Capítulo 17: Hogar, dulce hogar.

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Reby le contó a Sebastian cómo había encontrado a su abuelo, desde que había perdido el conocimiento en la zanja junto a la carretera, hasta la conversación que habían tenido hacía unas horas en su oficina, tratando de no pasar por alto ningún detalle.

Para cuando terminó de hablar, en el cielo ya no había ni una veta de luz. Reby guardó silencio y esperó la reacción de su primo, pero él seguía con esa mirada fija en ella, aunque en realidad no la estaba mirando, y su cuerpo permanecía tan rígido que por un alarmante momento cayó en la cuenta de que no se había movido en todo el rato y temió que no pudiera respirar.

Reby buscó a Michael con la mirada y él a su vez miraba a Sebastian con preocupación.

— ¿Sebastian? —le dijo ella y él parpadeó, levantando una mano como para indicarle que le diera un momento.

Reby se mordió el labio inferior y volvió la mirada consternada hacia Michael.

<< ¿Habré hecho bien? >> Le preguntó con los ojos, quizá había sido demasiada información pero, ¿de qué iba a servir esperar a desmenuzársela? Encontrar al abuelo de Sebastian, el cual todos juraban que estaba muerto y refundido a tres metros bajo tierra, y que además hubiera experimentado la posible solución a su condición... no era fácil ni para ella misma, todavía luchaba internamente tratando de decidir qué emoción resolvería aquel embrollo en su cabeza, ¿debería enojarse? ¿Debería deprimirse? ¿Debería alegrarse? ¿Qué se supone que debía sentir al respecto?

Pasó un minuto, luego dos, Reby no iba a aguantar que pasaran tres, abrió la boca y pausadamente le dijo a su primo:

—Siento mucho habértelo dicho así, una cosa después de la otra. Es más difícil de digerir.

Las pupilas de Sebastian cambiaron de tamaño, como palpitando y miró a Reby a conciencia. Estaba tan pálido que ella casi podría jurar que las venas de su rostro eran visibles.

—No Reby, no había otra forma de decirlo —dijo con la voz ronca y se aclaró la garganta para continuar—: No te disculpes, después de todo también debió de ser difícil para ti.

Reby asintió con la cabeza y apretó las manos contra los muslos.

—Me preocupas un poco, Sebastian, ¿estás bien? Temo que haya sido un exceso de información.

Él deslizó una mano por su frente, echándose hacia atrás los mechones que le caían sobre ella. Realmente parecía como si fuera a desmayarse de un momento a otro.

De pronto se pasó la otra mano por la cara y suspiró a través de ellas.

—A ver, yo vivía tranquilamente en el barrio de Chelsea; había empezado a entrenar al equipo de Dancey High y de repente un día se materializó cual aparición una chica que decía ser mi prima, encima resulta que se trasforma en una pantera, y oh, espera —levantó una mano cuando Reby abrió la boca—, no una panterita bebé de su tamaño, sino una panterísima bestial que se quiere comer a todos quién sabe por qué, y después a un loco de remate se le ocurre darle caza pero al escapársele como agua entre las manos, decide joderme a mí, así que termino secuestrado, golpeado, maniatado, torturado y tirado en algún apestoso e infame lugar del que logré escaparme para ir detrás de la prima, la cual resulta que se volvió a escapar como agua entre las manos, dejando a este caballero así como lo vez —hizo un gesto rápido con la mano en dirección a Michael—, varios días después me llama casi como si nada y al llegar con ella sucede que no solo tengo una casa con facturas que pagar en Chelsea, un trabajo que mantener en Dancey High, una prima que se convierte en pantera, un loco reventado tras nuestros traseros y un nuevo amigo que ha quedado tuerto, sino también un abuelo muerto que no está muerto y una solución, que ni siquiera es seguro que sea la solución a nuestros problemas de transformación —cuando Sebastian terminó de enumerar, ya había levantado casi todos los dedos de sus manos— ¿Se me está olvidando algo?

Te quiero, pero voy a matarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora