Capítulo 9

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Antes de irte me dijiste que me amabas, decirlo te liberó, te hizo sentir bien y te despojo de la tortura que implicaba tener esa palabra ahogada en tu garganta. La casa vacía casi por completo; lo único que quedaban eran las cortinas en las ventanas, un sillón en la sala en el que habías dormido las últimas noches, un par de cajas en la habitación y tus maletas en la puerta.

Ambos sabíamos que sería el fin de un nosotros que nunca existió, el fin de algo que surgió después de mi muerte. La línea delgada que nos separaba jamás se rompería y nuestras almas separadas dejarían de ser una. Era el final de tu imperfección llenando todos mis espacios vacíos, el final de tus sonrisas hacia el infinito y de mis eternas platicas con tu sombra.

La eternidad se detenía, el castigo pronto sería revocado. Seguirías tu camino en la vida y yo el mío en la muerte; al fin iría al lugar al que van los amigos imaginarios cuando son olvidados y sus recuerdos son borrados. Tu futuro era incierto al igual que el mío y, estábamos bien. Temí ese día desde que llegaste y entraste por la puerta principal, volviste a mí; temí demasiado, me arrepentí, te vi y sufrí aún más. Todo debía terminar en algún punto, aún no era ese punto, lo veía venir rápido y sin piedad.

Siempre tuve miedo de los finales y los cambios, me aterraba pensar en que todo tiene un inicio y un final, que todo debe cambiar y adaptarse. Jamás temí tanto como cuando estabas a punto de irte. 

El Alma de un "Amigo Imaginario"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora