Capitulo 26 (Parte A)

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Plano Astral

En la caverna yacían incólumes los cuatro hombres con alas negroides; estos estaban arrodillados en el pequeño espacio que les proporcionaba las estalagmitas cilíndricas. Mientras, el duque suspendido sobre sus cuatro cazadores entraba en trance y empezaba a proclamar unas palabras en arameo. El magma ascendía por las paredes de este volcán.

—Llegó la hora, queridos hermanos. Nuestro maestro desea probar vuestra fe en él. Me ha dicho que los que basen su fe en su luz saldrán ilesos de esta prueba.

Los cuatro alados sintieron el inmenso calor producido por el magma; ellos transpiraban como si estuvieran en una sauna industrial. El cuarto cazador veía con horror cómo el magma ascendía rápidamente. El duque, con los ojos desorbitados, pronunció unas extrañas palabras.

El magma llegó a los pies de estos tenebrosos personajes. Todos sentían el calor que los consumía; cerraron sus ojos con firmeza, como si su vida dependiera de ello. Todos menos el cuarto cazador, que tenía los ojos abiertos y con cara de terror sintió como comenzó a incendiarse. Este abrió sus alas y decidió emprender el vuelo para librarse del fuego, pero ya era demasiado tarde: cuando logró ascender, el aletear avivó aún más las llamas y, entre más alto ascendía, más rápido se expandía el fuego por todo su cuerpo.

Los gritos de dolor se hacían cada vez más fuertes, retumbando como ecos desesperados en esa inmensa caverna. Mientras el inflamable ser alado trataba de salir de esa trampa, ya los otros estaban imbuidos en la hirviente piscina de fuego. El cuarto cazador perdió altura y cayó casi inconsciente en la burbujeante piscina de magma. Su cuerpo se consumió como un pedazo de carbón encendido. El duque lo miró con placer y, soltando una carcajada, se dejó tragar por el hirviente magma.

EL PRISIONERO (El Origen) Primer libro de Siete (Saga)Where stories live. Discover now