5.

1.8K 123 6
                                    

La niña del tren

Una pesadilla disfrazada de retrospectiva viene a mi mente mientras duermo; mientras mi conciencia navega perdida, sin una brújula que la guíe hacia puerto seguro. Es la misma imagen que veo una y otra vez durante casi todas las noches, aunque estoy consciente de que no es un sueño ni una pesadilla como las que suelo ignorar, sino más bien un recuerdo impregnado de terror que no deja de venir a mi cabeza hasta convertirse en un yunque que debo cargar sin reparos. Es el capítulo de mi vida que me resulta más tortuoso y que a pesar de los intentos nunca logro dejar atrás. Es la escena donde la protagonista soy yo, una adolescente perdida en un entorno de llamas y cuerpos convertidos en ceniza. Es la fatídica historia, de la niña que sobrevivió a los atentados del metro de Londres.

     —No tengas miedo, Evie —me dijo la señora Victoria en los pasillos del aeropuerto—. Los aviones son muy seguros según las estadísticas. Le hablé a tu tía y estará esperándote en cuanto aterrices.

     —Imagino que son tan seguros como los trenes —le respondí con ironía.

     —Deberías dejar de pensar tanto en eso y hacer tu vida de nuevo. La vida sigue, Evie. Es mejor que dejes atrás lo que ocurrió si quieres salir adelante.

     —Pero quiero continuar con mi vida aquí, en mi ciudad. En ese país no conozco a nadie. Me va a costar mucho acostumbrarme.

     —Eso es algo normal, Evie. Nos pasa a todos cuando llegamos a un lugar desconocido —la señora victoria comenzó a acariciar mi cabello de una forma tierna—. Pero no te preocupes por eso. Tu tía se encargará de cuidarte y allí podrás continuar tus estudios. Esto es lo que ellos querían antes de morir y debes hacerlo. Le prometiste a tu padre hace poco que te convertirías en doctora, ¿no es así? Entonces ve y estudia hasta que lo consigas. Conviértete en una gran doctora como le dijiste a tu padre.

     —¿Pero por qué tengo que irme tan lejos para hacerlo?

     —Porque aquí no te van a dejar en paz, creo que ya tu tía y todos te lo han dicho. Sé que esta es tu ciudad, pero si te quedas, tu vida va a ser muy difícil después de lo ocurrido en ese tren. Por eso es mejor que te vayas y termines tus estudios allí.

     —Está bien... —asentí—. Muchas gracias por todo, señora Victoria. La llamaré entonces cuando esté con mi tía.

     Tenía el mayor reto de mi vida frente a mí. Nunca antes había salido de mi país y solo recordaba los días en los que andaba con mi padre recorriendo las calles de Londres. Ahora tendría que enfrentarme sola a un mundo desconocido, a una ciudad que solo había visto por televisión y a la que la mayoría de las personas llamaban la Capital del Mundo.

     El aeropuerto era tan desconocido para mí como muchos otros lugares, aunque siempre quise montarme en un avión para ir a donde había soñado desde que tenía conciencia: a Disneyland con mis padres.

     Caminaba rumbo al avión al lado de la señora Victoria. Miraba el tablero de ruta una y otra vez hasta que al fin logré darme cuenta de que mi destino no era el que siempre había soñado. En lugar de ir a conocer a Mickey Mouse y a mis demás ídolos, me trasladaba hasta otro lugar para convertirme en una doctora. Debía enfrentarme con un monstruo completamente desconocido cuya boca de dientes filosos parecía querer devorarme.

     Una hora después me encontraba sentada en un gigantesco avión; un aparato con alas metálicas que me llevaría directo hacia Nueva York. Me veía obligada a trasladarme hasta una extraña ciudad donde tendría que comenzar una nueva vida, y también, tratar de olvidar la que dejaba atrás.

LA MUERTE TIENE OJOS AZULES (Disponible en Librerías)Where stories live. Discover now