2-AMOR AL CAFÉ

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Y ahí me encontraba yo, sentado en mi oficina (que en realidad sólo era un pequeño escritorio con cristales a los lados), esperando que diera la hora para salir a comer, tenía una cita muy importante con un hombre poderoso y por supuesto con hombre poderoso me refiero a Neall, un estómago que me pedía comida y una flojera de hacer los horarios para el convivio que se acercaba, y bueno los horarios era lo de menos, decoraciones, actividades y demás me agobiaban, sobre todo porque era de primavera y había que ponerse creativo, a diferencia del invierno, todos eran Grinch o muñecos de nieven y punto, ser creativo no era algo que me agradara mucho.

Mientras yo estaba como desesperado en mi lado de la ciudad, al otro extremo de esta misma una chica hermosa se ponía una gorra, un botón morado que resaltaba el nombre de la tienda de pasteles (como si la gorra y la playera con logo no fueran suficientes); recibía un paquete de pastelillos de su hermana y los colocaba con delicadeza en una caja de cartón con asas.

Por fin daban las 3:00 de la tarde, yo, ni lento ni perezoso y alegre de la vida tomé mi chamarra, credencial y dinero, me disponía a salir cuando la voz de Martita (la secretaria que me ayudaba en mi fastidioso empleo) rompió mi aura de paz; siendo una mujer de más de 50 años su voz era un poco grave y cansada, contrario a ella que era una dulzura de mujer y muy activa además. Pero eso no le impedía recordarme constantemente que debía hacer las cosas a la perfección, así que de su melodiosa y ronca voz salió:

–Recuerda que es sólo una hora para comer, hora y media cuando mucho, no vas a comer a Acapulco.

–Lo sé, pero no te ofendas, no es que esté mal que te guste estar encerrada, pero yo siento que estas paredes me vigilan, bueno las paredes y el de intendencia, no quiero ser parte del mobiliario de este lugar así que necesito salir, si no lo hago con frecuencia estoy seguro que poco a poco aparecerá un tatuaje en mi espalda con el logo escolar, algo así como la marca diabólica sólo que aún peor –Contesté mientras me terminaba de poner mi chamarra y caminaba hacia la salida.

-Claro, claro, pero por favor precioso, no tardes demasiado, esos horarios no se hacen solos y no seas malito, de regreso tráeme un café por favor– Agregó un tono dulce y melodioso a su voz para hacer más factible un si a su petición.

Es imposible decirle que no a una señora tan linda como ella, siempre que necesitaba un favor estaba dispuesta a ayudarme, siempre es amable, se preocupaba por mi, era dedicada a su trabajo y tenía un matrimonio muy estable, una mujer chapada a la antigua.

Asentí con la cabeza y luego crucé esas puertas sintiendo un poco de libertad.

Tomé un taxi al café ¨Easy Rock¨, un lugar que Neall y yo habíamos descubierto en nuestros días de ocio mientras moríamos de hambre, servían comida bastante buena y un café que siempre me levantaba el ánimo y me ayudaba a tolerar más el trabajo. Yo no solía usar taxi, me iba en camión por lo general para no gastar dinero (porque el ser clase media ya era algo adherido a mi ser), pero quería llegar temprano, arribé al lugar corriendo y Neall ya se encontraba sentado.

–Miren quien por fin llega temprano– Dijo Neall cuando me vio mientras me saludaba, yo esperaba llegar antes que él, pero algo es algo.

–Ya me urge comer, te lo juro, ¿ya pediste?– Pregunté tratando hábilmente de evadir su sarcasmo.

–Vaya, entonces si no fuera por tu hambre me dejarías colgado– Comentó Neall en un falso tono de indignación– sí, ya pedí, una hamburguesa diabética para ti y para mí una ensalada de Cus cus.

–Amigo, comprendo que aportas tu grano de arena al mundo y todo eso, pero de verdad no puedo creer que seas vegetariano, te pierdes de lo más delicioso de esta vida: la grasa– lancé un beso al cielo– por favor, México tiene las comidas más ricas de esta vida: gorditas, quesadillas, sopes, huaraches, tacos, tamales y tú te pones a comer pasto ¡POR DIOS ¡

Memorias de un corazón torturadoWhere stories live. Discover now