7. Cristian: Problemas en el camino

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Siguieron caminando hasta la tarde y aún no habían salido de la ciudad. Esto estaba preocupando a Cristian. Impulsivamente sacaba su mapa cada cierto tiempo y lo revisaba para asegurarse de que estuvieran por el camino correcto. Teresa se dio cuenta de esto.

"Tranquilo", le dijo sin voltearse a mirarlo. "Estamos bien. Daniel y yo conocemos este lado de la ciudad"

Cristian no respondió. Guardó su aparato. Era buena idea consultarlo lo menos posible, considerando que funcionaba con batería y fuera de la colonia no tenía medios eficientes para cargarlo nuevamente. Había traído unos pequeños paneles solares que llevaba puestos, de tal manera que se cargue lentamente, pero eso no era suficiente. Ahora que estaba caminando en la calle pensó que habría sido bueno traer más paneles para repartirlos entre todos los del grupo. Después de todo, todos se estaban beneficiando de que él tuviera acceso a los mapas en sus artefactos.

Teresa pareció saber lo que pasaba por su cabeza, porque después de caminar unos metros, le preguntó sin mirarlo.

"¿Cómo piensas cargar la batería de esos aparatos? Seguramente tienes un plan"

"Tengo unos paneles solares. Pero son delicados. No creo que duren mucho. Tengo un dínamo, también. Es una cosa que se conecta a un pedal al que le das vueltas y generas electricidad. Lo tengo desarmado, pero es bien práctico. En las noches podría usarlo para cargar las baterías. Y tengo los enchufes usuales. Si llegamos a algún lugar que tenga energía eléctrica, lo podré conectar y cargar todo. Tengo varias baterías"

"No te ilusiones", le comentó Teresa. "A dónde vamos no hay energía eléctrica"

"¿A dónde vamos?", preguntó Cristian. "¿Qué encontraremos ahí?"

"Si llegamos", comentó Teresa y no dijo nada más. Cristian no consideró prudente insistir.

"¿Por qué?", dijo en voz alta de pronto alguien más en la fila. "¿Por qué? ¡Eso es lo que no entiendo!"

Cristian y Teresa pararon. Los dos se voltearon hacia atrás. Ahí estaba el muchacho, que se había salido de la fila. Morris había dejado caer su mochila al piso. Hacía gestos al aire con la mano. Su madre se le acercó tratando de calmarlo, pero el muchacho la empujó. Con eso ella cayó al piso sentada. De inmediato todos se voltearon hacia Teresa.

"Vuelve a la fila", le dijo con voz fría. Ella no parecía tan perturbada por lo que acaba de pasar como el resto. Angelo se acercó a su hermana y la ayudó a levantarse. "Y cierra la boca. El sonido los atrae"

"¡No me importa! ¡Ya estoy harto de caminar! Va a oscurecer. ¿Vamos a caminar de noche también?", Morris hablaba en voz alta y dio un par de pasos hacia ella. Cristian de pronto estaba en el medio entre los dos. Deseaba estar en cualquier otro lado.

"Morris, por favor", le dijo Angelo, arrodillado en el piso atendiendo a su hermana. "Hay un plan y tenemos que seguirlo"

"Pero es su plan. El plan de ellos dos. ¡Que no nos dicen cuál es! ¿Por qué no nos quedamos en ese refugio por el que pasamos?"

"¿Te refieres a nuestro refugio?", le preguntó Teresa inexpresiva. "Daniel y yo implementamos ese lugar en tres meses. Lo instalamos por si acaso y nos ha servido como punto de paso. Ya te explicamos por qué no nos podemos quedar ahí"

"Pero...", Morris tenía la cara roja. Miraba a su madre y luego a su hermano, quien guardaba cauto silencio. Después a Teresa y después a Daniel. De pronto, un gruñido llamó la atención de todos. Algo más pasó a ser prioritario.

Se trataba de uno de ellos. Uno de los muertos vivientes.

No estaba completamente descompuesto. Aún tenía carne en proceso de putrefacción. Había muerto hacía unos meses solamente. En la parte más alta de la cabeza había tenido alguna vez una herida grave que le había causado que chorree mucha sangre. Esa sangre le había caído en-cima y se había secado. Eso le daba ahora un aspecto extraño. Como si se hubiese decorado diseños rojos en la cara a modo de pintura de guerra.

Réquiem por TrujilloWhere stories live. Discover now