CAPITULO 19

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Plano Astral

Estaba sentado casi paralizado por la figura que tenía en frente. Podía oír cómo la brisa movía las ramas de este inmenso árbol. Un ser con alas, color cobrizo, con un torso muy musculoso, una cabeza de toro marrón que emulaba al minotauro en su laberinto y un amenazante tridente se mostró. 

"Maricooo, ahora este sueño se estaba tornando una pesadilla", pensé.

—¿Aníbal, nos vamos? −me preguntó este minotauro con voz pesada.

Me dije: "¿Cómo este cara de toro sabe mi nombre? ¿Y a dónde vamos? ¡Dios mío! ¿Qué es esto?". 

Me armé de valor y molesto le dije:

—¿Se puede saber qué carajo eres y a dónde pretendes llevarme?

Este bizarro ser señaló con una de sus cuatro pezuñas hacia el camino plateado que teníamos en frente y que continuaba a través de una loma color esmeralda. Traté de contener mis miedos ante este mítico personaje y pregunté de nuevo:

—¿Y tú qué vaina eres?

Luego de soltar humo blanco por sus orificios nasales, respondió:

—Soy un Exux.

Este ser, al ver mi cara arrugada, aclaró:

—Algo así como un ángel de la guarda. Me enviaron para acompañarte hasta que llegues a tu destino.

—¿Ángel de la guarda? Perdona mi curiosidad, pero, ¿tú me vas a proteger de quién?

Sin responderme, el musculoso minotauro me invitó a caminar delante de él. Decidí empezar a andar o, mejor dicho, a volar.

Miraba hacia el suelo. Mis pies estaban a veinte centímetros del mismo y con sólo pensar la acción de caminar podía levitar mágicamente sobre este camino plateado. Pronto salí de mi asombro y volví a preguntar a este bípedo cara de toro:

—¡Demonios, señor, que yo sepa no tengo enemigos! ¿A dónde me lleva?

Este intimidante animal con sus profundos ojos color fuego me miró con cara de pocos amigos y con una de sus pezuñas en su hocico me hizo una señal de silencio.

—Shhhh... no los llames −susurró. —¿A quién coño?

—A los innombrables. No los llames.

—¿Por qué?

—Porque eres un cazador atlante −respondió con cierto orgullo en su mirada.

—¿Soy un qué?

—Un cazador atlante.

—¿Y se puede saber qué demonios es eso?

Y en tanto este velludo ser agarraba mi mano derecha, podía notar cómo extendía sus amplias alas y nos movíamos mucho más rápido. No entendía nada de lo que allí estaba pasando.

—"¿Por qué yo? ¿Qué es eso de un cazador atlante? ¿Dónde estoy metido? ¡Dios mío, no entiendo nada!".

El minotauro se detuvo y me posó sobre este frío derrotero al lado de un precipicio.

—¡Demonios! −gritó con voz ronca el minotauro.

—¿No se suponía que esta palabra no se podía decir porque los invocaba?

El minotauro empuñó con fuerza la lanza y se puso en una posición de guardia

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El minotauro empuñó con fuerza la lanza y se puso en una posición de guardia. Me aferré a su lado y vi unas diez o más manchas que se acercaban a toda velocidad volando muy cerca de la brillante grama y emitiendo un chillido infernal a unos veinte metros de nosotros.

—¿Ya te enseñaron a defenderte? −sus ojos se tornaban más rojos y soltaba unas cuantas humaredas por sus fosas nasales como toro bravío a punto de embestir al torero en una corrida española.

—Este... Soy una persona que le gusta resolver sus cosas pacíficamente −le comenté sonriéndole algo nervioso. ¡Demonios! −le dije preocupado, viendo estas figuras desde una pequeña colina.

—Sí, son diecisiete.

—Maricooo...

El minotauro flexionó una de las piernas y me ordenó:

—Sujétate a mi cuello, será mejor que estés montado sobre mí para así protegerte mejor. Son demasiados, nunca había visto tantos demonios buscando un alma desde hace mucho tiempo.

Con cierta dificultad me trepé sobre su velluda y musculosa espalda. A esa altura divisé a lo que nos enfrentábamos: eran unas entidades realmente fantasmales, todos estaban vestidos con los típicos trajes de los muertos en los velorios, con la peculiaridad de que estos seres no emanaban colores brillantes, sino opacos, en varios tipos de grises. Sentí una gran fuerza originada por estas largas alas del minotauro que nos hacían elevarnos a un metro del piso y tomar una velocidad escalofriante. Mi alado amigo lanzó una especie de bramido que retumbaba en mis oídos. 

Estos seres oscuros empezaron a lanzarnos bolas negras energéticas y sentimos muy cerca las detonaciones de estas bolas mientras tratábamos de evadirlas volando a una velocidad que los mantenía a distancia. Varias impactaron en el escudo que surgió del brazo derecho del alado. Por su parte, el minotauro disparaba varios rayos de luz con su tridente que, al impactar en estos seres, lanzaban un grito infernal y desaparecían de inmediato. Sentía el calor de los destellos que chocaban en el escudo de este valiente minotauro.

Una de las bolas energéticas logró impactar a nuestro lado ; su ala derecha estaba chamuscada en la punta. Quedaban al menos unas diez apariciones maléficas y poco a poco iban ganando terreno. Luego de varias detonaciones pude divisar ante nosotros una torre cónica color marfil y podía oír, aparte de las detonaciones, algo que nunca creí poder escuchar en esta extraña pesadilla: el sonido del mar, qué vaina tan loca. 

Al final de este camino plateado despuntaba una altísima torre de marfil que descansaba sobre la cima de un profundo acantilado y justo cuando empezaba a oír con más fuerza el sonido del mar sentí cómo parte de mi espalda era quemada por el impacto de una bola hirviendo.

 Grité por el dolor y rodé por la tierra húmeda. Luego de un aterrizaje forzoso y con mi cabeza dando vueltas, traté de buscar a mi amigo y lo vi muy mal herido. Tenía el ala destrozada, el escudo partido por la mitad y su brazo derecho bastante quemado. Se volteó y observé cómo salían chispas de energía que emulaba a la sangre desde uno de los orificios de su nariz. De repente me gruñó:

—¡Vuela a la torre ya!

Olvidando el dolor que sentía, empecé a correr mientras oía a mis espaldas una lucha campal como si estuviera en medio de una guerra. Después de levitar a alta velocidad, divisé a lo lejos una figura humana que salía de esta torre de marfil. Escuché el grito de dolor de mi defensor. 

Cuando giré, vi cómo este inmenso alado había sido derribado por cinco seres grisáceos que, incluso viéndolo en el suelo, seguían lanzándole bolas incendiarias. Uno de ellos me señaló; intenté correr más rápido en consecuencia. En este realísimo sueño pasaron por mi cabeza imágenes de mis amigos, de mi equipo de fútsal, de mi hermano y, por supuesto, de Suhail. Las explosiones cada vez eran más cercanas y la torre de marfil estaba todavía algo lejos. Por primera vez sentí la muerte respirar a mis espaldas.

Una de las explosiones detonó cerca de mis pies y me impulsó unos cuantos metros hacia adelante, cayendo estrepitosamente en el suelo verdoso. Al girar divisé el rostro de una de estas ánimas.

Fue algo espantoso y aterrador en lugar de ojos tenían una masa negra líquida. Traté de sentarme y en un segundo me rodearon cinco seres opacos, amenazantes, con sus gritos infernales y sosteniendo bolas de fuego en cada mano.

 Ellos emitían un sonido parecido al de un animal herido. El líder de estos monstruos se colocó en frente de mi cansado cuerpo, mientras los demás giraban sobre mí. Este personaje mostró una mueca como si le complaciera tenerme a su disposición. De repente, sentí una luz cegadora que venía desde algún lugar. Cerré los ojos y esperé lo peor.

EL PRISIONERO (El Origen) Primer libro de Siete (Saga)Where stories live. Discover now