Capitulo Cuatro

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Llevaba tiempo sin venir a esta parte de parís. Todo ha cambiado, el color dorado que resplandecía en las vitrinas y ventanas de las casas y edificios ahora están llenos de polvo y con los vidrios rotos. Mugre y polvo bañan las calles y paredes por donde mirase como si se tratara de un viejo lienzo a blanco y negro.

-te sorprende ¿verdad? –dijo Doug pateando una lata y lanzándola lejos- yo vivía en esta cuadra –suspira y señalo hacia una esquina donde decía “Glutche’s”- ahí comíamos a diario con mi esposa… -comenzó a hablar más lentamente y negando- oh Skylar cuanto te extraño… debí ser yo el que ocupara aquel lugar…

No quería seguir con la conversación aunque la curiosidad mi picaba y no dejaba de rondar la misma incógnita- ¿es mucha molestia si pudiera saber que le paso a su esposa? –y las palabras salieron expulsadas de mi boca como balas.

Doug se detuvo frente un enorme vidrio roto dejando ver el interior un restaurante en un total alboroto, se acercó y atravesó el hueco que había en el vidrio roto estiro la mano para que entrara. Observe a mi alrededor tal vez no atrasáramos un poco.

-Descuida, más adelante esta el sitio donde se supone tenemos que encontrarnos con “ellos”. Además no parece que hayan saqueado el lugar y este lado de la ciudad tiene suficiente suministros para alimentar a la ciudad entera durante unos cinco años  -sonrío y agarro unas latas y las metía una por una dentro de un enorme costal mirando la fecha de vencimiento- Veras… una semana después de lo que sucedió, aún vivía en este lado de parís y pues pensamos que si nos quedábamos en el lado del gobierno tendríamos una paz como decirlo hmmm “pasajera” pero ya sabéis el resto –trago saliva y continuo con algo de dificultad con su voz quebrada- ella trabajaba en el gobierno y supo algo que solo yo y ella sabemos, algo que si en algún momento esta ciudad se llegara a enterar todo lo que conocemos volvería al origen de esto a una anarquía. Ella quería contárselo toó a la gente, que dejaran de vivir segados pero antes que ese momento llegara ella murió. Aun oigo sus gritos de dolor en mis sueños tan vivos y latentes como este momento.

Duramos una media hora recogiendo y guardando suministros en un rotundo silencio aun circulando en mi cabeza lo que él me había dicho sobre su esposa ¿Qué será aquel misterio que el gobierno no quiere dar a conocer? El lugar de reunión era un local con las ventanas tapiadas y con una luz titilante sobre una mesa polvosa.

-¿Dónde estabas? –Alex me fulminaba con su ardiente mirada.

-Solo quería ayudar, ya sabes salir de la rutina –Puse énfasis en esta última con unas comillas al aire.

El bullicio que había en la habitación fue interrumpido por el golpear del cuero contra el suelo que cada vez se incrementaba.

-Bueno bueno esto no es un lugar para venir a cotillear de las nuevas buenas, vinimos a hacer táctica –Se acomodó la camiseta militar que tenía puesta y dejo a un lado el arma que traía consigo.

-¿Y Joe? –Pregunto uno de los chicos que nos acompañaba, de inmediato los susurros comenzaron a incrementarse.

-Verán Joe hoy tuvo que ausentarse por motivos personales… vamos el es padre y no tiene con quien dejar a sus críos –suspiro ella y se acerco a una mesa polvorienta colocando igual un mapa de Paris donde estaba señalado con chinches rojos estratégicamente conectados y unidos con hilos de un rojo carmesí apuntado hacia el centro de la capital- mi nombre es Micela y mientras Joe no este, estaré a cargo.

Desde donde estaba podía verla a ella, con su boina verde militar, era de un cabello ondulado cobrizo, amarado feroz mente a una trenza mal hecha que caia sobre su hombro izquierdo y llegaba un poco mas abajo se sus hombros, la piel era de un blanco pecoso no parecía una fiera pero a veces las apariencias engañan…

Daylight; 2050Where stories live. Discover now