Capítulo 17

2.7K 533 1.3K
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Regresamos a Rosenshire al atardecer, pero no nos marchamos hasta que Jac y Banon terminaron de descargar sus capturas

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Regresamos a Rosenshire al atardecer, pero no nos marchamos hasta que Jac y Banon terminaron de descargar sus capturas. Me habría gustado ayudar, pero era incapaz de mantenerme en pie.

Lyn, al verme en ese estado y descubrir lo que había pasado en la isla, estuvo gritándole a Sunan y a Jac durante tanto tiempo que se quedó afónica. Incluso Dickens se acobardó ante la ira de mi hermana y se tumbó en mi regazo mientras yo acariciaba el anillo que se había convertido en un objeto muy preciado para mí. No por lo que podía darme, pues aún no conocía sus entresijos, pero sí por las sensaciones que despertaba en mí.

Quería ponérmelo y desentrañar todos sus secretos, pero algo me decía que, si debía hacerlo, tenía que ser a solas, así que esperé pacientemente a que Sunan terminara de ayudar a mi amigo.

Debía admitir que, al principio, Sunan no tenía la menor intención de colaborar con Jac y Banon, y Jac tampoco quería aceptar su ayuda, pero, en cuanto mi hermana empezó a gritarles, decidieron establecer una tregua temporal y trabajar unidos para tener algo que hacer en lugar de enfrentarse a la ira de una Madwing.

Cuando Lynette se sintió lo suficientemente satisfecha, vino a sentarse junto a mí y me pasó un brazo por los hombros mientras lanzaba miradas asesinas a los demás. Incluso Banon, que de por sí no era muy dado a socializar, había hecho equipo con Jac y Sunan para huir de ella. Definitivamente, mi hermana podía llegar a ser terrible cuando se lo proponía.

—Esa panda de desvergonzados... —masculló—. Hoy dormiré contigo en esa casa, no pienso dejarte a solas nunca más.

Le dediqué una sonrisa cansada. Aunque apreciaba el gesto, lo cierto era que necesitaba estar a solas, al menos por unas horas. Luego, tendría que hablar con Sunan sobre lo que vi en el claro.

—Lyn, aprecio tu preocupación, pero estaré bien —le dije, y sabía que era cierto.

Confiaba en Sunan porque, a fin de cuentas, fui yo la que se puso en peligro al acercarme a aquella cabaña y él intentó salvarme. Mi hermana, en cambio, me miró como si me hubiera vuelto completamente loca.

—Casi te matan, Aisha.

—Pero algo me protegió —murmuré mientras acariciaba a Dickens. El gato ronroneó en respuesta.

Los lazos del mar [COMPLETA]Where stories live. Discover now