18.

694 68 4
                                    

El Caballero Azul (II)

Es muy poco lo que cuenta la historia sobre aquel episodio que marcó la primera derrota anglosajona en las tierras Britanas, y solo fue cuestión de días para que, en todo el territorio, se promulgara la gran victoria de las fuerzas de la isla contra los invasores. El nombre del Caballero Azul y la presencia de su compañera tenebrosa pasaron desapercibidos, y el mérito de la victoria en el monte Badon se le entregó al entonces comandante de las tropas en el territorio Britano, Ambrosio Aureliano.

     La fama no era algo que le importara demasiado a Darren. Mucho menos el reconocimiento por algo de lo que no se sentía para nada orgulloso, algo que no consideraba una bendición, sino su peor pesadilla. El Caballero Azul era un hombre solitario y siguió siéndolo después de la batalla en el monte Badon. En ocasiones, se sentaba sobre una roca a las orillas de algún río o quebrada, con su corcel blanco junto a él, acariciándolo y hablándole como a un gran amigo. Aunque también en otros momentos, se le veía susurrar y conversar con su protectora invisible.

     Yo vi muchas de sus tristezas. Presencié muchas de sus lágrimas mientras miraba como un fantasma desde lo alto, sin saber si podía hablar o hacer parte de aquellas escenas. Su maldición lo perseguía a donde fuera, al igual que la sed de venganza que sembró en el rey Aelio y su ejército de sajones, ya que, desde aquel fatídico día en que la humillación fue lo único que obtuvieron, el Caballero Azul se convirtió en su principal objetivo.

     Varios grupos de mercenarios fueron enviados desde todos los lugares para matarlo. La cacería se hacía cada vez más intensa. Los sajones tomaron represalias contra todo lo que encontraron a su paso. Mataron a miles y quemaron decenas de aldeas intentando dar con el paradero de su enemigo. De esta forma, una ola intensa de muerte y terror consumió por completo la isla.

     Ese evento me generó un enorme manto de duda. ¿Cómo era posible que hubiera muerte en todas partes si el Caballero Azul la controlaba? Luego, el tiempo y los sucesos que veía desde donde me encontraba me entregaron una respuesta: Darren no la controlaba. La muerte seguía tan campante por todos lados cumpliendo su trabajo como siempre lo había estado, pero cada vez que él estaba en riesgo, ella aparecía para protegerlo y mostrarle su afecto.

     El nombre del misterioso Caballero Azul comenzó a correr de boca en boca por toda Britania. Darren se defendía con gran destreza, apoyado en ocasiones por su compañera, de todos los grupos de sajones que venían en su contra. Diez, veinte, treinta, y muchas veces un número mayor, todos caían de la misma forma mientras intentaban aprisionarlo sin ningún éxito. Pasaron varios años y la sangre corría a raudales, como los ríos.

     No había nadie en el mundo que conociera mejor a la muerte que el mismo Darren. Ella se había convertido en su amiga, en su compañera y su fiel enamorada, pero como suele suceder con todas las maldiciones de este tipo, Darren no quería continuar siendo el guardián de la muerte. No quería seguir siendo inmortal ni conservar su misma edad y juventud, viéndose obligado a presenciar cómo toda su vida pasaba sin más propósito que el de portar el título de "Caballero Azul". Quería ser alguien normal, alguien que pudiera procrear una familia y ver a sus hijos crecer como lo hacen todos, y de esta forma se lo hizo saber a Ella, a la . Sin embargo, la eterna enamorada no estaba dispuesta a soltarlo y dejar que se fuera tan fácil.

     —Si quieres deshacerte de mí para convertirte en alguien normal, tendrás que darme a otro igual que tú —le dijo ella en cierta ocasión en las orillas de un río.

     Otra persona igual que él... la exigencia parecía irrealizable desde todo punto de vista.

     Mientras combatía contra sus enemigos que venían desde todas partes, cada vez más numerosos, Darren recorría las villas y los pueblos buscando a alguien que se pareciera a él, a alguien que pudiera enamorar a la muerte y le ayudara a deshacerse de ella para vivir una vida normal. Lo intentó durante muchos meses, e incluso durante varios años, pero su búsqueda se hacía más infructuosa cada día. No era fácil encontrar a alguien con ojos similares al cielo, con un rostro parecido al de los ángeles y con una sonrisa que iluminara más que el sol. Hasta que un día, cuando pasaba por una tribu que había cerca de Londinium, la capital de Britania, se encontró con una mujer hermosa de ojos azules. ¡Era tan parecida a mí! ¡Su rostro y físico eran tan similares a los míos que por poco me caigo desde donde estaba, en las alturas, cuando la vi!

LA MUERTE TIENE OJOS AZULES (Disponible en Librerías)Where stories live. Discover now