12. Negociaciones frente a Cao

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Los sueños que Teresa tenía cuando se podía dar el lujo de soñar eran demasiado profundos para ser analizados. Otros soñaban con cosas que habían pasado o cosas que les gustarían que sucedan o con ellos mismos volando o tonterías como ésas. Los sueños de Teresa eran en serio. Eran expresiones surrealistas de algo que ella no comprendía y ni tenía ningún interés en desmenuzar. Estaba segura de que si algún día hablaba con un sicólogo o alguien especializado en subconscientes, podría descubrir algo interesante. No obstante, por el momento consideraba que no tenía las herramientas necesarias para poder llegar al fondo de nada, por lo que simplemente no lo intentaba. Lo consideraba una pérdida de tiempo.

Eso no quería decir que no soñara y que no estuviera confundida cuando era despertada abruptamente. Esa mañana en el bote fue ése el caso. Daniel la despertó poniéndole la mano en el hombro, lo que la llevó a instintivamente poner una mano en el mango de su pistola, pero no desenfundarla.

"Tenemos problemas", le dijo él.

Ella se intentó estirar, pero de inmediato recordó en dónde estaba. Se paró con cuidado sobre el bote, que se movía de un lado a otro y se estiró hacia arriba. Luego se mojó la cara con agua del mar -que de todas maneras había en abundancia a su alrededor- y se sentó nuevamente para mirar a sus acompañantes. Daniel estaba a su costado inexpresivo como de costumbre. Steph, Naomi y Cristian estaban al medio, con caras de preocupación. Eso no era nada nuevo tampoco. Leandro parecía estar algo preocupado también. Eso sí la alertó, porque las veces que había tratado con el pescador, éste siempre había mantenido la calma.

Entonces se volteó hacia la costa, que era lo que Daniel le estaba indicando. Entendió de inmediato el problema.

A lo lejos podía ver las olas del mar golpeando una playa, detrás de la cual podía verse una línea de casas rectangulares. Lamentablemente, a lo largo de la playa había una fuerte concentración de muertos vivientes, gruñendo y empujándose unos a otros.

"Hacía un buen tiempo que no veía tantos apestosos juntos", comentó Teresa mientras sacaba de su mochila sus binoculares. "Están ahí parados y no se mueven. Extraño"

"Los hemos estado observando desde que salió el sol", Daniel estaba sentado. "No se han movido. Están ahí ¿Qué hacemos?"

"No podemos esperar mucho", intervino Leandro. "No tenemos comida. Ni siquiera tenemos agua. Podría pescar un poco, pero eso no nos va a mantener mucho tiempo"

"Cada hora que pasa, tenemos menos probabilidad de sobrevivir", complementó Teresa. "Si vamos a hacer algo, necesitamos estar con fuerza y descansados. Éste es el momento de hacerlo"

"El asunto es qué es lo que vamos a hacer", Cristian dijo tímidamente desde su sitio. "¿Qué opciones tenemos? ¿Regresar? ¿Buscar otro muelle? ¿Quizás podamos ir a ese muelle en el que vivía esa gente? El de los niños"

"No, ellos son bien cerrados", respondió Leandro. "Ni siquiera a mí, que paso por ahí seguido y me saludan de lejos, me han dejado entrar a visitarlos o a comerciar"

"Y la corriente está en nuestra contra, si queremos regresar hacia el sur", añadió Daniel.

"¿Y más al norte?", preguntó Steph. "Si seguimos hacia el norte. ¿Hay algo?"

"Hm", Teresa bajó los binoculares y se volteó hacia Daniel. "Podríamos ir al Brujo. ¿Tú qué dices?"

Daniel hizo una mueca y negó con la cabeza.

"¿El Brujo?", preguntó Naomi aferrada a su madre. "¿Hay un brujo?"

"No, no hay ningún brujo", le respondió Daniel. "Es una colonia más al norte. Se llama El Brujo por unos restos arqueológicos. Pero están demasiado militarizados. Sería un lugar seguro al cual llegar, pero ustedes no van a querer vivir ahí. Tienen un caudillo al mando que no van a querer conocer por el momento. Sobre todo ustedes dos", señaló a Steph y a su hija. "No, Teresa. Tiene que ser Cao. Y tiene que ser pronto"

Réquiem por TrujilloМесто, где живут истории. Откройте их для себя