—Vale —dice, sorbiendo por la nariz.

Un sonoro golpe hace temblar todo durante un segundo, ¿qué está pasando? ¡Joder, que día de...!

—Mierda —dice el bombero y se protege con las manos y el casco.

Todos empiezan a gritar.

—¿Que está pasando? —Grita Marizza.

George nos hace una seña con la mano que significa «cerrad el pico».

—Teniente George McCain, parque de bomberos 23 de Manhattan.

Nada. Repite lo mismo.

—¡Mierda!

Le da con tanta fuerza al botoncito que oigo el chasquido.

—Teniente George McCain, parque de bomberos 23 de Manhattan.

Nada.

—¡Joder! ¡Qué hija de puta!

A todas las unidades, reagruparos en opuesto de mando —Se oye.

—¿Me oye alguien?

McCain, reagrúpate en el puesto de mando.

—¡Dios! Estoy en la escalera b del edificio uno.

¡Acaba de caer el siete! —Grita uno— ¡Salid de allí!

—Joder, no me oyen...

Base a rescatadores, se suspende la búsqueda de víctimas.

—¡No me jodas! ¡No!

—Por el amor de Dios, estamos aquí —llora Kevin.

—Por favor, calmaos, nos rescatarán pero lo hacen por precaución. Acaba de caerse el siete, es —tose— normal.

—No tenemos agua ni comida... —se queja una chica.

—Pero estamos vivos, eso es lo que cuenta —digo, me estoy poniendo enfermo con tanta queja.

A esta gente la quisiera ver en el desierto viviendo en tipis de piel de cabra, a cincuenta o sesenta grados y casi sin agua.

¡Malditos yupis pijos!

20:00

—No van a venir, ¿verdad? —Pregunta Marizza, no sé a quién.

—Estamos trece personas en la escalera B del edificio uno, ¿Por qué nadie viene? ¡Joder!

[1] Memorias de un superviviente ©2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora