Capítulo 10

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¿Por qué me pediste perdón? En ese momento no lo entendí, pero pensabas que yo debía liberarte, era todo lo contrario. Pediste perdón varias veces en todo el tiempo que estuviste aquí pero, el último día lo hiciste demasiado. Yo no debía perdonarte, yo debía pedirte piedad mil veces todos los días, nada jamás justificaría mis acciones.

Lloraste aún más que las veces anteriores y te prometiste que sería la última vez que lo harías. Pude ver todas las lágrimas empapándote y tu rostro rojo y agotado. Deseabas desaparecer en un suspiro, suplicabas por que cada respiración fuera la última y querías que estuviera allí contigo. Siempre estuve y en tu corazón lo sabías pero, no fue suficiente, para ninguno de los lo era. Ambos queríamos más y nunca obtendríamos nada.

Te levantaste del sofá, parecías una loca completamente desquiciada y tú sabías que aun así seguías un poco cuerda. Tomaste de una de las cajas un aerosol color dorado y escribiste:

"Por el alma de mi amigo imaginario, seamos libres en vida y muerte."

En la pared negra de mi habitación relucían las palabras que escribiste; dejaste la lata a un lado y te tiraste al piso con las manos en la cabeza, gritaste y pataleaste desesperada, sería la última vez que te permitirías pensar en mí, en ti, y en lo que nunca fuimos juntos.

Luego de eso no recuerdo mucho, solo a ti llorando por mucho tiempo; te levantaste, leíste cada palabra de la pared, fuiste al baño a lavarte la cara para tranquilizarte, finalmente tomaste las últimas cosas y te liberaste al salir por la puerta, me liberaste y, a pesar de todo seguimos atados el uno al otro por cadenas que nosotros mismos creamos para recordar los pecados que nos unen para siempre.

El Alma de un "Amigo Imaginario"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora