Capítulo 94

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Narrador omnisciente:

El gran reloj del infierno resonó por todos los lugares de este. La hora había llegado, de nuevo y sin vuelta atrás. Ya habían esperado demasiado para terminar con todo.

Aradia observaba la aglomeración de demonios que se dirigía al castillo de Lucifer desde lo más alto de las torres. Era un día que todos sabrían lo que verdaderamente era luchar por la vida. Alzó su cabeza mirando una vez más el pentaculo que decoraba el cielo.

-El tiempo se ha agotado.-susurró para si misma. Dio un paso precipitándose al vacío dejando que cada pensamiento e idea brotara de su cabeza. Sería todo o nada.

Aterrizó frente a los demonios que la esperaban listos para empezar.

-¿Estan todos? -miró a uno de los sirvientes de Lucifer mientras hacía el recuento.

-Así es Human Demon.-hizo una reverencia antes de retirarse. Vio a sus compañeros del hotel terminando de prepararse y a su cachorro al lado de su amado. Antes de que se diera cuenta Lucifer ya estaba a su lado.

-¿Preparada?-negó con la cabeza.

-Preparada no. Más bien dispuesta a matar ángeles.-mostró su característica sonrisa y se adelantó frente a todos-. El momento que todos llevamos esperando ha llegado. Es hora de demostrar lo que somos los demonios. Y que no nos dejaremos achantar por unos simples ángeles ni por los errores de los habitantes del paraiso. Aqui y ahora le enseñaremos a los del cielo lo que valemos.-frenó su hablar para girarse y mirarles-. ¡Quién este dispuesto a luchar que lo demuestre en el campo de batalla! Y quien sea un cobarde que espere a mi regreso para retocerle los brazos.-bromeó escuchando las risas de algunos.

Acto seguido atrajo a Salma hacia ella y la miró expectante.

-Te toca.

-Aradia... Yo no.... -calló al sentir un pequeño dolor en su brazo.

-No te lo repetiré más veces. Por las buenas o por las malas. Tu eliges.

La ángel asintió y junto sus manos. Palabras de distinta entonación salieron de su boca mientras su luz resplandecia. Poco a poco se fue abriendo un portal con un aura extraña. Justo aquella que la pelinegra recordaba a la perfección.

Los demonios empezaron a entrar en el portal. Por un momento ella se quedó parada. No quería volver a aquel lugar. Apretó los puños con molestia y obligó a sus piernas a moverse y continuar. No podía verse débil ante el resto, menos ahora.

Una vez allí las expresiones de todos los demonios cambiaron. Se abrió paso entre ellos para ver el paisaje. Era un lugar vacío, sin nada. O mejor dicho, era la nada misma. Hasta que pudieron percibir lo demás.

Almas.

Almas humanas que flotaban en un estado durmiente por los paramos del limbo. Almas incapaces de salir de su sueño eterno, aquellas condenadas a pasar allí el resto de sus días.

-¿Es.... Esto?- Angel miró con algo de temor las almas flotantes a su alrededor.

-Eso me temo.-respondió Lucifer-. No ha cambiado mucho desde mi destierro, aunque hay más cantidad de almas.

-¿Estan muertos?- preguntó el proxoneta sin dejar de mirarlas.

-Tú ya estas muerto cucaracha. -dijo Aradia-. Todos lo estamos, solo somos almas. Pero estas han sido puestas aquí. Digamos que es una prisión de almas. Por eso conservan su forma humana.

-¿Y tú estabas asi?- Vox se acercó a una hasta que esta desapareció en sus manos y se formó en otro lado.

-Creo que no es necesario responder a eso.-suspiró molesta-. Venga, formar filas.-ordenó.

***

Narra Aradia:

No pasó mucho tiempo para que los ángeles se presentaran. Justo como lo esperábamos. Gabriel me miró con ira. Su cuerpo ya no tenía vendajes, lo que me hacía entender que ya se había recuperado. Pero, uno de sus ojos ya no estaba y fue intercambiado por un parche.

-Parece que la pequeña Aradia no es tan tonta. -soltó de forma burlona mientras los ángeles se preparaban para el ataque.

-Elegiste un buen escondite, rata con alas. Pero no creas que por esto te vas a librar de lo que hiciste aquel día.

-Me encantaría verte intentando matarme.-chasqueó sus dedos mandando los ángeles hacia nosotros.

Esperé un poco, las cosas debían ir según lo planeado. Cuando ya habían cruzado un cuarto del campo de batalla fue cuando elevé mi bastón descargando mi energía. Golpeé con fuerza el suelo haciéndolo retumbar bajo nuestros pies. Todo el limbo lo sintió. Los suelos se elevaron llevándose a algunos ángeles por delante mientras el resto trataba de esquivar los ataques. Esa fue la señal.

-¡AHORA!

Guíe la marcha de nuestro ejercito hacia ellos. Como la ultima vez los tiradores se quedarían en la retaguardia mientras que otros aprovecharían a los demonios con alas para los ataques sorpresa. Entre ellos Husk sobrevolaba el lugar incrustando sus garras en los ángeles que trataban de caer en picado hacia nosotros.

El resto de los demonios seguíamos corriendo a gran velocidad. Apenas unos metros más y nos enfrentariamos con nuestros enemigos en una sangrienta batalla.

Cincuenta metros..... Treinta.... Quince.... Diez metros....

Salté tomando impulso con las sombras de Al incrustando mi espada en la cabeza del primer ángel. El tiempo parecía haber parado cuando lo hice, arrancando la cabeza de su cuerpo.

Exactamente cinco segundos después el tiempo volvió a mi y rugi lanzándome hacia ellos.

Veía a mi alrededor como las flechas, lanzas, garras y espadas, atravesaban los cuerpos de cada guerrero que allí se encontraba. Como la sangre chorreaba fuera de ellos y llegaba a salpicar al resto y como los demás sádicos presentes lo disfrutábamos.

La corrupción caía por mis brazos mientras mis ojos se iluminaban y las marcas bajo estos surgían de nuevo. Sabía que la rata voladora sería tan cobarde como para quedarse de los últimos. Su plan resultaba evidente, buscaban cansarnos. O por lo menos, buscaba que muchos de los nuestros murieran o estuvieran heridos para ser él quien atacara. Y yo no permitiría eso.

Le busqué con la mirada, muchos se interpondrian en mi camino.

Pero esta batalla no hacía más que empezar.

Todo por ti (Alastor y tu)Where stories live. Discover now