Capítulo 8: Sin hogar.

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Michael despertó y de inmediato supo que eran las 5 de la mañana, su cuerpo estaba acostumbrado a despertarse a esa hora por sí solo.

A pesar de que le dolía toda su humanidad, intentó estirarse, pero en seguida se percató de algo cálido a su lado. Reby estaba boca abajo, acurrucada contra su brazo, su suave respiración chocaba contra su piel. Michael la miró un largo rato a conciencia y le retiró un mechón de la cara; ella suspiró y se giró, dándole la espalda. Ahora él podía ver sus cabellos derramándose desordenadamente en la almohada, su espalda expandiéndose y encogiéndose lentamente al ritmo de su respiración, la empinada curva de su cintura...

El pecho de Michael se acalambró cuando su corazón comenzó a latir de forma extraña y acelerada tras una prolongada observación de la chica. Despertarse y encontrarse en la misma cama que Rebecca Gellar era algo que no tenía que haber sucedido y sin embargo él no recordaba en qué momento se había quedado profundamente dormido.

Sacudió la cabeza como si quisiera arrojar a Reby fuera de su mente y muy cuidadosamente se deslizó a la orilla de la cama, tratando al mismo tiempo de no despertarla. Cuando llegó al borde no se sentó en él, sino que apoyó una mano en el suelo y suavemente se dejó caer, sin hacer más ruido que el del susurro de su ropa. Sabía que era una forma ridícula de hacer una escapada, pero así haría el menor disturbio posible para que Reby no lo sintiera irse.

Antes de levantarse miró por encima del borde del colchón para comprobar el éxito de la operación, y en efecto, ella seguía dormida. Fue entonces cuando Michael se incorporó en toda su altura y cuando lo hizo, la habitación pareció girar como carrusel. Tambaleó un poco y se llevó una mano a la cabeza para sostenerla en su lugar pues sentía que si no lo hacía, se le caería del cuello. Con los ojos entrecerrados por el dolor, cruzó despacio, recogiendo su ropa de trabajo y sus zapatos de una silla, fue hacia la puerta y sin quitar la mano de su cabeza abandonó la habitación cerrando la puerta sin hacer el menor ruido.

Lo primero que hizo después fue entrar al cuarto de baño. La somnolencia, así como el descomunal dolor de cabeza fueron reemplazados por el asombro y el desconcierto de ver el estado en el cuál se encontraba aquel lugar: cosas tiradas por aquí y por allá, sangre, orina de pantera, pasta dental embarrada en el suelo, destrozos, caos.

Michael soltó un profundo suspiro de resignación, como cuando su perro se hace popo dentro de la casa, dio media vuelta y fue a buscar los instrumentos de limpieza. Sintiéndose un poco más libre para hacer ruido, pero cuidando no hacer demasiado, reparó y limpió los daños y al cabo de unos minutos el baño volvía a estar impecable, aunque sin cortina de plástico ni tapa de retrete pues habían quedado insalvables.

Se encerró en el baño, se desnudó y abrió el pequeño armario espejado encima del lavamanos del que sacó un estuche que contenía artículos básicos de primeros auxilios. La noche anterior sólo se había vendado el brazo y la venda ya estaba para desecharse, de modo que la desenroscó con cuidado y al revelar su herida, se percató de que era algo peor de lo que pensaba. Colocó un dedo a cada lado del tajo y con cuidado separó la piel cortada para comprobar su profundidad.

—Demonios.

Mordiéndose con fuerza el labio inferior, vertió una generosa cantidad de agua oxigenada sobre ella y mientras esta hacía su trabajo, preparó una aguja de sutura con hilo quirúrgico.

<< Vamos Michael, eres un hombre >> se dio ánimos mientras apoyaba las manos en el lavabo y se miraba sus propios ojos en el espejo.

Respirando profundamente comenzó a penetrarse la piel con la curva aguja y mientras lo hacía compuso una mueca de dolor. Había aprendido a suturar gracias a su madre. De niño ella misma lo había tenido que suturar en varias ocasiones y luego de tantas experiencias aquello no dejaba de ser aterrador y muy desagradable. Algunos gemidos de dolor se escaparon de su garganta y no sintió alivio hasta que la última puntada había pasado y el nudo estaba hecho.

Te quiero, pero voy a matarteWhere stories live. Discover now