14. Stephanie: Arribo a la playa

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Cuando embarcaron al bote de Leandro, el detalle de las olas le había parecido curioso. Sabía que existían, pero nunca le había dado importancia. La vida dentro de la relativa seguridad de la colonia la había mantenido alejada de las playas y el mar. Ahora que pataleaba en dirección a la orilla sujeta de una tabla y veía que estaba por llegar a las olas y sentía que el mar comenzaba a subir y bajar de manera cada vez más pronunciada, Stephanie no pudo evitar comenzar a sentir pánico.

Le picaba las palmas de las manos. Su respiración comenzaba a alterarse. Su mente comenzaba a adelantarse y verse rodeada de esos zombis que tenía ahí delante, parados en la arena. Esperándola.

"Tranquila", le dijo de pronto Teresa, sujeta a la misma tabla. "Mantente concentrada en la casa azul. Eso es todo lo que debe estar en tu mente. Esa casa azul lo es todo. Es tu vida. Es lo único que importa"

"¿Y Naomi? ¿La abandono?"

"Escuchaste el plan. Tú, Cristian y ella avanzarán juntos. No pienses en nada más. Los apestosos serán mi problema"

"Pero... Son tantos"

Miró a la playa de nuevo. No podía concentrarse en la casa azul con tanto muerto viviente en el camino. Ahí estaban, parados, moviéndose lento, con sus expresiones vacías y macabras, con sus bocas abiertas y sus dientes a la vista. Sus ropas rasgadas y sus brazos caídos.

"Cuando nos acerquemos sonarán las bocinas. Eso limpiará nuestro camino por unos segundos. Debería ser suficiente"

Steph tuvo ganas de preguntar cómo podíamos estar seguros de que las bocinas sonarán, pero sabía lo que Teresa le respondería. Que era preciso tener fe.

Cuando sintió el primer golpe de una ola, el pánico se apoderó de ella. Con las justas pudo respirar. Su visión se nubló. Le pareció sentir que manos débiles la trataban de sujetar desde el fondo del mar. Pataleó con más fuerza.

"¡Naomi!", gritó de pronto. Algunos zombis en la orilla se voltearon hacia ella y se activaron. Empezaron a gemir, lo que a su vez atrajo la atención de otros muertos vivientes. Un par de ellos comenzaron a caminar hacia ella, metiéndose al agua y siendo empujados por las olas.

"Maldición", murmuró Teresa. La sujetó con fuerza de un brazo. "Concéntrate en la casa azul. Vas a echar todo a perder. Cállate la boca. No digas una palabra. No grites"

"No puedo, no puedo", balbució Steph, mientras sentía que las olas la empujaban hacia adelante cada vez más. Cada vez con mayor fuerza. Incluso si quisiera, ya no había vuelta atrás. El mar la llevaba hacia la playa, hacia esos monstruos que la esperaban con los brazos abiertos y las garras sucias. Con esa sonrisa maliciosa que ella tanto odiaba. "Tenemos que volver"

"No es una opción", le dijo Teresa sujetándola con más fuerza del brazo. "Escúchame. Vas a tener que fingir que eres valiente. Olvídate de que eres esta persona débil y miedosa. Imagínate que eres una persona valiente, lista para la aventura"

"No sé cómo sería eso", dijo ella. "Nunca he sido valiente. Nunca lo he sido. No sabría cómo pretender serlo"

Teresa suspiró. Sintió que una ola la golpeaba en la espalda. Era cuestión de segundos. En meros momentos tendría que desenvainar sus armas e iniciar la carnicería. No tenía tiempo de estar impartiendo sabiduría de autoayuda.

"Imagínate que eres yo", le dijo. Y no hubo oportunidad de decir más. Las bocinas se habían activado.

Una ola golpeó a Steph con más fuerza y casi suelta la tabla. Adelante pudo ver cómo los zombis miraban hacia arriba y hacia los lados. El truco estaba funcionando. Los muertos vivientes comenzaron a caminar hacia la derecha y hacia la izquierda, buscando el origen del sonido. De pronto, en cuestión de segundos, había una senda libre que le permitía ver la casa azul ahí adelante.

Réquiem por TrujilloWhere stories live. Discover now