Paseos Memorables

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Cristina espera la respuesta de Flor. Yo miro a mi querida capitana con intensidad y niego ligeramente con la cabeza. Tengo la esperanza de influir en su decisión.

—Florecita, te duchaste con miel —comenta Dayana.

—Es una buena idea, pero solo si todas están de acuerdo —responde Flor y disimulo mi cara de asco.

—No estoy muy convencida —murmuro. ¿No me prestaron atención cuando les hablé de Sandra?

—Os invito a la primera ronda para celebrar vuestra victoria —dice Cristina sonriente.

—Que sí, que vamos todas. Nuestra Flor se merece una celebración completa —dice Mary y comparte una mirada de complicidad con Dayana. Algo traman esas dos.

El resto de las chicas acepta. Espero que no se arrepientan.

—¡Qué bien! Flor, ven conmigo. Tengo sitio para dos más en el coche. ¿Ana y Laura? —dice Cristina repleta de alegría.

—Será mejor que... —digo, pero Dayana me interrumpe.

—Sí. Nosotras nos vamos con Lena. ¿Dónde nos vemos? —dice Dayana.

—Seguidme. Conozco un bar animado por la zona —propone Cristina y todas se muestran de acuerdo.

Lena, Mary, Carla y Dayana se dirigen a otro lado del aparcamiento exterior del estadio. Cristina, Sandra, Flor, Laurita y yo caminamos en otra dirección con el paraguas en la mano. No llueve un torrencial, pero caen gotas molestas. Llegamos al coche de Cristina, una reliquia histórica de un tono azul desgastado. Tengo la sensación de que un bache desarmaría hasta el último remache de la carrocería oxidada. Espero que cuente con cinturones de seguridad y que funcionen...

—Pasa, Flor —ofrezco al abrir la ruidosa puerta trasera. Mi intención es sentarme entre ella y mi Laurita.

—No. —Sandra se interpone—. Eres la invitada especial de mi hermana. Ve de copiloto.

—Sí, ponte conmigo. Así hablamos un poco por el camino —dice Cristina y me secuestran a Flor.

¡Qué desgracia! No me libro de Sandra y no permitiré que esté cerca de Laurita, por lo que me ubico entre ellas.

El interior del coche huele un poco a hierbas y no precisamente a las aromáticas más comunes. Gran parte del tapizado está arruinado y hay zonas esqueléticas, incluso se puede apreciar el mecanismo de una ventanilla. Laurita da un portazo para poder cerrar bien la puerta y es un milagro que el vehículo no se desbarate en el acto. Por suerte, hay cinturones de seguridad.

—¿Os apetece dar una calada? Tengo un porro en la guantera —ofrece Cristina, pero la rechazamos.

—Cris, que estas son unas santurronas. A ver si te entra en la cabeza —dice Sandra con burla—. Arranca de una vez. —En ese instante, decide abrocharse su cinturón y me roza la cadera.

—¡Uf! —resoplo y me aparto.

—No lloriquees, estabas en el medio —dice Sandra, pero opto por ignorarla.

Cristina pone el coche en marcha y suena como un tractor. La vibración es intensa. ¿Llegaremos a nuestro destino de una pieza?

***

Tengo el corazón en la boca. ¿Existen atracciones más intensas que las montañas rusas? Sí, la forma de conducir de Cristina. ¿Dónde está su pasividad? ¿O es su visión ralentizada de la realidad la que la convierte en un peligro en la carretera? ¿Quizás debería culpar al coche? Adelanta de forma salvaje. Sus frenazos son bruscos en el último segundo, cuando parece que nos comeremos el maletero de alguien. Es adicta a tocar el claxon, incluso cuando es ella la que se ha atravesado en el carril. Dedica más tiempo a mirar a Flor mientras le habla que a lo que tiene delante. Hay que dar gracias a que usa los intermitentes. Sandra goza con esto; de hecho, le repite que le dé gas...

La hermana de mi novio [Disponible en físico en 2 tomos + Extras]जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें