CAPITULO 24 (PARTE B)

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El duque de Von Wolves despertó en una efervescente caverna; esta no tenía piso. Él estaba parado sobre una delgada estaca cilíndrica de piedra; tenía puesta una armadura negra brillante y un casco que emulaba la cara de una gárgola. De su espalda sobresalían dos inmensas alas oscuras acompañadas de una filosa hoz del mismo color. En su pectoral de hierro pulido relucía una estrella roja invertida y en el medio tres tridentes con una figura esférica que la rodeaba. Estos tridentes se tocaban entre sí; dos de ellos formaban una equis y el tercero los atravesaba justo en la mitad de abajo hacia arriba. Allí de Von Wolves con los ojos cerrados y los brazos cruzados dijo:

—Llegó el momento de sacar a nuestro maestro, el príncipe caído, el señor de los mil nombres, nuestro guía y luz eterna.

Y abriendo sus ojos llenos de un negruzco y espeso líquido, extendió sus alas negras y gritó:

—¡Qué viva el príncipe Luzbel!

Y los otros cuatro personajes que lo acompañaban abrieron sus brazos a la par de sus alas y gritaron también:

—¡Qué viva el príncipe de las tinieblas!


El duque sonriente voló en medio de sus acompañantes alados.

EL PRISIONERO (El Origen) Primer libro de Siete (Saga)Where stories live. Discover now