Capítulo 10

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El capítulo es largo, podéis usar los separadores para descansar la vista y recordar por dónde os habéis quedado leyendo

Disfrutad

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Sunan no volvió a entrar en su estudio

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Sunan no volvió a entrar en su estudio. Aquella noche cenamos juntos, charlando sobre los poemas que yo había leído y, cuando terminamos, salí al jardín para contemplar la luna. Yo daba por hecho que él regresaría a su estudio, me había acostumbrado a aquella dinámica en la que parecía no percatarse de mi presencia en la casa, pero en esa ocasión él me siguió hacia el exterior.

Se situó junto a mí, con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón oscuro y alzó la vista hacia la luna. La luz del astro se reflejó en sus ojos verdes y bailó sobre sus mejillas como si le estuviera acariciando.

Me quedé embelesada mirándole. Tanto, que el propio Sunan se dio cuenta y me devolvió la mirada, esbozando una sonrisa ladeada.

Carraspeé incómoda y desvié la mirada hacia la luna de nuevo.

—¡Qué extraño! Aún sigue llena —comenté.

—¿Cuántos días lleva así?

Tragué saliva.

—Desde... desde que pedí el deseo.

Él se mesó la barbilla, pensando, mientras yo observaba la luna. Era extraño que siguiera así, cuando ya casi había transcurrido una semana desde la noche en la que me lancé al mar. Era como si se hubiera quedado congelada en ese mismo instante, porque ni siquiera había menguado un poco.

—Esa fue la noche del once de junio, ¿verdad? —me preguntó, yo asentí—. La luna llena solo dura tres días. Esta ya lleva cinco. Si sigue así, coincidirá con el solsticio de verano.

—Pero en el solsticio de verano nunca hay luna llena.

—Exacto. Sería un hecho histórico.

Rápidamente, eché a andar hacia el borde del acantilado. Sunan me siguió de cerca.

—¿Qué hace? —me preguntó alarmado.

—Comprobar una cosa. Tranquilo, no voy a saltar, solo quiero comprobar la marea.

Los lazos del mar [COMPLETA]Where stories live. Discover now