Prólogo

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(Agosto de 1999)
Narra Aradia:
Era un día soleado, lo más común en esta época del año. Hoy iba a ser un gran día. Con solo pensar que iba a volver a verla todos mis pensamientos negativos se alejaban. Salí de casa rápidamente sin importarme nada más que llegar a tiempo al sitio indicado.

Por las calles se podía ver a la gente disfrutando del buen tiempo, ancianos dando sus paseos rutinarios y adolescentes como yo disfrutando de las vacaciones.
Aumente la velocidad, realmente no podía esperar ni un minuto más. Cada segundo con ella era glorioso y después de haberse ido por un mes no podía desperdiciar esta ocasión. Llegue al parque agotada, no estaba acostumbrada a hacer ejercicio. Me senté en un banco esperando a que llegara, cosa que se me hizo eterna. Todo hasta que la vi.
-¡Salma!-la llame agitando la mano. Venía montada en su bicicleta.
-¡Aradia!-exclamó al verme. Bajo de su bicicleta y corrió a abrazarme-. A pasado mucho tiempo.
-Y que lo digas-la mire fijándome en cada detalle de su rostro-. Te cortaste el pelo.
-Sí ¿Te gusta?-pregunto tocándose el pelo. Lo tenía muy corto a comparación con mi melena negra.
-Me encanta. Te queda genial.
-Bueno ¿Y a qué esperamos? Vámonos- asentí con la cabeza.
-Espera- empecé a buscar algo en mi bolsa hasta sacar una cámara-. De recuerdo.
-Claro- se acerco y yo me agache para tomarla una buena foto. Hecha esta se la mostre-. Deberías dedicarte a la fotografía, se te da muy bien.
-Puede que en un futuro. Vamos, conduzco yo-dije subiendome a la bici. Ella se sentó detrás como pudo y se aferro a mi-. Agarrete fuerte, no quiero que te caigas.
Empecé a pedalear hacia nuestro lugar favorito, se trataba de un mini bosque a las afueras de la ciudad. Mientras tanto sentía el agarre de Salma. Se sentía tan bien. Una vez llegamos apoye la bici en un árbol cerca a un lago. Ese era nuestro lugar. Nos sentamos en la orilla de este y empezamos a hablar de todo, nuestras vacaciones, cotilleos variados...etc. Lo típico. A diferencia de mi, ella había ido a la playa. Me contó que había paisajes hermosos y que la hubiera gustado que estuviera ahí y hacer mi "magia" con la cámara. Yo, en cambio, ni me moví de nuestra ciudad. Mis padres habían fallecido hace años y el estado me dejo vivir sola dándome dinero al mes para sobrevivir. Todo debido a que casi tenía la mayoría de edad y que era muy responsable. De todas formas ese dinero no me daba para irme de vacaciones y menos sola.Estuvimos así hasta el atardecer.
-Oye Aradia- me gire a mirarla-. Tú...¿Tú que piensas?
-¿Sobre qué?-pregunte sin entender.
-Vamos a empezar un nuevo curso dentro de poco y después tomaremos caminos distintos.-dijo mirando hacia el lago.
-Eso no importa- volteo a verme-. Porque siempre estaremos juntas.
-¿De verdad lo crees?-empezaron a brillarle los ojos.
-Pues claro ¿Por qué te mentiría?- quería decírselo, decirla cuanto la amaba. Quería mostrarla todos mis sentimientos hacia ella, pero me detuve. Solo en pensar lo que diría ella al saber de mi bisexualidad, solo pensar en el hecho de que podría odiarme. No tuve el valor suficiente-. Te prometo que nunca te abandonaré.

Me abrazo fuertemente. Si tan solo supieras que lo que quiero contigo es más que una amistad. Nos separamos del abrazo y acto seguido tuve una idea para animarla. Me levante y ella me imito pensando que nos íbamos, pero no iba a ser así. Me puse detrás de ella y la empuje al lago.
-¡Aradia!-grito. Me dolían los pulmones de tanto reír al ver su cara. Empezó a tirarme agua y puse las manos delante como escudo. No conté con que me agarrara de ellas y me tirara detrás. Empezamos a jugar en el agua, a pesar de llevar nuestras ropas puestas.
-Solo verte sonreír me anima a seguir adelante-pense.

Porque yo te amo más que a nada en este mundo. Y no dejare que nada te haga daño.

Todo por ti (Alastor y tu)Where stories live. Discover now