Capítulo 12 {EDITADO: 20-11}

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Capítulo 12

30 de marzo del 2002

11:00

Es alucinante que en este descampado haya estado el Word Trade Center... Parecen las obras de una nueva estación de metro o tren. Una chica está con la cabeza gacha rezando, así yo hago lo mismo, coloco mis manos a la altura de la cara y dedico una oración a aquellos conocidos que murieron y a los que no conocía. La chica me mira y hace un gesto con las manos, eso sí que es lo que es: la señal de la cruz. Cuando bajo las manos suspira.

—Que terrible todo eso del atentado —dice la muchacha con un acento que conozco como la palma de mi mano.

—Horrible, tienes razón.

Es guapa. Sé que tiene ganas de preguntarme porque rezaba así pero no dice nada.

—Y todos esos bomberos que murieron...

—¿Te hace un café?

—No sé... —dice ella, no muy convencida.

—Es una cafetería que conozco y hacen el café muy bueno.

—Dios te oiga, el que hacen en esta ciudad me da dolor de barriga.

—Eso es por la mierda de agua que tiene esta zona, no ciudad. Por cierto, me llamo Walîd.

—Yo Vanessa.

Llegamos a mi cafetería predilecta y lo primero que veo es como John, el dueño, se queda mirándome con una cara de sorpresa que me sorprende hasta a mí.

—¿Walîd? ¿Atta?

—¡John!

—Esto es increíble —mira a los lados—. Perdón que te lo diga así, pero me contaron que habías muerto.

—¿Yo, muerto? ¿Quién cojones ha dicho eso?

—Lo oí...

—Pues no estoy muerto, ya ves.

—Me alegro por ti, pero algunos de tus compañeros lo piensan.

—No me jodas... Ponme un capuchino y cállate la boca. Si ves a alguno de esos gilipollas les dices que estoy vivo, me desfiguré el puto cuerpo y la cara pero estoy vivo. ¿Qué quieres, hija?

—Otro.

Cuando nos los sirve nos sentamos en donde lo hacíamos Kevin, Mariza y yo cada cambio de turno.

—Perdón por las palabrotas, pero la gente de esta ciudad es idiota. Ya lo ves. Me contaron que habías muerto, blablablá.

—Ya me he dado cuenta de que son un poco especialitos. Perdón si eres de aquí, pero son demasiado arrogantes.

—¿Yo de aquí? —Río— Antes me hago el harakiri con esta cuchara. Además debo confesarte una cosa: odio hablar inglés —digo en italiano.

La muchacha ríe y luego suspira.

—Yo aprendí inglés en la escuela y luego desde mi casa.

—Y yo aprendí italiano porque mi madre me enseñó cuando era pequeño.

—¿De qué parte de Francia eres?

Me entra la risa y un hombre me mira.

—¿Acaso tengo pinta de francés?

—No sé —se encoje de hombros—, como tienes ese acento...

—Y hay tantos árabes en Francia. ¿Y si hubiera sido afroamericano?

[1] Memorias de un superviviente ©2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora