8-LA COMIDA EN EL PARQUE

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Era sábado, aún temprano y con un sol que cansaba de sólo asomarse a la ventana, tenía varios días que no sabía de Cristina, le había mandado un mensaje de texto deseándole buenos días en la semana y ella me los contestó, pero eso era todo.

Me encontraba en el parque, estaba sentado en una banca mientras comía unos cacahuates y tomaba un agua de sabor, leía mi libro favorito, eran aproximadamente las 11:00 a.m. y yo tenía planes para todo el día; estaba plácidamente cambiando de hoja a mi lectura cuando sentí como agua empezó a correr por mi cuello y mi cabello, cerré el libro con rapidez y me volteé dispuesto a golpear al idiota que se haya querido hacer el gracioso cuando de repente veo a Cristina detrás mío con una botella de agua y carcajeándose a montones.

–¿Qué haces aquí?– Interrogué entre alegre, confundido, enojado y mojado (no sean mal pensados, era en el sentido literal).

–Pues estaba pasando un rato familiar con mis hermanas, vine a tirar una basura, creí verte y no me equivoqué, efectivamente eres tú; anda ven a pasar el rato con nosotras– Me propuso entusiasmada y con los ojos brillantes.

–Me encantaría, pero no puedo, tengo cosas que hacer- Contesté un poco tímido, algo no tan común en mi, pero la idea de conocer pasar tiempo con la familia de Cristina me sacó muy rápidamente de mi zona de confort y aunque no quería hacerlo me aferré un poco a eso.

–¿Qué prefieres? ¿Una cita espontanea conmigo o continuar con tu lectura?– Me dijo sonriente como siempre.

–Me gusta planear las cosas– Confesé– Pues sí, pero las mejores pasan siempre que no lo haces– Y con este buen argumento cerré mi libro, le di la mano y la seguí hasta el lugar donde estaban sus hermanas y por fin la admiré; traía puesto un short que resaltaba sus glúteos (no es como que ande mirando eso), una playera ajustada que le hacía lucir su cintura y su collar de panquecito, se veía simplemente hermosa.

–Chicas, les presento a Alejandro, él es mi novio– Dijo a sus hermanas y me guiñó el ojo.

–Yo ya lo conocía– Comentó Diana que también contaba con un look muy deportivo ese día, con una blusa sin mangas y unas mallas– Parece que les fue muy bien al final de todo en esa cita.

–Más que bien– Contesté siguiéndole el juego a Cristina, que no sabía porque lo hacía, pero se me figuró divertido.

–Me han dicho que cocinas muy bien– Mencionó haciendo acto de presencia la tercera chica que estaba sentada, era más corpulenta y bajita que Cristina, pero aun así tenía rasgos bastante parecidos– Mi nombre es Gabriela, yo soy la mayor y cómo puedes ver, la más guapa de estas muchachitas.

–Parece que van mejorando conforme pasan las generaciones– Escupí mi estupidez verbal sin pensar y comencé a rezar internamente para que no se sintiera ofendida, la cara de Gabriela cambió a una más seria y comenzó a analizarme con la mirada, como si tuviera rayos x.

–Eres muy honesto y muy idiota– Afirmó severamente, y sin apartarme la mirada– me agradas muchachón, ven y siéntate a comer con nosotras o me comeré lo tuyo sin culpa alguna.

Me senté y comenzamos a degustar la comida, habían preparado una cantidad bastante amplia y generosa de sándwiches, traían mucha fruta, agua simple y un par de jarras con agua de sabor, pasamos la tarde contándonos historias, ellas recordaban su infancia y yo hacía lo mismo, teniendo un sentimiento de nostalgia al mencionar a mi madre, sobre todo cuando recordaba la pareja que hacía con mi padre, cuando estábamos los 3 juntos y comiendo en mi cumpleaños.

Recordamos cuando salieron los tazos, como era la secundaria, la preparatoria y esa etapa cuando se pusieron de moda las pulseras de colores y de un plástico de mala calidad, jugamos tenis por equipos y descubrí que no era tan malo como un niño de 5 años, más bien parecía con mucho orgullo uno de 8; y cuando ganamos Cristina se lanzó hacia mí y puso sus piernas alrededor de mi cintura, se aferró a mí y una vez que quedamos frente a frente le di un beso espectacular, un beso que transmitía mi cariño y deseo, al darlo... volví a sentir algo que no hacía hace mucho, esa sensación que cuando besas a alguien tu mente, y todo tu ser se ponen en armonía un momento, sintiéndose bien, olvidándose de las cosas, con el pecho bailarín y todo pasa a ser únicamente felicidad, cabe resaltar que es un momento que jamás olvidaré.

Gabriela bailó un rato salsa conmigo posteriormente, y parece que no estaba tan oxidado como creía, aquí pude empezar a notar que ella era muy relajada, que no tenía pena de que la vieran y que contaba con un carácter muy bien definido, unos minutos después Diana y yo hablábamos sobre mi libro favorito que era ¨Inferno®¨ de dan Brown, escuchamos música, jugamos verdad y reto y descubrí que Gabriela era un desmadre total, en una ocasión tuve que trepar a un árbol y gritar que era ¨TARZÁN, ¡EL REY DE LOS MONOS!¨ (obviamente llamando la atención de muchos de los presentes y también logrando que algunos individuos me grabaran ¨discretamente¨, ya me imaginaba los títulos en los periódicos y en las redes sociales ¨el ataque de las drogas convierte a un hombre en Tarzán¨), pero en cuanto pude me vengué haciendo que Gabriela se tuviera que morder el dedo del pie, lo cual le costó mucho trabajo y escuchamos un par de crujidos de espalda varias veces, fue divertido para todos (menos para ella).

Con el buen rato que estábamos viviendo el tiempo se fue volando y se hizo tarde, las chicas empezaron a guardar sus cosas, yo las ayudé y tuve un momento a solas con Cristina donde por fin le pregunté:

–¿Así que ya somos novios he? Yo ni enterado– Le regalé una sonrisa con este comentario.

–Pues mientras tú quieras a partir de hoy ya somos novios– Contestó– de verdad espero que digas que sí, porque si cortamos hoy será la relación más corta que tendré desde aquella vez en tercero de primaria cuando tuve que romper con el chico que se comía el pegamento...nadie como él.

–Yo estaría más que encantado, aunque espero no sentirme intimidado, será difícil estar a la altura del chico come pegamento– reí– y como ya conocí a tu familia creo que podré evitarme la cena-interrogatorio que siempre es muy incómoda.

Y con esto le di un tierno beso en la mejilla, eso sí, ya tenía una sonrisa de idiota plasmada en la cara y que no planeaba irse.

–Bien, pero tengo algo que advertirte pasaré por ti al trabajo, tendrás que ir a comer a mi casa, escuchar música a todo volumen y mis pláticas aburridas sobre el arte, además de que soy muy melosa; ¿estás dispuesto a sufrir con todo eso?– Me dijo con una sonrisa nerviosa y sus manos tomando con fuerza las mías.

–Uff vaya, es una propuesta difícil– Fingí en tono sarcástico y luego simulé estar analizando la situación– tendré que tomar el riesgo, pero lo haré con una condición– Hice una pequeña pausa para crear expectativa– Tú me ayudarás a organizar el maldito festival de primavera y obtendré una dotación de 3 donas por semana.

–1 Dona únicamente– Refutó.

–1 Dona y 1 Muffin– Oferté como opción final.

–¡Tenemos un trato señor Alejandro, alias mi nuevo novio!– Gritó exaltada (¿les he dicho que me encanta su sonrisa? Si ya lo hice agárrense porque seguiré así).

Sus hermanas regresaron a tomar sus cosas y comenzaron a marcharse después de despedirse, quedándose atrás Gabriela obviamente con intenciones de decirme algo.

–Eres el mejor partido para mi hermana, quiérela o te secuestraré, el cloroformo es muy barato– Me gritó a lo lejos burlonamente Gabriela.

Le agradecí y ella se fue, Cristina se acercó corriendo, me besó y me susurró al oído ¨Nos vemos luego mi novio, te quiero¨.

Las vi irse y comencé a regresar también yo a casa, le marqué a Neall y le conté a grandes rasgos todo lo que había pasado, claro que aún podía notarse la emoción en mi tono de voz, entonces me dijo que había que vernos, quería detalles, y claro que se los contaría ya que no tenía el más mínimo inconveniente en revivir tan hermoso día donde me convertí en el novio de la mujer más bella en la ciudad.

Memorias de un corazón torturadoWhere stories live. Discover now