Capítulo 6: Genial, más parientes.

46.6K 3.8K 4.7K
                                    


—¡Cuidado!

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—¡Cuidado!

Advirtió Reby cuando vio venir un auto en dirección a ellos. Ella y Michael instintivamente huyeron hacia la seguridad de la banqueta. Sebastian giró la cabeza en dirección a las llantas que se acercaban rodando a toda velocidad y apuró a Ginger a levantarse. Podía sentir el asfalto temblar bajo su cabeza y las piedrecitas saltar como palomitas en un sartén.

Ginger se levantó torpemente, soltando un grito ahogado y Sebastian estuvo a punto de no contarla por un segundo y medio pelo de rana calva.

Se puso en pie de un ágil salto y el conductor del auto pasó a toda velocidad mientras hacía sonar insolentemente el claxon de manera sostenida hasta que desapareció al doblar la esquina.

La maniobra para ponerse a salvo había sido tan rápida que a Sebastian no le había dado tiempo de sujetar bien la toalla que lo cubría, y como conveniente y natural consecuencia, esta empezó a resbalar sin remedio por su cuerpo mientras se ponía a salvo en la banqueta.

—¡Ah! —gritó Reby al mismo tiempo que se llevó las manos a los ojos y le dio la espalda en automático para no ver.

—Maldición —masculló Sebastian intentando jalar desesperadamente los bordes de la toalla de regreso hacia arriba, Ginger se apresuró a auxiliarlo, pero ninguno de los dos fue lo suficientemente rápido como para cubrir todas las zonas vulnerables...

—¡Mira mami, ese hombre está enseñando su trasero!

Los pares de ojos verdes, los azules y los dorados se volvieron, siguiendo la procedencia de la aguda voz infantil en la banqueta al otro lado de la calle.

La madre del pequeño niño lo arrastró frente a ella y empezó a darle empujoncitos para que caminara más rápido.

—¡Oiga viejo cochino, respete a los niños! —graznó la señora, ofendida.

La miraron marcharse apresuradamente. Ginger se había llevado las manos a la boca para ocultar su apabullamiento.

Michael miró a Sebastian con cierta pena y abrió la boca para hacer un comentario al respecto, sin embargo, antes de poder siquiera exhalar una palabra, Sebastian le dirigió una mirada feroz y se ciñó el nudo de la toalla que llevaba por delante del pecho, sujetándolo con fuerza para evitar más «incidentes».

Reby lo vio pasar airadamente junto a ella, hacia la puerta abierta de la casa; descalzo, semidesnudo y con una toalla enrollada de tal forma que parecía un vestido.

—Sebastian, espera —Ginger fue justo detrás de él e hizo una breve pausa en el umbral de la puerta para volverse y hacerles un ademán con la mano a Reby y Michael para que entraran.

Ambos intercambiaron una mirada desconcertada y entraron en la casa con cierta vacilación.

—Con permiso —dijo Michael a pesar de que ni Ginger ni Sebastian estaban a la vista para escucharlo y después embarró los pies contra el «Bienvenido» del tapete para evitar meter demasiada mugre con sus zapatos.

Te quiero, pero voy a matarteWhere stories live. Discover now